En “O Mecanismo”, la serie brasileña que se estrena el 23 de marzo en Netflix, el director de la aclamada “Tropa de élite” aborda el caso ‘Lava Jato’, el escándalo de corrupción más importante de todos los tiempos en su país, el mismo que extendió sus tentáculos al resto de América Latina, con especial énfasis en el Perú. En esta entrevista, el también director de la serie “Narcos” nos cuenta por qué se obsesionó tanto con una historia de la vida real cuyo desenlace, desgraciadamente, aún no conocemos.
Por Raúl Cachay A.
José Padilha es un realizador que jamás esquivará la controversia. Tropa de élite, la película que lo lanzó a la fama hace exactamente una década y que le valió reconocimientos tan trascendentes como el Oso de Oro de Berlín, recibió innumerables críticas por la forma en que exponía, pero nunca juzgaba, los brutales métodos policiales en las favelas de Río de Janeiro. En su momento, esa cinta llegó a ser calificada de ‘fascista’ y de promotora de la violencia por cierto sector de la prensa, aunque a estas alturas ya nadie podría cuestionar su condición de clásico del cine brasileño contemporáneo.
Hoy, tras el sucesivo éxito de producciones para el cine y la televisión, como Bus 174 y Narcos, Padilha vuelve a contar una historia ambientada en su país, aunque esta vez proviene de la vida real: en la serie O Mecanismo, que se estrena en Netflix este 23 de marzo, narra con notable ritmo dramático los orígenes y pormenores del llamado caso ‘Lava Jato’, el mismo que sigue produciendo revelaciones sísmicas en prácticamente todos los rincones de la región, como en nuestro país, donde la sola mención de los apellidos Barata u Odebrecht es capaz de provocar crisis nerviosas en todas las bancadas políticas.
Cuando a Padilha –quien escribe una columna para el diario O Globo que suele estar consagrada a denunciar la corrupción en su país, en especial la del caso ‘Lavo Jato’– se le pregunta por qué decidió contar una historia como esta, de la que claramente aún restan muchos capítulos por escribirse, la respuesta es obligatoriamente larga y enérgica. Padilha, como usted o como yo, está sencillamente harto de que la corrupción se haya transformado en una enfermedad que ha contaminado prácticamente todos los ámbitos de la sociedad.
“Creo que en la actualidad hay dos países de extrema importancia que no puedes perder de vista en América Latina: uno es Venezuela. Venezuela es el ejemplo perfecto de lo que puede ocurrir cuando la corrupción es aceptada impunemente. Y te permite entender que la derecha puede ser corrupta, pero también la izquierda. La corrupción en América Latina no tiene ideología. Una de las razones por las que el problema de la corrupción en nuestros países parece no tener solución es que las personas no se dan cuenta de que este no es un asunto de ideologías. La derecha y la izquierda, ambas han sido estropeadas. Muchos pierden el tiempo peleando unos con otros sin reparar en que los verdaderos enemigos son los grandes políticos”, dice el director a través del teléfono.
“El otro país al que debes prestar atención para entender el problema de la corrupción es Brasil. Brasil es un país que, finalmente, ha decidido asumir sus circunstancias, y ha expuesto el hecho de que la corrupción no es algo que ocurre de vez en cuando, sino que se trata del principio sobre el que está organizada toda la vida política. Cada uno de los hechos políticos que se dan en mi país está vinculado de una manera o de otra con la corrupción. Los políticos son financiados por grandes corporaciones, como Odebrecht, para que luego, al llegar al poder, puedan beneficiarlas firmando contratos con presupuestos sumamente inflados.
Este ‘mecanismo’ ocurre en las ciudades pequeñas, en los estados y en el Gobierno Federal. Ocurre en el poder Ejecutivo y en el Legislativo. Lo que estoy tratando de decir es que si un alcalde en un pueblo remoto de la Amazonía tiene que comprar lápices para la escuela local, es seguro que habrá alguna forma de corrupción involucrada. Lo mismo ocurre con el gobernador de Río al construir un estadio gigantesco para los Juegos Olímpicos. Esa es la lógica del sistema. Insisto, no se trata de ideologías. Esa misma lógica es la que existe en Venezuela, donde se ha perdido por completo el control, y también en Perú, Argentina, Colombia, México… Así es como funcionan las cosas en América Latina. Y por eso es muy importante que todos conozcan cómo se están dando los hechos en Brasil. Los empresarios corruptos, los políticos importantes involucrados en la corrupción, un gobernador, la cabeza del Congreso, todos están en prisión; un expresidente está a punto de ser arrestado y el actual está bajo investigación… aquí se ha expuesto todo el esquema de corrupción.
Lo que ocurra aquí será una buena lección para los demás países: quizá Brasil realmente consiga deshacerse del “mecanismo”, se reformen las estructuras del país y se logre crear una mejor sociedad. Pero quizá no. De repente los políticos terminan ganando al final del día. Quizás el Poder Judicial demuestre ser igual de corrupto y acabe traicionando a los ciudadanos. Pase lo que pase, Brasil puede ser un modelo a seguir para otros países, especialmente el Perú.
¿Cuáles cree que serán las repercusiones que tendrá O Mecanismo en países como Brasil o el Perú?
La verdad es que no lo sé. Desafortunadamente, en Brasil, Perú, Argentina y el resto de nuestros países debemos enfrentar el hecho de que muchos de los intelectuales están enfrascados en batallas ideológicas, y así tenemos que la izquierda hace lo imposible por defender a Lula o Chávez, mientras la derecha hace lo propio por otros personajes igualmente corruptos, sin darse cuenta de que “el mecanismo” siempre estuvo ahí y siempre fue el mismo. No importa si es un partido de izquierda, de derecha o una coalición: son todos corruptos. Y es que la misma lógica de nuestras democracias es corrupta. Yo espero que la serie ayude a las audiencias latinas a entender todo esto. Las ideologías y la democracia en nuestros países son una farsa.
¿Cuál ha sido el principal desafío de contar una historia que sigue en desarrollo?
Creo que este es el momento oportuno para contar la historia de “O Mecanismo”, porque la serie puede marcar una diferencia, al generar nuevas corrientes de opinión e influir de alguna manera positiva en los resultados de la investigación que sigue en curso, y no a favor de un partido político o de otro, porque honestamente pienso que todos los partidos políticos en Brasil deberían extinguirse, sin excepción. Pero creo que este es el momento de enfrentar este problema, cuando aún está caliente y no hay un desenlace.
Se han cumplido diez años del estreno de “Tropa de élite”, que en su momento despertó una gran controversia. ¿Qué significado tiene esa película para su carrera?
“Tropa de élite” fue muy importante para mí. No me importa la controversia, me gusta hacer películas que hagan pensar a la gente. No trato de ser bueno o malo con el público, solo pretendo expresar cómo siento ciertos aspectos de la realidad, para que a través de mi mirada la gente pueda sacar sus propias conclusiones. Ahora me pasa algo parecido con “7 Days in Entebbe”, que es una película que he disfrutado mucho y me encanta, pero que también ha creado mucha polémica porque en ella decidimos no tomar partido por ningún lado, ni por Israel ni por Palestina. Por eso la película no ha gustado mucho entre los israelíes y los palestinos. Pero aun así estoy seguro de que la percepción de un lado o de otro dentro de diez años será muy distinta. Como dije, me gusta que mis películas hagan pensar a la gente. Diez años después, “Tropa de élite” lo sigue haciendo.