En esta entrañable conversación con su hija María Rosa Álvarez Calderón, Ysabel Larco, quien nos dejara en diciembre pasado, repasa los principales hitos de una vida intensa, ejemplar y memorable como fue la suya: la consolidación del Museo Larco, al que dedicó más de medio siglo de apasionada labor, como uno de los principales espacios culturales del país; su infancia en Chiclín; su devoción por el Señor de los Milagros; y quizás algo que pocos conocen: su decisiva participación para que las mujeres pudieran ejercer el derecho al voto en el Perú.

Por María Rosa Álvarez Calderón Larco.

Ysabel Larco

“Todos los años, cada vez que salía el Señor en procesión, un lindo ramo de orquídeas, que mamá ofrecía, adornaba las andas”, recuerda María Rosa Álvarez Calderón al hablar sobre la devoción de Ysabel Larco por el Señor de los Milagros, con cuya imagen aparece en esta fotografía.

En 2016, el Museo Larco cumplió noventa años de fundado. Durante cincuenta de ellos, mamá, Ysabel Larco, estuvo a la cabeza. Al terminar ese año logré convencerla de que me dejara entrevistarla. Me costó trabajo, tuve que apelar a su admiración y fidelidad a la obra de su padre, Rafael Larco Hoyle, recordarle lo importante que era celebrar ese acontecimiento y, de paso, aprovechar para conversar sobre otras cosas interesantes que hizo en su vida.

 

Ysabel Larco

Ysabel Larco siempre apoyó con entusiasmo el trabajo social de la madre María Soledad de Nuestra Señora de Guadalupe, priora del Monasterio de las Madres Carmelitas Descalzas Nazarenas.

La entrevista, a pesar de mi insistencia con ella, no se publicó en su momento. Ahora que ha partido, la comparto con ustedes.

Noventa años… ¿Cuáles son tus primeros recuerdos del museo?

Recuerdo que inicialmente estaba en varias casas chicas que se fueron uniendo, porque la colección iba creciendo. Más tarde se construyó, ahí en Chiclín, un local especial para albergarla. Recuerdo con qué amor mi padre estudiaba, el entusiasmo que tenía al descubrir culturas nuevas y la pasión por conocer lo que había detrás de ese huaco que sostenía en la mano. Después de trabajar en la hacienda, papá cruzaba de la oficina al museo para seleccionar y clasificar la colección. Los domingos salíamos a los pueblos aledaños en los que él buscaba ampliar sus estudios y conocimientos de la cultura. 

Ysabel Larco

Augusto y Chabuca se casaron en 1957 en la iglesia Virgen del Pilar. El año pasado cumplieron 60 años de casados.

¿Acompañabas a tu padre en esas investigaciones?

Sí, conversábamos mucho y me llevaba a su trabajo de campo donde me explicaba, por ejemplo, la importancia de la estratigrafía para establecer las edades de las culturas, con ese rigor científico que él tenía. Él trabajó su propuesta de épocas peruanas con este método. Me parece increíble que el Museo Larco cumpla noventa años. Qué feliz estaría mi padre al ver que su obra perdura. Mi padre falleció en 1966, pero su obra está vigente y perdurará.

Ysabel Larco

Detrás: Yvonne Casabonne (nuera), Milagros y Augusto Álvarez Calderón (padre), Ysabel Larco, Fernando de Trazegnies (yerno), Augusto y María Rosa Álvarez Calderón. Delante: Andrés y Rafael Álvarez Calderón.

El voto de la mujer 

 Ahora que hemos hablado de reconocimientos, fue muy lindo el que te hizo el Congreso por los cincuenta años del voto de la mujer. Cuéntame la anécdota de cómo se consiguió el voto…

Ysabel Larco

Ysabel y Ana María Álvarez Calderón de Olaechea, amigas entrañables.

Estábamos en una feria taurina, los toreros iban a visitar a los ganaderos y mis padres decidieron que ya no vinieran uno por uno, sino que lo hicieran juntos. Vinieron unos amigos chilenos que se enteraron de que venían los toreros del momento, y me pidieron ir para conocerlos. Estando en el coctel les dije para ir a la corrida del domingo, y una de ellas me respondió que era imposible porque tenían una manifestación en Chile a favor del voto de la mujer que era muy importante, por lo que tenían que ir. Ahí me di cuenta de que en el Perú la mujer no votaba. Eso me hizo pensar en buscar el voto para que abriera las puertas a la mujer.

Ysabel Larco

Ysabel Larco con la reina Sofía de España, quien realizó una visita privada al Museo Larco.

Comencé a investigar por qué no teníamos el voto, y encontré que ya habían intentado conseguirlo otras mujeres, entre ellas la hija del presidente Cáceres. Vino a mi oficina Rosario Ortiz de Zevallos Thorndike a consultarme algo de trabajo, le propuse ese proyecto y buscar a las mujeres que estaban actuando para buscar el voto de la mujer sin distinción de credo político ni religioso. Hicimos una lista. Visitamos a Rosario Aráoz (directora de la Escuela de Servicio Social del Perú), Matilde Pérez Palacios (directora de la Escuela de Periodismo), Susana Solano (abogada aprista), Ángela Ramos (periodista de izquierda), Lola Idiáquez y Luisa Montori (Acción Católica). Todas accedieron y nos empezamos a reunir en casa.

Ysabel Larco

Contemplando al Señor de los Milagros recién subido a sus andas, con la madre Soledad.

Una tarde, estábamos en plena declaración de principios con proyecto de salir a manifestar a las calles cuando llegó de visita a mi padre el doctor Domingo López de la Torre, senador de la República y asesor del presidente Odría. Al pasar por el salón camino a encontrarse con mi padre, observó que yo estaba con todas estas señoras que identificó inmediatamente por ser conocidas por la actividad que tenían. Le preguntó a mi padre: “¿Qué hace Chabuca con estas señoras?”. Papá le respondió que estábamos trabajando para obtener el voto para la mujer y que Pedro Beltrán nos estaba apoyando. Salió el doctor López de la Torre directo donde el presidente Odría y le contó lo que había visto, advirtiéndole que estábamos listas para salir a la calle. Entonces el presidente le pidió que se sentara a la máquina de escribir a redactar el proyecto de ley y lo llevara a primera hora al Parlamento. Se aprobó.

Ysabel Larco

Javier e Yvonne Luna le rinden homenaje en su última Bajada de Reyes (2017).

Mamá, siempre llena de vitalidad, entusiasmo y curiosidad, nos dejó a los ochenta y ocho años. No lo esperábamos, pero se fue en paz y con una dulce sonrisa.

Para los que creemos, Él la ha recibido ya.

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Lee la entrevista completa en la edición de COSAS 634.