Luego de las severas consecuencias de un aneurisma y de pasar años en rehabilitación, la actriz está de regreso en Hollywood. En esta entrevista exclusiva habla del largo camino que la obligó a aprender nuevamente a leer, escribir, hablar y caminar, y de las grandes lecciones que recibió en el proceso.
Por Yenny Nun, desde Los Ángeles
Hacía bastante tiempo que no veíamos a Sharon Stone en pantalla. La última vez fue en 2013, cuando interpretó a la madre de Amanda Seyfried en “Lovelace”, un biodrama sobre Linda Lovelace, la famosa estrella pornográfica. ¿Qué había sucedido con la superestrella de los noventa; con la actriz que se hizo mundialmente famosa cruzando las piernas en “Bajos instintos”? Lo único que sabíamos es que, en octubre de 2001, Sharon tuvo que ser internada en un hospital de San Francisco luego de intensos dolores de cabeza. Fue llevada de urgencia al recinto por Phil Bronstein, que era todavía su marido, y ahí se le diagnosticó un derrame cerebral provocado por un aneurisma, probablemente producido a raíz de un accidente de equitación.
Desde entonces, la actriz no se refirió nunca a su enfermedad, salvo en una entrevista a “Paris Match”, donde explicó que había visto la luz blanca que delimita la frontera con el más allá, que pudo ver a su padre fallecido y escuchar las voces de los dos hijos que perdió durante sus embarazos. Una experiencia que la llevó a un camino espiritual de autoconocimiento y ayuda al prójimo.
Nos reunimos con ella durante la promoción de “Mosaic”, su primer rol importante en muchos años, una miniserie dirigida por Steven Soderbergh y Martin Scorsese con un final interactivo, elegido por los televidentes. Allí la actriz interpreta a una escritora de cuentos infantiles que es víctima de un asesinato.
Sharon entra al salón del Four Seasons Beverly Hills con un look totalmente renovado y un corte de pelo muy moderno, sin representar los sesenta años que cumplió el 10 de marzo. Dice que se siente feliz de estar de regreso, y ahora, recuperada, habla por primera vez de su terrible enfermedad.
“Se trató de un derrame cerebral, una hemorragia que duró nueve días y cambió mi vida para siempre. Nunca imaginé que estaría tan agradecida de llegar viva a los sesenta. Prefiero que este sea un cumpleaños con muy poco ruido, muy distinto a mis cincuenta. El derrame me dio una nueva perspectiva, y ahora estoy muy consciente de lo que realmente importa. Después de sufrirlo no sabía si sería capaz de volver a trabajar. Mi primer rol, luego de mi recuperación, fue en un episodio de ‘Law and Order’, una experiencia muy extraña, porque estaba acostumbrada a trabajar en grandes producciones. No sabía si sería capaz de memorizar mis parlamentos, porque perdí mi memoria fotográfica, y muchas veces me sentía confusa, sin entender lo que ocurría a mi alrededor. Por suerte, me estabilicé y, ahora, puedo trabajar sin problemas. Puedo aprender treinta páginas de libreto sin dificultad”.
¿Qué síntomas tuviste?
Al principio, terribles dolores de cabeza. Y cuando regresé a mi casa desde el hospital, caminaba sobre las puntas de los pies y no podía ver con el ojo izquierdo ni escuchar con mi oído izquierdo. Se había roto mi arteria vertebral ubicada al lado derecho, que alimenta mi cerebro. Los doctores no lo sabían, porque el primer angiograma no lo detectó. La arteria se rompió con tal fuerza, que el flujo sanguíneo golpeó el nervio que alimenta mi ojo y mi oído. Durante años no tuve visión en mi ojo derecho, todo se oscurecía. Aun así, pretendía que estas cosas no estaban ocurriendo.
¿Cómo así?
Usé lentes color púrpura para disimular. Recuerdo que en una oportunidad estaba en Cannes, en la gala de AmFAR que recauda dinero para la lucha contra el sida, lista para comenzar como animadora del remate, cuando perdí la visión. Me había puesto un traje rojo con pantalón de Versace, porque me habría visto extraña en un vestido de noche con los anteojos. Una amiga se sentó en la primera fila y me hizo señas cada vez que alguien levantaba la mano en un sector que yo no veía. Todavía no me explico cómo salió todo bien.
¿Cuánto tiempo tomó tu recuperación?
Me tomó años recuperar la sensación en la pierna izquierda. Mi cadera también estuvo inestable. Pero, finalmente, me estabilicé. Mi médico salvó mi vida; hoy es el director del Instituto Neurológico Barrow, en Arizona.
¿Tuviste que someterte a rehabilitación?
Por supuesto. Durante tres años ni siquiera podía escribir mi nombre, no podía hacer que mi brazo escuchara a mi cerebro. Tuve que aprender nuevamente a leer, escribir y hablar, porque tartamudeaba. Nunca antes había contado todos estos detalles, porque pensé que si lo hacía, no volvería jamás a trabajar. Ahora puedo hacerlo, y siento lo que he vivido como una gran victoria.
¿Te preocupa sufrir otro derrame?
No, aunque mi abuela murió de un derrame y mi madre tuvo uno pequeño. Por suerte, tengo muy baja presión y bajo colesterol. No estoy preocupada. Vivo una vida muy sana, un poco hippie. Y todavía ando a caballo, porque me encanta. Incluso juego polo sobre hielo, lo que es un poco extremo, pero con casco.
El regreso
¿Encontraste muchos cambios en Hollywood a tu regreso?
Muchos. Todo se hizo digital, por ejemplo, y ya no hay cortes cuando filmamos escenas, lo que me parece fantástico.
¿Y en tu vida diaria?
Noté varios cambios, como que no había necesidad de humedecer las estampillas porque ahora eran autoadhesivas, o el nuevo sistema de pago con tarjetas de crédito en los supermercados. Fue como si hubiera estado en una prisión y hubiera salido a un mundo totalmente nuevo.
¿Te costó regresar a Hollywood?
No mucho. Contraté un nuevo manager, firmé con CAA (Creative Artists Agency) como mis agentes, e inicié una miniserie con Paolo Sorrentino y una película con Eva Sørhaug, una directora escandinava extraordinaria, que llevaremos al Festival de Toronto. Ahí interpreto a una narcotraficante de heroína que vive en los suburbios. Me interesó el tema, porque estoy muy preocupada por la epidemia de opioides que existe actualmente en Estados Unidos. También estoy en conversaciones con Bette Midler para coprotagonizar con ella una comedia. Y estoy estrenando esta miniserie, “Mosaic”, dirigida por Steven Soderbergh y Martin Scorsese. Tengo ofertas de grandes realizadores y continúo con la labor filantrópica que tanto amo. Aún tengo inseguridades, pero me ha ayudado mi fuerza de voluntad.
Desde tu regreso, ha habido una enorme cantidad de acusaciones en casos de acoso y abuso sexual en Hollywood. ¿Qué opinas al respecto?
Debemos permitir que las mujeres puedan contar lo que les sucede y que haya consecuencias de ello. Estoy agradecida de que la prensa esté abriendo un espacio para esas acusaciones, pero no estoy segura de que sea lo que corresponde. Hay que ser realistas. Deberíamos enfocarnos en los colegios y las universidades, donde hay que enseñar a los jóvenes lo que está sucediendo. Ese es el lugar de germinación del problema, donde todo comienza y donde todo debería terminar. Necesitamos enseñar a los chicos pospúberes lo que está bien y lo que está mal. Si se llega al extremo de que personas de cuarenta, cincuenta o sesenta años estén siendo juzgadas por los medios, es porque hemos sobrepasado el límite y lo hemos hecho por demasiado tiempo. Hay que cuestionarse qué tipo de sociedad hemos construido.
¿Ves alguna solución para personas como Harvey Weinstein y decenas de otros en su posición?
¿Sería posible crear una especie de “verdad y reconciliación”? Estas personas podrían quizás reconocer: “Hice esto, acepto las consecuencias, estoy en tratamiento y espero volver a trabajar”. O podemos irnos al otro extremo y no dejarlos trabajar nunca más. Las cosas no son blanco o negro, tenemos que respetarnos y respetar a los demás en este proceso. Creo que lo importante es que las personas que actuaron mal, asuman su responsabilidad. Y creo que el movimiento Time’s Up es totalmente necesario y valioso.
¿Te ha sido difícil ser una estrella al estilo del Hollywood tradicional en lugar de una actriz como muchas?
Cuando eso ocurre, es como si una luz brillara sobre ti. Pero no siempre brilla, y eso fue lo que me ocurrió. Aunque pienses que estoy loca, sabía que iba a volver a brillar. He conocido la luz y la oscuridad, y cuando eres famoso a veces la luz es demasiada. Me refiero a personas como Tom Cruise o Leo DiCaprio, a todos los que se mantienen en la cima durante mucho tiempo. Francamente, no sé cómo lo hacen. La fama es un fenómeno que le ocurre a algunas personas, y me ocurrió a mí. Sabía que llegaría, que era parte de mi destino y mi vida, y por lo mismo no me sorprendió. La he usado para hacer cosas positivas, mucha filantropía, y eso me salvó de conductas adictivas, de volverme loca y creerme el centro de atención. Tienes que esforzarte en crecer, en ser una persona valiosa y no parecer una idiota, una princesa inflada y sin profundidad.