Tuvimos la oportunidad de compartir con el equipo de Paco Rabanne el proceso de elaboración de su más reciente creación, el perfume Olympêa. De esta manera, en la famosa Green House, jardín botánico del International Flavors & Fragances Inc. (IFF), pudimos conversar con el perfumista Loc Dong, el primer asiático reconocido a nivel mundial en la industria del perfume, quien heredó de su abuelo herbolario el gusto por el olor de las plantas. Con solo 11 años escapó de Vietnam y llegó a Estados Unidos, a un campo de refugiados malasios. Después de estudiar Medicina, un verano en un laboratorio de fragancias cambió para siempre el rumbo de su vida.

El proceso que se aplica para el desarrollo del jazmín que se utiliza como base en Olympêa es el hidropónico.

El proceso que se aplica para el desarrollo del jazmín que se utiliza como base en Olympêa es el hidropónico.

“Si lo piensas, duplicar el aroma de una planta es muy difícil. Su olor cambia constantemente, cuando está viva, cuando crece y cuando muere. Normalmente, se extraen los aromas de la planta cuando está muerta, aquí la flor está viva, es como un humano. Por ejemplo, el jazmín por la tarde huele distinto que por la mañana o por la noche”, explica Loc Dong. “Lo que hacemos en IFF es darles un mapa, una guía para lograr la recreación de la flor. Cuando cortas la flor ya nunca es el mismo olor, nosotros lo replicamos y lo enfrascamos para siempre”.
En 1998, la NASA acudió al IFF para estudiar las posibilidades de cultivar plantas en el espacio utilizando tecnología que no contamina, para que futuras generaciones puedan desarrollar comida. Así fue como mandaron con el Discovery una rosa y la desarrollaron hidropónicamente en el espacio durante diez días. Recolectaron el aroma y la planta creció más rápido que en el proceso normal.

“Es la primera vez que utilizo un contraste entre vainilla y sal. No se encuentra en ningún otro perfume”, dice Loc Dong a propósito del proceso de elaboración de Olympêa.

“Es la primera vez que utilizo un contraste entre vainilla y sal. No se encuentra en ningún otro perfume”, dice Loc Dong a propósito del proceso de elaboración de Olympêa.

Sin embargo, esa técnica es extremadamente cara. Por ello, Paco Rabanne acudió a Loc Dong, pues querían que Olympêa fuera una fragancia que combinara frescura y sensualidad en una misma esencia.
“La frescura viene del agua y el agua del océano, así que hice una conexión entre flores y mar, y decidí que las plantas crecieran en el agua, por ello utilicé la hidroponía para el jazmín, pues la pura mezcla del jazmín natural con vainilla hubiera sido demasiado empalagosa. Cuando hueles un cultivo natural y luego uno hidropónico puedes notar la diferencia y la frescura del segundo. Esto explica la ecuación del aroma y la diferencia de este producto con los demás”, explica. “Cuando me pidieron frescura, no quería usar las mismas notas acuáticas del pasado, entonces decidí aplicar el efecto salado, que es lo que le da el toque fresco a esta fragancia. La idea surge de Vietnam, donde vivía mi abuela. Todas las mañanas ella salía a caminar y olía la sal del mar, de ahí el concepto ‘acuatic-ocean-salt-water’. Luego pasé a la exploración y terminé eligiendo las ostras como el elemento fresco”.

Olympêa, la última fragancia de Paco Rabanne, fue lanzada en octubre del año pasado.

Olympêa, la última fragancia de Paco Rabanne, fue lanzada en octubre del año pasado.

Cuando le preguntamos cómo logra innovar día a día y generar ideas nuevas con cada proyecto, el artista responde: “Creo en dos tipos de creatividad: una que nace de los sueños y otra que viene de la necesidad de sobrevivir. Mi arte está en el hecho de encontrar armonía entre notas aparentemente discordantes, entre el amor y el odio, lo suave y lo brillante, lo enigmático y lo familiar. Soy conocido por mis labores en perfumería. Si bien, en un inicio, la ciencia de lo artificial puede parecer un contraste con mi niñez en Vietnam, eso lo reflejo en mis fragancias, que son simples pero completas”. Y concluye con una sentencia: “No me considero un artista, me considero un sobreviviente”.

Texto: María Fernanda Lavalle