El hogar de Carmen de Loreto viuda de Chauny, conocida por todos como Pollo, es un verdadero museo, donde cada rincón cuenta una historia de viajes, arte y tradición navideña.

Por María Jesús Sarca Antonio

Su casa, es una mina de recuerdos y arte. Como esposa del embajador Gilbert Chauny de Porturas-Hoyle, quien dedicó más de cuatro décadas al servicio diplomático, recorrió el mundo acumulando arte y recuerdos de cada lugar que visitaron. Hoy, su casa es un museo vivo. A lo largo de sus años de viaje, Pollo fue testigo de diversas culturas y se nutrió de ellas, adquiriendo grandes habilidades artísticas.

Para Pollo, la Navidad es una oportunidad para plasmar su creatividad en su hogar.

Su producción abarca desde joyería hasta decoración de interiores, y se destaca especialmente en la pintura decorativa: “Aprendí del arte povero y del découpage, que se remonta al siglo XVIII en Europa ”, explica. Esta técnica consiste en seleccionar imágenes que se deseen utilizar y pegar las figuras recortadas sobre una superficie generalmente de madera, cartón o cerámica, para crear un diseño o composición decorativa única y personalizada. Se aplican unas treinta capas de barniz para darle un acabado brillante y, si se quiere, un efecto de falso mármol. Se decora con ello muebles, cerámica y porcelana, techos y paredes, así como objetos de arte y decoración en muebles.

A pesar de no pasar las Navidades en Lima porque va a ver a sus hijos que están fuera, ella continúa la tradición de armar una mesa festiva. Los tonos que usa y aconseja combinar son el blanco, verde y rojo, mejor si van con detalles dorados.

La creatividad de Pollo transforma elementos cotidianos en adornos mágicos.

Pollo crea con los objetos que va encontrando. “No se trata de invertir una cantidad de dinero enorme. Pueden comprar cintas con alambre en los bordes para darles forma de lazos u ondas que decoren todo el largo de la mesa”, nos dice. Para los adornos en el árbol de Navidad, nos aconseja que mantengamos el mismo estilo a juego con la decoración de la mesa del comedor, donde podemos usar bombas grandes con transparencias, de distintas formas, angelitos, mariposas, cascanueces, querubines y lo que haga juego con el entorno.

Carmen transforma su amor por su familia, sus recuerdos y el arte en un regalo para todos los que la rodean.

“Es muy difícil que todo el mundo pueda arreglar una mesa de Navidad con arte, porque uno nace con eso”, comenta mientras nos muestra unos pequeños árboles de pop corn bañados en escarcha que ella ha preparado. Otra idea que nos comparte es que, de no tener candelabros dorados, podemos forrarlos con papel dorado: “Se puede trabajar con lo que uno tiene o se pueden comprar los accesorios que hagan falta”.

La elección de manteles y servilletas las sugiere en los tonos recomendados, pero nunca blancos. Para dar un toque especial a la puesta de mesa, aconseja adquirir aros dorados o cintas a juego para atar las servilletas y darles forma de flor o lazos. Sin embargo precisa que para recordar el nacimiento del niño Jesús, lo significativo de la Navidad –más allá de los regalos y fuera de todas las decoraciones navideñas– es armar el Belén en familia. Además, nos cuenta emocionada las reuniones en las que decoraba y armaba casitas de jengibre junto a sus hijos, a quienes enseñó el significado de la Navidad.

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