“No existe ningún alimento que, por sí mismo, produzca un incremento en el deseo sexual ni de los hombres ni de las mujeres, o, al menos, no está demostrado mediante evidencias científicas”, señala el sexólogo Vicente Briet. Pero esta respuesta, en apariencia tajante, no bastaría para desmitificar el asunto porque, como explica el experto, el efecto placebo es un factor importante que se debe tomar en cuenta. “La sugestión es tan poderosa como el hipotético efecto deseado”, asegura Briet. “Son muchos los estudios que demuestran que el efecto placebo, por sí mismo, supera con creces al potencial efecto de muchas sustancias”, agrega.
El proceso de excitación, según Briet, se da de la siguiente manera: “Ante un estímulo excitante, como puede ser un sabor, un olor o una caricia, nuestro cerebro envía señales desde el sistema límbico hacia la región pélvica, provocando la dilatación de los vasos sanguíneos en esta zona. Dicha dilatación es la principal responsable de la erección en los hombres, pero también en las mujeres, pues existen tejidos eréctiles en el clítoris y en la región situada alrededor de la vagina. Al mismo tiempo, se produce un aumento de la frecuencia cardíaca, entre otros signos propios de la excitación sexual. Además, el cerebro libera, esta vez desde el núcleo accumbens, neurotransmisores relacionados con el placer, entre ellos, la dopamina y la serotonina”.En ese sentido, Briet aclara que es en relación a esta vía de activación neuronal del placer que se puede encontrar una supuesta efectividad de los alimentos como afrodisíacos, “ya que muchos alimentos considerados con este calificativo contienen nutrientes que podrían favorecer la circulación y el aumento del flujo sanguíneo de las regiones con capacidad eréctil, o bien podrían participar en la regulación de los neurotransmisores y hormonas relacionadas con el placer, el apetito y la reproducción sexual”.
Publicado originalmente en COSAS 614