En el corazón de la ciudad imperial, este antiguo monasterio combina herencia barroca, colecciones coloniales y un servicio excepcional que invita a descubrir el pasado a través de experiencias únicas.
Por Redacción COSAS
Cusco respira historia en cada calle, pero hay lugares donde el pasado adquiere una presencia tangible. Uno de esos espacios es Monasterio, A Belmond Hotel. Como su nombre lo dice, es antiguo monasterio del siglo XVI convertido en un refugio donde la majestuosidad del barroco andino convive con una perspectiva contemporánea.
Desde el primer instante, ingresar a este espacio se convierte en una vivencia en sí misma. Michael Leitao, gerente general de Monasterio explica: “La experiencia que ofrecemos es auténtica y cautivadora desde el momento de la llegada. La majestuosa arquitectura del hotel, con detalles como los cuadros originales de la Escuela Cusqueña, su patio principal junto a un cedro andino de más de 300 años y la preservación de antiguos muros incas, logran sumergirte en la identidad propia del hotel”.
Esta inmersión en la historia se complementa con un servicio de calidad que cuida cada detalle para brindar una experiencia inolvidable.
El corazón barroco del hotel
Este espacio cuenta con un atractivo poco convencional, su capilla San Antonio Abad, un lugar que Leitao define como de gran relevancia para el hotel ya que “refleja la riqueza cultural e histórica de la ciudad”. Asimismo, no solo forma parte de las visitas internas, sino que también se abre a la comunidad cusqueña todos los domingos para la celebración de misas, un gesto que la mantiene integrada a la vida local.

Cada experiencia del hotel se diseña con la colaboración de historiadores, artistas y chefs especialistas.
Los huéspedes, además, participan de un recorrido especial. “Un guía especializado comparte los relatos detrás de la colección de arte que adorna los pasillos del hotel y también los detalles históricos de la capilla”, explica el gerente general. El arte, en este caso, se convierte en un anfitrión más.
Aquí también se viven momentos únicos. “Se ha convertido en el escenario deseado para la celebración de eventos de gran envergadura, tales como cenas de gala, ceremonias matrimoniales y recepciones privadas para grupos exclusivos”, destaca Michael.
Arte cusqueño en cada pasillo
Monasterio, A Belmond Hotel, cuenta con una colección excepcional. El curador de la muestra, William Palomino Gamarra, menciona que “todas las obras de arte que forman el conjunto patrimonial mueble han sido seleccionadas de acuerdo a la narrativa religiosa”. La capilla, dedicada a San Antonio Abad, incluye lienzos que narran cronológicamente la vida del santo, junto con esculturas, retablos y mobiliario.
El recorrido para los visitantes continúa por los pasadizos del primer claustro. “Se pueden apreciar lienzos de formatos de diversa índole y temática variada, resaltando la colección de las vírgenes inmaculadas, escenas de la Virgen María, de Jesús y algunas santas mártires”. Lo particular, añade el curador, es el uso de los materiales y las técnicas que han dado como resultado “manifestaciones artísticas coloniales con carácter netamente cusqueño”.

Monasterio es un punto de partida para conocer la Ruta del Barroco Andino.
Entre las piezas más representativas de la colección destaca precisamente la serie de la vida de San Antonio Abad, lienzos que están ubicados en el templo y el retablo mayor, de estilo barroco, tallado en madera aliso y cedro y dorado en pan de oro de 22 kilates.
Otra joya es la pintura “La corte celestial”, ubicada en la escalera que conecta al segundo patio. “Está ejecutada con maestría y resalta el mensaje y la composición de su presentación”, explica William Palomino. Gracias a esta riqueza, el hotel posee su propia pinacoteca y museo, un patrimonio que convierte a la estancia en una experiencia museográfica viva.
Punto de partida hacia el barroco andino
Por supuesto, el vínculo con el barroco va más allá de los muros del hotel. “Monasterio, A Belmond Hotel, es el punto de partida ideal para explorar el barroco andino gracias a su profunda conexión con la cultura e historia local”, sostiene Michael Leitao. “Este tipo de arte es parte integral del ADN del hotel, y asumimos la responsabilidad de mantener viva su historia”, enfatiza.
Adicionalmente, el hotel facilita la conexión con manifestaciones artísticas de esta corriente mediante visitas al Valle Sur de Cusco, incluyendo el emblemático pueblo de Andahuaylillas, donde se encuentra el templo de San Pedro Apóstol, conocido como “La Capilla Sixtina de América”, que forma parte de la Ruta del Barroco Andino y contiene expresiones de este estilo que datan del siglo XVI.

La colección de arte adorna diversos espacios del hotel.
Sin embargo, para equilibrar esta oferta que brinda todas las comodidades a los huéspedes con la preservación del patrimonio, Monasterio se basa en tres pilares: un compromiso sólido con la protección del patrimonio y valorización del legado histórico y cultural; una propuesta de lujo, que se extiende a la creación de un ambiente sensorialmente estimulante; y un servicio de hospitalidad de la más alta calidad.
Su compromiso se traduce en detalles que van desde las restauraciones cuidadosas y conservación de la arquitectura original del monasterio hasta la curaduría de experiencias que conectan a los visitantes de manera respetuosa y auténtica con la cultura local. Integrar estos elementos es posible, puntualiza Michael, gracias a la colaboración con expertos en áreas diversas: “historiadores, artistas, chefs, quienes aseguran que cada aspecto de nuestra propuesta esté cuidadosamente curado tanto en su contexto cultural y artístico, como en su ejecución”.
Cabe resaltar que lo que diferencia a Monasterio de otros espacios de lujo en Cusco es precisamente su autenticidad. “Nuestro enfoque principal reside en brindar un servicio excepcional, dedicado a compartir las grandes historias de la ciudad de Cusco. Buscamos honrar el legado histórico de este antiguo monasterio del siglo XVI, creando experiencias que fusionan tradición y una perspectiva contemporánea”.

Su propuesta de lujo se extiende a un ambiente sensorial y un servicio de hospitalidad excepcional.
Bajo esa perspectiva, Monasterio no es solo un lugar para dormir, sino un espacio donde la historia se experimenta de forma íntima. “Lo que se trata de mostrar al turista es específicamente el arte colonial cusqueño, con sus propias características y estilo, puesto que, por estas razones el arte barroco cusqueño es reconocido a nivel mundial”.
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