La menor de las hijas de Donald Trump no tiene un vínculo muy cercano con su padre, según ha publicado la revista “People”. Tiffany creció en Los Ángeles con su madre, Marla, y desde que Donald asumió la presidencia, casi ni se hablan.
Que una persona se sienta incómoda ante la presencia de Donald Trump no debería admirar a nadie. Lo sorprendente, en realidad, sería que no fuera así. Pero que esa persona sea una de sus hijas es, por lo menos, curioso. Es el caso de Tiffany Trump, la cuarta hija de Donald Trump, único fruto de su segundo matrimonio con Marla Maples. Tiffany creció muy alejada de su padre, ya que fue criada en Los Ángeles, a miles de kilómetros de Nueva York, donde el ahora presidente de Estados Unidos construyó su imperio.
Tiffany, de veinticuatro años, se mudó a Washington el año pasado, donde estudia Derecho en la prestigiosa Universidad de Georgetown. Sin embargo, a pesar de la proximidad geográfica con la residencia de su padre, según una fuente citada por la revista People, casi nunca habla con el presidente.
“Desde que Trump asumió la presidencia, Tiffany y su padre a veces han pasado meses sin dirigirse la palabra, y más tiempo aún sin verse. La última vez que estuvieron juntos, fue incómodo para ella y no se sintió totalmente bienvenida”, indica la fuente, una persona cercana a ella.
En 2016, Tiffany fue parte de la campaña de Trump para la presidencia, e incluso dio un discurso en la convención republicana de ese año apoyando la candidatura del ahora presidente.
Días después, declaró a la prensa que tenía una buena relación con su padre, “a pesar de que no siempre hablamos. De hecho, conservo las libretas de notas del colegio en las que él me dejaba mensajes de ánimo”. Ahora, todo parece indicar que esas declaraciones fueron parte de una estrategia para transmitir la imagen de un padre preocupado y dedicado a su hija a pesar de la distancia. Una imagen que no se condice con la realidad.
Una nueva ruptura
En nuestra última edición habíamos hablado del divorcio de Donald Trump Jr. de Vanessa Trump, pero, como se ha podido confirmar en estos días, no ha sido la única ruptura en la familia. Resulta que Tiffany Trump también se ha separado de su novio, Ross Mechanic, con quien tenía una relación hace dos años.
Según el portal Page Six, una fuente cercana a la pareja mencionó que “la relación se había vuelto bastante seria, pero se separaron de manera discreta el año pasado. Todo fue a raíz de mudarse a Washington, porque Ross no quería que ella fuera allí sin él, ya que él vive en Nueva York. Quería estar con ella las veinticuatro horas, los siete días de la semana, y con Tiffany en otra ciudad era un gran conflicto, así que decidieron seguir sus caminos por separado”.
Aparentemente, la relación entre Tiffany y Ross tampoco era fácil debido a que él era un confeso activista a favor de las causas del Partido Demócrata, algo que a Donald Trump no le hacía ninguna gracia. De hecho, hace poco, Tiffany le dio “me gusta” a una publicación en la que Ross apoyaba la inmensa marcha a favor del control de la venta de armas –una de las más multitudinarias en la historia de Estados Unidos–, algo con lo que el presidente estadounidense está absolutamente en desacuerdo. Con la separación a cuestas, el mandatario no tendrá que preocuparse por las opiniones de su ahora exyerno.