Como la mayoría de pilotos de Fórmula 1, Claudio ha empezado su carrera automovilística a bordo de un kart. El joven deportista, hijo de padre peruano y madre alemana, reside en España, pero vino a nuestro país para las fiestas navideñas. En el reconocido circuito de La Chutana, el kartista demostró que ser piloto es lo suyo. Y que esto recién empieza.
Por Vania Dale Alvarado
Fotos de Javier Zea
Claudio Loredo tiene 10 años y una envidiable convicción acerca de lo que quiere para su futuro: ser uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 del mundo. Y no se trata de la típica respuesta infantil ante la trillada pregunta “¿qué quieres ser cuando seas grande?”. Claudio nunca quiso ser bombero ni policía, sino piloto. Siempre piloto.
Su relación con los fierros se remonta a hace aproximadamente siete años, cuando, con solo 3, quedó maravillado con la película animada “Cars” y le dijo muy serio a su padre: “Papi, algún día voy a ganar una copa pistón”. Al mes siguiente, este lo llevó a unos juegos mecánicos y Claudio se montó en los famosos carros chocones. Allí sorprendió a todos con su destreza para esquivar a quienes osaban perseguirlo. Un año después de esa experiencia, el pequeño hacía alarde de su innata habilidad tras el volante en un circuito de carreras. A partir de ahí, su padre tomó la inteligente decisión de invertir en lo que sería el primer gran paso de este prometedor camino: comprar un kart para Claudio. “Aunque de cuarta mano”, comenta entre risas un orgulloso Juan Antonio Loredo. Ya con 5 años, el niño ganó la primera carrera en la que compitió: la Go Kart Magaluf. Después de tan buen augurio, no ha dejado de manejar hasta hoy. Y no piensa dejar de hacerlo.
“Estoy más tranquilo conduciendo que haciendo cualquier otra cosa”, afirma absolutamente ecuánime, con la seguridad y la madurez mental del piloto más experimentado del mundo. Su voz es clara y dulce. Por eso, verlo enfrentar curvas a más de 116 km por hora y a solo 6 cm del piso resulta hasta contrastante. Cuando le pregunto si tiene miedo, Claudio pareciera no saber de qué hablo. No es una sensación que asocie con el karting. El caso de su madre, sin embargo, es distinto. Eva Kraus recurre a su cámara de fotos para contrarrestar los nervios que la invaden al ser testigo de las competencias de su hijo, de cada curva que toma y de los pilotos –normalmente mayores que él– que amenazan con rebasarlo y hacerle perder el control del volante. Confiesa que hacer las veces de fotógrafa es, para ella, la única manera de mantener la calma durante sus participaciones. De hecho, es una afición que ha ido desarrollando junto a él, carrera a carrera.
El padre de Claudio, por su lado, se mantiene al filo de la pista. Como una suerte de manager, este papá entusiasta se enfoca en el lado más técnico de la performance. Al igual que su esposa, se sale –de algún modo– del rol paternal para observar minuciosamente el desempeño del deportista en la pista y mejorar la estrategia.
La pareja se conoció en Barcelona, cuando Juan Antonio, peruano de nacimiento, había desistido de su idea de echar raíces en España, país al que había migrado, como muchos compatriotas, en busca de un futuro mejor. Justo cuando más inhóspito se volvía el antiguo continente para Juan Antonio, porque extrañaba demasiado a su familia, conoció a Eva, una alemana que había hecho tan buenas migas con algunos peruanos residentes en Europa que, entre broma y broma, decía que se iba a terminar casando con uno. Y así fue. Los novios se unieron en matrimonio en 1999 y, tres años después, nació Annika, quien ahora tiene 12 y practica equitación. Claudio llegó a sus vidas en 2005 y, al igual que sus padres, lo suyo con los autos fue un flechazo inmediato.
En sus cinco años de trayectoria, este niño kartista ostenta un total de diecisiete copas. Es subcampeón de cuatro torneos, dos de los cuales constan de cinco y seis carreras: el campeonato Karting Magaluf y el Balear, respectivamente. Además, ha ocupado el tercer lugar en la carrera internacional Fórmula de Campeones y la Copa Micro Rotax. Con más títulos que años de vida, Claudio se perfila como un campeón del automovilismo en potencia.
Y esto gracias a su talento, su disciplina y, por supuesto, sus padres, quienes han jugado un rol clave en su temprano éxito. Por su sonrisa cómplice, se nota que no hay nada que lo alegre más que tener a los miembros de su familia alentándolo y acompañándolo, cada uno metido en su papel y a su manera, vuelta tras vuelta –y también fuera de la pista– a lo largo de los extenuantes tres días que dura una competencia.
Durante ese tiempo, Claudio enmudece: no hay otro pensamiento en su mente más que el de ganar la carrera. La presión a la que se enfrenta lo ha llevado a desarrollar una capacidad de concentración que se percibe incluso cuando solo se trata de una demostración, como la que nos regaló en compañía de la espectacular Daniela Oré. Esta niña de 9 años, figura del karting nacional, amablemente le prestó a Claudio uno de sus karts y hasta la indumentaria que pudieran correr juntos en La Chutana.
Pero acostumbrarte a un kart que no es tuyo es difícil. Por eso, después de probar el de Daniela, Claudio le da diferentes indicaciones al mecánico. Sabe exactamente cómo lo quiere y qué hay que ajustar para que no deslice tanto, por ejemplo, y quede a su gusto y medida. Ese nivel de exigencia lo ha desarrollado más ampliamente ahora que es parte de Marlon Kart, uno de los dos equipos más importantes de Europa en lo que al deporte de sus amores se refiere. Esto significa que, si antes su padre fungía de manager y hasta de mecánico, hoy en día Claudio tiene su propio mecánico de motor, otro de chasís y un jefe de equipo.
Este año, todas sus energías están puestas en hacer un excelente papel en el Campeonato de España de Karting, el segundo más importante de Europa. Este consta de cinco carreras, que Claudio correrá en Alevín, categoría que comprende a los de menor edad (de 6 a 10 años). Para una de ellas, el kartista tendrá que viajar hasta Portimão, en Portugal. La idea es repetir el plato al año siguiente, pero esta vez en Cadete (que va de 10 a 12 años). Lo que viene después es el Campeonato Europeo de Karting, el más importante del mundo. Los años siguientes serán el entrenamiento perfecto para que, una vez cumplidos los 15, Claudio ponga fin a su etapa como kartista y se estrene como piloto de su primer carro de Fórmula 4 o Fórmula Renault. Y luego, con la mayoría de edad, logre ser parte del selecto equipo de pilotos de Fórmula 1 del mundo. Un sueño y, a la vez, un proyecto de vida, cuyas bases Claudio viene sentando desde que tiene uso de razón.