La Habana, como París, era una fiesta. Chanel caminó calles emblemáticas del comunismo latinoamericano en un desfile que movilizó una pequeña invasión francesa sobre territorio caribeño: 700 invitados, 45 modelos y 170 carros convertibles que movilizaron a la multitud.

Chanel en Cuba Crucero 2016/2017

700 invitados, 45 modelos y 170 carros convertibles en el centro de La Habana

Chanel siempre desfilará en París, pero ya es costumbre que para las colecciones Crucero y Pre-Fall, Karl Lagerfeld mude sus escenarios de fantasía a diferentes puntos del globo. Desde Edimburgo a Dallas, una fábrica en Singapur o una isla construida para la ocasión en las costas de Dubái, el icónico director creativo sabe organizar una fiesta fuera de casa como el mejor de los anfitriones. Cuba, sin embargo, tierra virgen para el capitalismo moderno, el lujo y la alta moda, es un caso de especial delicadeza, donde Chanel se siente a la vez como celebración e intrusión.

Chanel en Cuba - Crucero 2016/2017

Karl Lagerfeld cerrando el desfile junto a su ahijado Hudson Kroenig.

«El desfile se trata de mi visión de Cuba. Pero por supuesto, ¿qué sé yo sobre Cuba? Mi idealismo es muy infantil», afirma Lagerfeld sobre el esperado desfile. La Habana ha sido por más de 50 años el centro de un estricto (por decirlo sutilmente) régime socialista, donde si  bien los ciudadanos han gozado de algunos beneficios, quedan privilegios por explorar. Chanel llega tan solo 5 años después de que los cubanos tengan derecho a la propiedad privada y a nueve meses de la apertura de la embajada Americana. Esta es todavía una ciudad sin McDonalds o publicidad masiva, donde los carros de los años 50s que la casa parisina utilizó para el traslado de sus invitados no fueron antigüedades, sino las movilidades disponibles (y estéticamente perfectas) con las que cuenta un país cerrado al comercio con gran parte del globo.

Chanel en Cuba - Crucero 2016/2017

Los looks son las vacaciones inventadas de Coco en el Caribe.

¿Qué significa Chanel para Cuba? Tal vez un nuevo comienzo, el nacimiento de las ambiciones o del deseo de una belleza distinta. Desde los balcones del Paseo del Prado, histórica avenida colonial rediseñada por el arquitecto francés Jean-Claude Nicolas Forestier y espacio de encuentro elegido entre el país galo y la isla del caribe, los habitantes de cuba contemplan el despliegue máximo de riqueza. Un lujo que deslumbra pero que también parece indicar el fracaso de uno de los últimos bastiones del ideal comunista del siglo pasado.

Chanel en Cuba - Crucero 2016/2017

Los accesorios son el color del trópico interpretado por un ojo francés.

Gisele Bündchen, Tilda Swinton y decenas de celebridades, socialités y personalidades celebran en las calles cubanas mientras el mundo se preguntan qué le depara a la isla. De momento, resiste la fascinación por una colección que mantiene los rasgos típicos para el color del trópico interpretado por un ojo muy francés. Es Gauguin en su lado más pastel, son acuarelas pero también colores que se atreven a resonar con la misma fuerza del calor que los rodea. Las joyas abundaron y los accesorios cobraron un protagonismo que Lagerfeld explicó como parte de Cuba: «Aquí puedes realmente usar joyería. Aquí, puedes sonreír cada vez que quieras. ¡Es adorable!»

Chanel en Cuba - Crucero 2016/2017

Gisele vestida de Chanel posa en uno de los carros que trasladaron a los asistentes.

 

La pasarela finalizó con las modelos bailando al ritmo del dúo franco-cubano Ibeyi. Luego los invitados fueron conducidos a una espectacular fuesta estilo Tiki en la Plaza de la Catedral. Gisele Bündchen y Tilda Swinton bailando junto a Vanessa Paradis, Gaspard Ulliel y Caroline de Maigret. Todos vestidos de impecable Chanel. La colección Crucero 2016/2017 inauguró para el mundo un país que acaba de volver a abrirle la puerta, incluso más que el concierto de los Rolling Stones. En La Habana queda el ligero aroma de Chance de Chanel y mil interrogantes sobre un futuro que es incierto pero que promete magia.

 

Fotos de Ollivier Saillant, Anne Combaz y Stephane Feugere. Cortesía de Chanel.

Texto: Alejandra Nieto