Una invitación a un circo, un telón cubriendo el centro de la sala, público expectante. Jessica Butrich develó, literalmente, su más reciente colección de accesorios en una noche donde la magia tomaba un cariz oscuro y caminaba enigmática entre los invitados.

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Magia más allá de una pasarela.

«Llevo varios años presentándome en desfiles, pero el 95% de mi venta son zapatos y accesorios. La pasarela tiene una magia bonita pero no me permite realmente mostrar el trabajo», explica la diseñadora sobre el giro hacia un formato que ha sorprendido y encantado por igual: una mezcla fantasía de exposición y puesta en escena.

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El proceso creativo fue parte de la muestra.

La noche empezó con la nueva colección en el centro de la sala, pero meticulosamente cubierta con un telón rojo, como el más clásico de los espectáculos. En una sala contigua, rompiendo las reglas de la magia de escenario, se mostraba el proceso detrás. Una habitación con muestras, pruebas y dibujos en formato digital y físico. Ventana hacia los meses de trabajo por los que Jessica y su equipo pasaron antes del gran final. «Quería enseñar un poco cómo funciona mi proceso. Incluso tuvimos una habitación que imitaba la idea de mi oficina, una mesa con dibujos y los juguetes de mi hija a mi alrededor. No es igual a la que tengo en casa, pero simboliza los dos meses de trabajo que paso simplemente dibujando e imaginando, antes de arrancar con mi equipo», explica. El lugar donde ocurre la magia antes de la magia, nos dice, es una habitación en su casa donde solo entra ella (y su hija Julieta, pero con supervisión debido a la presencia de tijeras). Cuatro paredes de corcho, Jessica la describe como «el lugar donde habita mi locura», desarrollándose y cambiando hasta ser liberada en forma de una colección muy particular.

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Estrellas y animales habitaron el extraordinario circo Butrich.

Tonos uva, lila, pastel y rosas invitan a un circo que no es precisamente circense. La colección Circo evoca más el enigma del mago o el ilusionista, el ambiente esotérico de Ojos Bien Cerrados, o la puerta hacia ese espacio de ilusiones que Hermann Hesse imaginó para su lobo estepario. «La idea de circo no nació de frente. Tenía en mente zapatos muy particulares. Quería materializar ideas un poco raras, retarme hacia lo que no había hecho antes. Quería un espacio de estrellas y animales.» La idea vino un día mientras almorzaba con su esposo. La palabra ‘circo’ llegó a su mente para englobar sus fantasías.

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La diseñadora y su espectáculo.

El final de la noche se inició con plumas negras cayendo del techo. El telón develó un espacio de zapatos saltando aros y colocados sobre las típicas pelotas de circo, que habían tomado un giro de pura magia. Entre los detalles estuvieron rostros de mimos, un ojo que recordaba a Dalí y tigres con flameantes ojos en cristales swarovski que no te quitaban la mirada. El cielo habitaba, con su oscuridad y sus estrellas, alguna cartera. Otro show lo dio el público, cuyas exclamaciones de deleite respondieron a cada pieza como correspondía.

 

Texto: Alejandra Nieto