Estoy en una relación de tres años con un chico amable, emocionalmente inteligente, interesante y guapo. Sin embargo, hay algo que me fastidia muchísimo: ¡siempre está mirando a otras mujeres! Cada vez que salimos a la calle y se cruza alguna mujer atractiva, él voltea a mirarla. Lo mismo ocurre si estamos en un restaurante o un bar, olvidándose completamente por un momento de que estoy al frente. Lo que más me fastidia es que no lo disimula, como si no le importara que yo me diera cuenta, o peor aún, como si no le importara el esfuerzo que he hecho para estar extra guapa para él. Es un chico con el que me veo construyendo un futuro (ambos tenemos treinta y pico años), y aunque este problema pueda sonar banal, me afecta muchísimo. Golpea directamente mi autoestima, y lo último que quiero es generar resentimiento. ¿Debería hablar con él al respecto? Tengo miedo de parecer una novia tóxica

Por Cecilia de Orbegoso

Que tire la primera piedra aquella que haya osado decir “todos los hombres miran a otras”, “ay, no tiene nada de malo que le ponga like a la foto calata de Emily Ratajkowski en Instagram” y “pero es normal que los hombres se manden calatas en sus grupos de Whatsapp” y a la vez no hayan querido mandar un virus troyano más fuerte que Brad Pitt para desconfigurar todo el sistema operativo de cual sea que sea el smartphone de su respectivo “peor es nada”. Bajo ese esquema conozco a varias a las que hasta todas las piedras de Machu Picchu les quedan cortas.

Lo que trato de decirte es que no estás sola. Muchas mujeres han enfrentado este dilema y lo siguen haciendo diariamente, dilemas similares en sus relaciones amorosas. Pasa en las series de TV (la mismísima Carrie Bradshaw se quejaba de lo mismo con su incondicional Samantha porque al parecer Mr. Big padecía del síndrome del ojo alegre), como pasa en la vida real, por ejemplo lo sufrí en carne propia con un ex novio que lo hacía a propósito – cabe resaltar que estábamos pasando por nuestro peor momento. Y si, fastidia, frustra y sobretodo hiere.

Y cuando he tocado el tema con distintas amigas, me he encontrado con sentimientos encontrados. Están las cuales van a ser honestas y confesarte sin pelos en la lengua su fastidio, así como las que se mantienen fiel a su personaje de “novia moderna, segura y relajada” y hacen la vista gorda a los 1382 archivos del grupo de patas en WhatsApp de su galán.

“¿Pero así son los hombres no?”, siempre justifican, a lo que yo respondo “¿estamos seguras de que estamos de acuerdo con esa afirmación?” Y es que a fin de cuentas, a veces pareciera que nuestra disposición a perder nuestra femineidad es la continuidad de la ferviente necesidad por parte de ellos de probar públicamente su virilidad. ¿Si ese fenómeno de causa y efecto fuera tan natural como para ser considerada una teoría darwiniana, porque nos genera tanta ansiedad? ¿No debería ser casi tan natural como el respirar?

Por ello no creo que este sea un problema insignificante y no estás exagerando ni siendo injusta al preocuparte por este tema. Mucho menos será irracional que le digas a tu pareja cómo su comportamiento te afecta. El simple hecho de que te afecte y te haga sentir mal, es indicador suficiente de que vale la pena preocuparte, independientemente si él lo considera así o no. Nadie aquí es árbitro de qué sentimientos son o no son válidos en una relación.

Antes que nada, te recomiendo que te tomes un momento para reflexionar: ¿Qué es lo que realmente te molesta de su comportamiento? ¿Es solo la acción de mirar a otras mujeres, o también la falta de consideración hacia ti y tus sentimientos? ¿Cuál es tu objetivo al querer hablar con él: buscar una solución al problema, expresar tus emociones o ambas cosas?

Es posible que su propensión a mirar fijamente a las mujeres ni siquiera sea un hábito del que sea consciente. Además, que tu novio mire fijamente a otras mujeres no significa que no te encuentre atractiva, solo significa que está mirando a otras mujeres, y nada más, sin tener en cuenta en lo absoluto el impacto que este comportamiento puede tener en ti. Sin embargo, obligarte a no preocuparte por algo que claramente te molesta no será la solución efectiva, por lo que te recomiendo que converses con él de manera muy suave sin recriminaciones o acusaciones. Evita abordar el tema cuando estén en medio de una discusión o cuando alguno de ustedes esté distraído o molesto por otras razones y mucho menos cuando esté mirando a alguna chica. Porque si lo hicieras entonces, si o si vas a sonar enojada, lo que podría hacer que él se ponga a la defensiva.

Antes que nada, decirle que tiene prohibido mirar a otras mujeres es una práctica muy invasiva (no es un crimen notar a una persona atractiva); sin embargo, le puedes hacer saber cómo te hace sentir (y date el permiso de ser vulnerable). Un simple “me pone muy triste o incómoda cuando haces eso” puede funcionar. Dale a entender que te hace sentir que no estás a la altura, y también te hace sentir poco amada, poco atractiva e insegura. Recuerda que el objetivo de esta conversación no es culpar o castigar a tu pareja, sino encontrar una solución mutua que beneficie a ambos, y ten en cuenta que cambiar un hábito requiere práctica, así que es posible que tengas que recordárselo más de una vez cuando te lastime. No verás cambios de la noche a la mañana, pero por lo menos ya dieron el paso más importante: hablar de ello.

Si es un chico que vale la pena y tan maduro emocionalmente, lo más seguro es que se disculpe por haberte hecho sentir mal y en lo siguiente notarás su esfuerzo por dejar de mirar a otras chicas en tu presencia. Sin embargo, si se enoja, o te hace sentir como una loca, puede que quieras evaluar si esta es una persona con la que realmente te quieres proyectar. No te olvides que lo ideal es estar con alguien que saque lo mejor de ti en lugar de tus inseguridades.

Y finalmente una cosa muy cierta, en las relaciones una de las cosas que siempre debe prevalecer es la libertad: la libertad de decirle cómo te sientes, su libertad de mostrar empatía y hacer -o no hacer – cambios, y, después de un periodo de observación, tu libertad de decidir si es una relación en la que quieres seguir o no.

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