¿Cuál es la importancia de la ropa en medio de la crisis política más significativa de Estados Unidos? País dividido sobre todo en dos partidos políticos, nunca antes había estado tan polarizado hacia lados tan diametralmente opuestos. Trump lidera un gobierno altamente cuestionable y parte de la población está tomando las calles para luchar con un sistema contra el que las demostraciones públicas parecen haber perdido poder. Como forma de resistencia, diseñadores de la talla de Tom Ford han decidido negarse a cualquier pedido de vestuario relacionado a la actual administración estadounidense. ¿Podrá la moda afectar a Trump?

Vestir o no vestir

Marc Jacobs declaró que prefiere enfocar su energía en ayudar a aquellos que sufrirán por las medidas anunciadas por Donald antes que vestir a la primera dama. Humberto Leon, diseñador de Kenzo y Opening Ceremony, dijo: «Nadie debería [vestirla] y si compra tu ropa declara que no lo apruebas. Tienes que saber quién eres». Otros nombres en contra de vestir a Melania son Sophie Theallet, Phillip Lim, Christian Siriano, Naeem Khan, Derek Lam, entre otros, pero quien más revuelo ha causado ha sido Tom Ford, grande entre grandes, quien además fue atacado por el actual presidente. Ford declaró: 

«Me pidieron que la vistiera hace unos cuantos años y lo rechacé. Ella no es necesariamente mi imagen. Y, ya sabes, la primera dama … aparte del hecho de que soy demócrata, que voté por Hillary y que estoy muy triste y desilusionado de que ella no esté a cargo, aparte de eso, incluso si Hillary hubiera ganado, no debería estar usando mi ropa, es demasiado cara, y no lo digo de mala manera. Quienquiera que sea el presidente, o la primera dama, debe usar ropa a un precio accesible para la mayoría de los estadounidenses, y usar ropa hecha en Estados Unidos. Mis ropas se hacen en Italia, son muy, muy caras. No creo que la mayoría de las mujeres o los hombres de nuestro país puedan relacionarse con eso, y creo que la primera dama o el presidente deben representar a todas las personas «. – Tom Ford

A estas declaraciones Donald respondió que Melania no está interesada en la ropa de Ford y que a él mismo nunca le gustó el diseñador. El presidente llegó a decir que Steve Wynn, CEO de Wynn Resorts, lo había llamado para decirle que le parecía tan mal lo que había dicho  Ford que había quitado su ropa de su hotel en Las Vegas. Cosa de «hechos alternativos», Tom Ford nunca vendió ropa en el hotel de Wynn. 

Por otro lado, tenemos diseñadores más que dispuestos a vestir a la primera dama, entre ellos Carolina Herrera. La diseñadora de origen venezolano parece no considerar sus iguales a los latinos que podrían ser deportados, entre ellos compatriotas suyos que regresarían a una sociedad en crisis. Vera Wang se ha declarado en duda, Stefano Gabbana ha dicho sentirse honrado de haberla vestido, y Diane von Furstenberg ha expresado interés en diseñar para la tercera esposa de Trump. 

¿Importancia?

Michelle Obama eligió, desde la primera inauguración, vestidos de diseñadores estadounidenses, especialmente de nuevos talentos de diferentes proveniencias. Bajo un mismo estilo, logró vestir a variedad de diseñadores, recurriendo a creadores foráneos solo cuando estaba de visita en otro país u otras contadas excepciones. Es así que su recorrido suntuario durante la era Obama fue uno de impulso para la moda y diseñadores locales, especialmente aquellos de origen menos privilegiado. Jason Wu, por ejemplo, fue una marca norteamericana que cobró presencia en el mundo entero luego de que la entonces primera dama la eligiera para un par de eventos. 

Michelle Obama en Jason Wu, bailando con su esposo, Barack Obama.

Melania, por su parte y bajo su costumbre, decidió copiar a otra primera dama: Jackie. Los Trump, a pesar de la apariencia de Donald, están intentando venderle a «middle america» que son la pareja que regresará el glamour a la Casa Blanca. La elección de la primera dama para la gala inaugural fue un vestido que ella misma diseñó junto al francés Herve Pierre. Para la toma de mandó se vistió del estadounidense Ralph Lauren, en otro evidente guiño al estilo de la señora Kennedy. En otras presentaciones la mayoría de sus elecciones fueron extranjeras. Lo cierto es que incluso cuando eligió marcas del país de su esposo, como en el caso de Ralph Lauren, estas se producen en plantas de Asia. La propia línea de ropa de Trump está hecha en ese continente, así como las líneas de su hija Ivanka. 

Las elecciones de moda de la primera dama son relevantes solo para un grupo de personas interesadas, pero como ha dicho Tom Ford, sientan ejemplo para los ciudadanos e incluso pueden ser una ventana hacia las decisiones de la administración. Como los trajes de Melania, el «make America great again» de Trump es una forma de ser estadounidense de la boca para afuera. Diseño «local», dijo el nacionalismo, pero el trabajo se quedó donde las empresas pueden pagar sueldos más bajos.

Por Alejandra Nieto