Más allá de los límites del tiempo, las tendencias y las distintas manifestaciones del arte: ahí apuntan las obras de Óscar Carvallo; un diseñador de modas que se enamoró de la pintura y la ha convertido en otra plataforma de su sensibilidad estética.
Por Redacción COSAS
Su fructífera carrera creativa en la moda lo ha llevado de Caracas a Milán, a París, a Miami y la travesía continúa, atendiendo a los clientes más exigentes. Por eso, cuando volvió a París luego de unos años en Miami, Óscar Carvallo se halló en un punto de inflexión; su búsqueda incesante lo condujo hacia una señal. De vuelta en la capital francesa, se encontró con que su vecino de puerta a puerta era pintor.
Carvallo había vuelto a París con la idea de desarrollar un nuevo proyecto más allá de la moda; después de todo, llevaba tres décadas en el rubro atendiendo a una selecta clientela que incluía a celebridades y socialités; así que sintió una pulsión hacia lo distinto. “Tenía la necesidad de ser pintor y confrontarme con el arte frontalmente”, comenta el modista. Así que, sin pensarlo dos veces, puso manos a la obra: luego de explorar sus primeros pasos en las artes plásticas con el pintor parisino del piso contiguo, optó por seguir desarrollando su técnica en clases en el Louvre; y aquí todo tomó un vuelco inesperado.
El diseñador encontró el tipo de belleza que estaba buscando en una rama del arte que jamás imaginó. Durante su educación en el Louvre, descubrió la escuela de arte de El Fayum, de origen egipcio. “Durante dos años, estuve estudiando ese tipo de arte con pigmentos naturales que traemos de Italia. Estos se mezclan con cera de abeja, se ponen al lienzo o a la madera y se añade una goma de piel de conejo. Es una técnica del siglo I, de los faraones egipcios”, comenta con pasión y entusiasmo, ante un método que hoy lo consume y fascina.
Hoy, abocado a su creación artística, se inspira en la técnica milenaria aprendida para plasmar en sus cuadros aquello que tan bien conoce y realza: la belleza femenina. Esta, evidentemente, está permeada por su concepción estética desde la moda, aunque siempre procura que ambas pasiones encuentren un camino propio en su proceso creativo. Los rostros que retrata están inspirados en la belleza clásica, de las culturas grecorromana y egipcia, pero de alguna manera son transportados al presente al hallar puntos de convergencia con la delicadeza de las modelos contemporáneas, lo que tiene como resultado una estética atemporal, suspendida en un punto indeterminado entre el pasado y el futuro, pero que es cautivante y seductora. Así como cada mujer para la que diseña es la musa individual de su propio vestido, cada rostro, cada retrato es individual y único en su apreciación de lo sublime.
“Me inspiro en el trabajo que llevo haciendo desde hace muchos años. Mi arte es de alguna forma nostálgico del pasado histórico, pero centrado en el futuro de la pintura Fayum o, como yo la llamo, ‘El Fayum imaginario’, que es este tipo de arte trasladado al futuro”, detalla Carvallo. Así, establece un nexo y un constante diálogo entre la moda y el arte pictórico.
Actualmente, Óscar Carvallo exhibe su primera muestra en París, donde participa en una colectiva junto con otros destacados artistas emergentes. Esta exposición se suma a las que ya ha realizado en otras ciudades de Francia, Italia y en la Bienal de Venecia, donde presentó uno de sus cuadros inspirado en la ciudad de Pompeya.
“La pintura ha cambiado mi vida. Me despierto en las mañanas con la necesidad de pintar”, sentencia Carvallo. El encuentro puro que se produce entre la soledad del artista y su obra lo ha capturado por completo; es una experiencia muy distinta de todo lo que ha conocido en 30 años dentro de la inmensa maquinaria de la moda. Es más simple y, ahora mismo, le permite expresarse con la libertad que requiere. Sin duda, nunca podrá dejar la moda, ya que esta es parte intrínseca de él mismo, pero sabe que ahora la pintura ocupa un sitial especial en su forma de crear y concebir la belleza.
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