El hijo mayor del presidente de Estados Unidos anunció junto a quien todavía es su esposa que han iniciado el proceso de divorcio. Los rumores acerca de las razones de la ruptura son muchos: una supuesta infidelidad de parte de Trump Jr. con una actriz, la ausencia de este por sus viajes de negocios e, incluso, que él la trataba como a una “ciudadana de segunda categoría” al no darle el dinero suficiente para mantener a su familia.
Apenas ha pasado poco más de un año desde que Donald Trump es presidente de Estados Unidos pero, aun así, los escándalos que van más allá de la política pululan en la Casa Blanca, probablemente más que nunca en la historia del país más poderoso del mundo. El divorcio de Donald Trump Jr. y Vanessa Trump, que también tiene matices de escándalo, se suma a la ola de noticias que fruncen el ceño de un presidente con opositores en cada esquina de su país y del mundo.
“Después de doce años de matrimonio hemos decidido iniciar caminos separados. Tendremos siempre un inmenso respeto el uno al otro y a nuestras familias. Tenemos cinco maravillosos hijos juntos y son nuestra prioridad. Pedimos que se respete nuestra vida privada”, afirmaron en un comunicado conjunto Donald Jr. y Vanessa.
Aparentemente, los problemas matrimoniales de la pareja no son una novedad para su círculo más cercano debido, principalmente, a la inmensa carga laboral que ostenta el mayor de los hijos del presidente estadounidense, quien tiene a su cargo, junto a uno de sus hermanos, la dirección de la Organización Trump. Este organismo se encarga de expandir la presencia del apellido Trump por el mundo; sobre todo financiando megaobras valorizadas en miles de millones de dólares.
La permanente ausencia de Donald Jr., quien se encuentra constantemente viajando en nombre de la organización, sería la razón primordial de una ruptura que, según el comunicado difundido por ambos, no implicará una batalla legal de proporciones. Sin embargo, otras versiones hablan de una ruptura poco amistosa y provocada por engaños y malos tratos. Vayamos por partes.
Donald, el alcahuete
La pareja se conoció en 2004 gracias a Donald Trump. El ahora presidente estadounidense, dueño entonces del concurso Miss USA, se encargó de presentar a su primogénito a Vanessa Kay Haydon, la ganadora del certamen de ese año. Ella, graduada en Filosofía, comentó a “The New York Times” en 2006 que se trató de un momento incómodo. “Donald se acercó a mí con su hijo y me dijo: ‘Hola, soy Donald Trump, quería presentarte a mi hijo, Donald Jr.’”.
La conversación, según la entonces modelo, se volvió cada vez más incómoda, llena de silencios y miradas hacia los lados. Pero la situación empeoraría. “Un momento después”, continúa Vanessa en la misma entrevista, “se me vuelve a acercar Donald con su hijo. ‘Creo que no has conocido a mi hijo Donald Jr., ¿verdad?’. A lo que respondí: ‘Sí, lo recuerdo literalmente de hace cinco minutos’”. Seis semanas después se volvieron a encontrar en una fiesta de un amigo en común. No se reconocieron, aunque, después de conversar por una hora, ella lo identificó. “Espera… tú eres el que estuvo en el Miss USA. ¡El del padre retardado!”. Él asintió un poco avergonzado, y podría decirse que ahí empezó a edificarse lo que sería un matrimonio de doce años.
El principio del fin
La noticia que más ha dado la vuelta al mundo en relación con la pareja se produjo en 2011, y, aunque no ha sido la única con tintes de escándalo, fue muy explotada por la prensa rosa. En ese entonces, Trump Jr. era parte del jurado del reality creado por su padre, “The Celebrity Apprentice”, y una de las participantes, aparentemente, llamó su atención. Se trata de la cantante y modelo estadounidense Aubrey O’Day, quien formaba parte de la banda de pop Danity Kane.
Los rumores dicen que el amorío que sostuvieron Trump Jr. y O’Day se dio cuando Vanessa estaba en su tercer embarazo, y que él estuvo a punto de dejar a su familia por su amante. Todo explotó un tiempo después, cuando Vanessa –siempre siguiendo la imprecisa ciencia de la rumorología– encontró en el celular de su marido unos mensajes bastante subidos de tono enviados por la cantante. Donald Jr. no negó nada, y ella, por decirlo de alguna manera, le dio una segunda oportunidad. Fuentes cercanas al matrimonio señalan que ese fue el principio del fin de la relación.
Otras versiones dan mayor importancia a la figura de Donald Trump padre, quien habría intervenido para que su hijo reconsiderara la idea de abandonar a su familia por O’Day. Trump habría puesto énfasis en la mala imagen que le daría al apellido –y con ello a los miles de millones que movían sus empresas familiares–, por lo que su primogénito habría reconsiderado su decisión. De cualquier manera, lo cierto es que ambos sobrevivieron al escándalo de 2011, aunque no por demasiado tiempo.
El portal Page Six soltó hace algunos días una noticia que no tardó en generar escándalo. Donald Trump Jr., miembro de una de las familias más ricas de Estados Unidos, habría tratado a Vanessa como a una “ciudadana de segunda categoría” al darle muy poco apoyo financiero.
“Le da poca ayuda económica. Es muy raro verla pagar una cuenta porque no tiene con qué, y no es que viva una vida particularmente glamorosa”, dice la fuente. Otra persona citada por el mismo portal sostiene que Vanessa tiene que recurrir a su madre para conseguir un poco de dinero que pueda invertir en sí misma. Esa austeridad, que los usuarios de las redes sociales no han dudado en calificar de tacañería, sumada a la infidelidad con O’Day, habría sido la gota que derramó el vaso para Vanessa.
Una chica sencilla
Vanessa Kay Haydon nació en 1977 en Nueva York. Hija de Bonnie Haydon, la dueña de la agencia de modelos Kay Models, creció en un lujoso condominio en el Upper East Side de Manhattan, uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. Aunque participó en campañas para conocidas marcas de ropa y protagonizó diversas sesiones de fotos, su primera gran aparición fue en el cine, en 2003, cuando compartió brevemente la pantalla con Jack Nicholson y Diane Keaton en la cinta “Something’s Gotta Give”.
Antes, en 1999, cuando la modelo era todavía una desconocida, se le asoció con el entonces nuevo chico de oro de Hollywood, un tal Leonardo DiCaprio. De hecho, ambos se dejaron ver juntos en discotecas y clubes de Los Ángeles, lo cual fue, en su momento, una “prueba” más de uno de los muchos affaires que tendría el actor con modelos (voceros de la ahora esposa de Trump Jr. han negado en diversas ocasiones que Vanessa haya tenido algún tipo de relación con el protagonista de “The Revenant”).
Según fuentes cercanas a ella, Vanessa es una chica sencilla, que no disfruta demasiado con la presencia de los medios de comunicación en su vida. Ella, si pudiera elegir, viviría una vida normal, sin demasiado glamour ni presión social. Queda claro que su visión de la normalidad está moldeada por su infancia en el Upper East Side siendo una modelo, pero es cierto que no se imaginó formando parte de una de las familias más célebres de Estados Unidos. “Ella es por naturaleza una persona muy discreta y no se siente cómoda con la atención que su familia está recibiendo ahora que están en el escenario mundial”, señaló una fuente a Page Six. “Ella ya tenía planeado plantearle el divorcio, pero Trump ganó la elección. Nadie –ni ellos mismos– esperaban que la familia terminara teniendo un rol tan protagónico, y a partir de ese momento se prometieron mantener el matrimonio hasta el final del gobierno”, agregó la misma fuente.
El cazador de elefantes
En noviembre del año pasado, Donald Trump volvió a llamar la atención por las razones equivocadas. Su administración anunciaba que levantaría la sanción impuesta por el gobierno de Obama a la importación de cabezas, colas y patas de elefantes de Zimbabue como trofeos de caza, una práctica sorprendentemente común entre los cazadores estadounidenses. Unas semanas antes, ya se había anunciado que la intención era también levantar una sanción comercial parecida en Zambia.
Nada de esto vendría al caso si el protagonista principal de nuestra historia no fuera, entre otras cosas, un ilustre cazador de elefantes. Una foto subida por el portal Hunting Legends volvería a circular cuando la sanción se levantó. En ella se podía apreciar a Trump Jr. posando orgulloso con la cola de un elefante cuyo cadáver yace a su lado. Según fuentes cercanas a la familia, esa es una faceta que Vanessa siempre ha desaprobado y que ha generado malestar en la pareja.
El primogénito de la familia es también uno de los más asiduos defensores de la libertad de comprar armas que rige en casi todos los estados del país, un tema que está siendo particularmente fiscalizado por la sociedad civil tras las últimas matanzas perpetradas en institutos educativos en Estados Unidos. Incluso, Trump Jr. habría decidido celebrar su soltería sacando un nuevo permiso para portar rifles en Pensilvania, una autorización que tiene vigencia por cinco años. Se dice que no sacó el permiso en Nueva York porque en ese estado la ley exige que se revisen los estados financieros del portador, algo que habría incomodado al hijo del presidente.
Su presencia en redes sociales es casi tan frecuente y delirante como la de su padre. Hacia finales de 2016, por ejemplo, Trump Jr. tuiteó la foto de un plato lleno de caramelos, y la acompañó con la siguiente reflexión: “Si yo tuviera un bol de caramelos y te dijera que si te comieras tres, te morirías… ¿Cogerías un puñado? Pues ese es el problema de los refugiados sirios”. Seguido del “Make America Great Again”, el lema de campaña de su padre.
Por esta y muchas otras razones, Trump Jr. ha sido sindicado como el heredero principal del imperio que ha construido su padre y, ahora que la familia ha incursionado en política, también como una suerte de delfín político del presidente estadounidense.
La familia primero
Tras el anuncio del divorcio, Vanessa y Donald Jr. han optado por mostrarse más cordiales que nunca, y por dejar claro que lo más importante para ellos es que sus hijos sufran lo menos posible con la separación. Días después de que la noticia recorriera el mundo, el hijo del presidente decidió irse con los niños al resort de Mar-a-Lago que pertenece a su familia. Allí, se dejó ver con sus hijos jugando, pescando y disfrutando de los primeros rayos de sol primaveral.
Vanessa, por su parte, no dudó en poner “Me gusta” a las publicaciones de las fotos de su marido con sus hijos, lo cual habla de la relación cordial que aún mantienen. De hecho, Vanessa llegaría luego a Mar-a-Lago (donde la pareja se casó en 2005) para reunirse con los pequeños, con quienes se mostró tan cariñosa y jovial como siempre. Quien no volvió a aparecer en las fotografías familiares fue Donald Jr., ya que aparentemente dejó el resort cuando llegó Vanessa, algo que la prensa estadounidense ha interpretado como una buena decisión para la salud mental de los niños, quienes tienen que empezar a hacerse la idea de que sus padres ya no son una pareja.