La decoración navideña no se limita a llenar el hogar de adornos aleatorios, sino de crear con ellos una atmósfera cálida y sutil, donde los detalles hechos a mano son los ingredientes clave

Por: María Jesús Sarca Antonio

Para Isabel Maguiña, la Navidad es una de sus temporadas favoritas. Es un amor que cultivó desde pequeña, cuando formaba parte de la decoración familiar. “Mi abuelo y mi mamá me enseñaron a conocer de telas, identificarlas y reconocer la calidad”, nos cuenta con una sonrisa que evoca esos tiempos idos. “Para mí, es fundamental que en la puesta de mesa los manteles y servilletas sean de telas naturales, porque eso es lo elegante”, añade.

Su filosofía se basa en “vivir con arte”, un lema que, en sus manos, se convierte en un estilo de vida.

A pocos días de las festividades, Isabel nos recibe en su hogar, el cual desde el ingreso se encuentra decorado con adornos de flores, ramas de pino y eucalipto que despiden el aroma tradicional de estas fiestas. Este año, su comedor lleva una puesta festiva.

“Los colores de la Navidad siempre son rojos con dorado o blanco con dorado, se ven elegantísimos”, nos dice señalando el menaje, los moños, las velas, el mantel y servilletas que cubren la mesa con armonía.

Isabel Maguiña apuesta por el toque personal y la elegancia sutil en su decoración.

“No se trata de llenar toda la casa de adornos navideños, sino de tener coherencia y calidad. Cuando exageras, pierdes la elegancia”.

El toque de naturaleza nunca debe faltar: “utilicen frutas como manzanas, mandarinas, uvas, usen follajes, mezclen ramas de pino, de eucalipto, entre otra variedad de verdes; eso le da un toque fresco y único ”, recomienda.

Su enfoque es claro: “Lo más elegante es lo hecho en casa”, asegura. “Lo más bonito es cuando tú misma creas. Lo hecho en casa luce cálido elegante y sencillo”.

Los cascanueces son un clásico de la fiesta de Navidad.

“No se trata de llenar toda la casa de adornos navideños, sino de tener coherencia y buscar una armonía. Cuando exageras, pierdes la elegancia”, aconseja. Un mantel fino, copas de cristal y servilletas almidonadas son solo algunos de los detalles imprescindibles.

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