Destacadas figuras del fútbol local e internacional han aprovechado su popularidad para entrar a la cancha política. Algunos, incluso, han llegado a la presidencia de su país. En el Perú, han pasado por el Congreso y algunos municipios. Tras el Mundial de Rusia, ¿estarán dadas las condiciones para que, en el futuro, los seleccionados sean tentados a cambiarse de camiseta?
Por Débora Dongo-Soria S.
Si Ricardo Gareca fuera peruano, seguramente más de un partido lo convocaría para que fuera su candidato a la presidencia de la República o integrara su lista al Congreso en las próximas elecciones. El 98% de aprobación que el profesor tiene en Lima –donde está la mayor población electoral del país– podría ser suficiente para que el partido ganara votos.
Gareca no sería el primero en ser tentado a jugar en otra cancha. Freddy Ternero, campeón de la Copa Sudamericana 2003 y de la Recopa 2004 como entrenador de Cienciano del Cusco, fue elegido alcalde de San Martín de Porres para los periodos 2007-2010 y 2011-2014. Pero en política esa es una “pichanga”.
Este año, el ex futbolista africano George Weah se convirtió en presidente de Liberia. A lo largo de su carrera deportiva, jugó en el Paris Saint-Germain y en el A.C. Milan durante los años de la guerra civil liberiana, y en 1995 llegó a ganar el Balón de Oro, que lo distinguió como el mejor jugador del mundo de ese año (hasta la fecha sigue siendo el único futbolista africano que ostenta esta distinción).
Pero no se olvidó de Liberia. Entrenó, financió y jugó por su selección, y casi la clasifica a un Mundial. Era un héroe. Cuando terminó la guerra regresó a Liberia y en 2005, ya retirado del fútbol, se presentó por primera vez a las elecciones presidenciales.
A pesar de su popularidad, perdió contra su contendora: Ellen Johnson. Graduada de la Universidad de Harvard, fue la primera mujer en ocupar el máximo cargo de su país. En 2011 Weah volvió a postularse; esta vez, como vicepresidente, pero tampoco ganó. En 2014 fue elegido senador de su condado, Montserrado.
Ese puesto sería el calentamiento antes de alcanzar su meta de llegar a la presidencia cuatro años después.
Otro caso de éxito fue el del argentino Mauricio Macri. Entre 1995 y 2008 presidió Boca Juniors, donde empezó a construir su popularidad y llegó a convertirse en el presidente del club en sumar más títulos deportivos durante su gestión (nada menos que diecisiete). “Boca me enseñó que nada es imposible”, dijo muchos años después de dejar el cargo.
Macri fue diputado, jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y hoy es presidente de Argentina.
En el Perú, algunas figuras del fútbol han mostrado interés por participar en política –como Julio César Uribe–, pero ninguno ha llegado, todavía, a las ligas mayores. César Acuña, fundador del club César Vallejo, estuvo cerca. En la última campaña presidencial, las encuestas lo colocaban en las primeras posiciones de la intención de voto. Sin embargo, casi en el último minuto de la campaña, el Jurado Electoral Especial lo amonestó con tarjeta roja por prometer y entregar dinero en un acto proselitista.
Previamente la ciudadanía le había sacado tarjeta amarilla por las acusaciones de plagio en su contra. Al igual que su club, el millonario de la política peruana se quedó en la segunda división de la política. Fue congresista por La Libertad entre 2000 y 2006, y alcalde de Trujillo entre 2007 y 2014.
Ninguno más ha tentado la presidencia fuera de los clubes deportivos. Alfredo González, ex dirigente de Universitario de Deportes, fue elegido congresista, pero luego fue desaforado en 2004. Daniel Salaverry, ex presidente del Mannucci de Trujillo, y Osías Ramírez, del UTC de Camajarca, visten la camiseta naranja en el Congreso.
Los cargos municipales son los que más llaman la atención. Roberto Palacios (ex futbolista de Sporting Cristal) fue regidor municipal en Chorrillos, Roberto Martínez (ex Universitario) ocupó varias gerencias en el gobierno regional y municipal del Callao, y Paulo Hinostroza (ex Alianza Lima) fue alcalde de San Juan de Miraflores.
Por su parte, George Forsyth, hijo de un político peruano y una Miss Chile, fue regidor de la Municipalidad de La Victoria. En 2014 asumió interinamente la Alcaldía y se convirtió en el primer futbolista en actividad en asumir un cargo municipal. Ya retirado, busca ganar las elecciones de octubre a la alcaldía del distrito con el partido Somos Perú.
“Tiene la personalidad y el reconocimiento como para ser un candidato de cierta atracción”, opina Arnaldo Aguirre, gerente de Cuenta Senior en Arellano Marketing y profesor de Marketing Deportivo en la Universidad San Martín de Porres.
Los fichajes de futbolistas por partidos políticos se dan a nivel mundial. En Brasil, Romário es senador; Bebeto, diputado en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, y Pelé fue ministro de Deportes. Hakan Sukur llegó al Parlamento turco y el italiano Gianni Rivera fue diputado.
Cuauhtémoc Blanco, de México, es alcalde del Municipio de Cuernavaca, y Kakha Kaladze, de Georgia, es la máxima autoridad de Tiflis, la capital. Ninguno ha logrado parangonar su estrellato futbolístico con su participación en la política, pero prolongan su vigencia.
¿Un futuro similar podría tener la actual generación de peruanos mundialistas? Solo se sabe que Leao Butrón, ex arquero de la selección, integrará la lista de Alberto Beingolea, candidato del PPC a la Alcaldía de Lima. La simbiosis entre deportistas exitosos y política la inauguraron las voleibolistas olímpicas.
En 2011, Cecilia Tait, Gaby Pérez del Solar, Cenaida Uribe y Leyla Chihuán ocuparon un escaño en el Congreso. Rosa García fue la única voleibolista que postuló y no ganó. Viéndolo en perspectiva, las cuatro que entraron consiguieron, entre todas, poco más de doscientos mil votos. Ese mismo año, solo Kenji Fujimori obtuvo más de trescientos mil. Fue el congresista más votado.
Para el antropólogo César Zamalloa, el pase del fútbol a la política se da en casos aislados y no a través de votaciones mayoritarias. “Probablemente algunos puedan tener éxito a nivel municipal, pero no creo que lleguen a una instancia superior. El que tiene más posibilidades es Paolo Guerrero, pero solo si es convocado por un partido importante”.
Sumas y restas
A diferencia del vóley, una carrera exitosa en el fútbol es mucho más rentable. Los futbolistas tienen, por lo general, más formas de capitalizar su imagen. Claudio Pizarro ha modelado para diferentes marcas, Lionel Messi está en el negocio inmobiliario y muchos, como Flavio Maestri, el ‘Puma’ Carranza o Thierry Henry –salvando las distancias– son comentaristas deportivos. Este último se embolsa cerca de cinco millones de euros al año en Sky Sports.
Aunque aún le quedan unos años en actividad, Cristiano Ronaldo ha dejado entrever que le gustaría actuar cuando cuelgue los chimpunes. Para los futbolistas, la política es solo una opción más de trabajo. En el Perú es una alternativa que, en tiempos de deslegitimación y desconfianza de la clase política, les puede salir muy caro.
Los seleccionados son populares y tienen la capacidad de convocatoria suficiente para, por lo menos, ser tentados por algún partido político. En un país como el nuestro, lleno de agrupaciones improvisadas, las ideas, la experiencia y la capacidad de gestión pasan a un segundo plano al momento de armar las listas de candidatos. Pero al igual que el fútbol, la política es un juego de estrategia y tampoco se puede subestimar al elector.
La mayoría de los mundialistas peruanos aún son jóvenes y no han desarrollado su máximo potencial. Para el profesor de Comunicación de la Universidad de Lima, Julio Hevia, muchos jugadores aún están en equipos de media tabla o han perdido la titularidad. Habrá que ver qué pasa después del Mundial.
Por lo pronto, están asociados a valores positivos por sus resultados y conducta personal: éxito, entrega, liderazgo, trabajo en equipo, honestidad, orgullo, alegría, atributos muy propicios para un candidato en tiempos de desconfianza. “Difícilmente vamos a encontrar en el Perú una persona conocida con esta asociación de atributos positivos”, enfatiza Aguirre.
¿Es eso suficiente para que un futbolista quiera entrar a la política? “Que la oportunidad emerja y el futbolista se vea tentado, puede ser. Pero un outsider solo brilla al principio. Un político necesita sostenerse en el tiempo, ser inteligente y tener sensibilidad por los problemas del país, algo que no he notado en ninguno”, dice Hevia.
En el Perú todo puede pasar. A falta de Gareca, podría ser que dentro de poco algún político comience a jugar sus fichas para convocar a uno de los pupilos del profe.