A los setenta y dos años, la legendaria actriz reflexiona sobre su vida y su carrera, sus tropiezos y aciertos. Conversamos con ella en Los Ángeles, a propósito del estreno de su más reciente película: Book Club.

Por Yenny Nun

Diane Keaton es actriz, productora y directora. Pero también es escritora, fotógrafa y aficionada al diseño y la arquitectura. Creativa e inquieta, ha remodelado más de quince casas, entre ellas la de Madonna, que la cantante adquirió en 2003 por 6,5 millones de dólares. La propia Diane, según cuenta, ha vivido en cincuenta casas a lo largo de su vida.

Se hizo famosa en gran parte por su colaboración con Woody Allen, por entonces su mentor y su pareja, que la dirigió en Annie Hall, película por la que recibió el Oscar a la Mejor Actriz en 1977. En ese momento se convirtió también en un icono de la moda, iniciando un look con vestimentas masculinas que muchas mujeres imitaron. Desde entonces ha marcado pauta por sus atrevidos y originales atuendos, que incluyen a menudo guantes, sombreros y tonos blanco y negro. Diane ha defendido siempre su aspecto natural. No se ha hecho cirugías, no se tiñe el pelo, ni ha cambiado su dentadura. En resumen, en Hollywood, es única.

En 1964 Diane Keaton se mudó a Nueva York para estudiar Arte Dramático, y en 1970 fue descubierta por Woody Allen, que la contrató para la versión teatral de “Play It Again, Sam”.

Diane nació en 1946 en Santa Ana, California. Su padre era ingeniero y fotógrafo amateur. Su madre, Dorothy, que desde hace quince años sufre de Alzheimer, era ama de casa y también aficionada a la fotografía. De pequeña Diane soñaba con ser cantante, y a los doce años de edad ya diseñaba su propia ropa. En 1964 se mudó a Nueva York para estudiar Arte Dramático, y en 1970 fue descubierta por Woody Allen, que la contrató para que apareciera en la versión teatral de Play It Again, Sam.

Ahí comenzó su relación personal y profesional, que duraría una década. Cuando le preguntamos por el director –acusado de acoso y abuso sexual a su propia hija–, Diane dice que prefiere no hablar del tema. “Todo lo que voy a decir es que Woody es mi amigo y que estoy firme detrás de él. Lo que Woody ha declarado, para mí, es la verdad”. Aparte de Allen, la actriz mantuvo romances con varios de sus compañeros de actuación –Al Pacino, Keanu Reeves y Warren Beatty, entre ellos–, pero nunca se casó. Eso sí, con el tiempo adoptó dos hijos.

Diane Keaton recibió el Oscar a Mejor Actriz por su rol en “Annie Hall” (1977), donde compartió protagonismo con Woody Allen.

Conversamos con ella luego del estreno de su nuevo filme, Book Club, donde comparte pantalla con las legendarias Jane Fonda, Candice Bergen y Mary Steenburgen. En la comedia, cuatro amigas que se reúnen semanalmente a conversar y analizar libros cambian sus monótonas vidas después de leer “Cincuenta sombras de Grey”. Diane llega puntualmente a nuestra entrevista en un hotel de Los Ángeles, esta vez sin sombrero, luciendo una falda repolluda, blusa blanca adornada con crucifijos y una chaqueta negra. Contesta nuestras preguntas con su habitual sentido del humor.

¿Cómo fue trabajar con tus famosas compañeras de reparto?

Nunca había trabajado con ninguna de ellas; fue una sorpresa total. No podría haber pedido un elenco mejor. Después de conocernos, todo se dio en forma muy espontánea. Las tres son realmente extraordinarias. Con Jane compartimos el tráiler de maquillaje, y ella llegó todos los días con su perrito, del que no se separa. Es una profesional muy completa y una mujer muy inteligente, lo que me entristece un poco (bromea).

Fuiste la primera en ser contratada…

Sí, y no lo supe en su momento. Fui a conversar con el director, leí el guion y me gustó. Tengo mucha suerte de seguir trabajando a estas alturas de mi vida, es una especie de milagro que me sigan ofreciendo roles.

Desde el punto de vista artístico, ¿cómo haces para meterte en tus personajes?

En este caso fue muy fácil, porque estaba interpretando una versión de mí misma. Lo único diferente respecto a mi vida es que en la película mis hijas me están convirtiendo en una niñita, estoy perdiendo mi independencia, y mis amigas me ayudan a salir de esa situación. En la vida real, la amistad es muy importante para mí, sobre todo a medida que avanza la vida. Mis amigos son vitales, algunos están en mi vida desde hace treinta o cuarenta años.

En “The Book Club”, comparte elenco con Jane Fonda, Candice Bergen y Mary Steenburgen. En el Perú se estrenará el 12 de julio.

Es verdad que en la película tus hijas te tratan como a una niña pequeña… ¿Te ha ocurrido algo parecido en tu vida?

No, nunca permití que alguien me tratara de esa manera. Fui testigo de lo que mi mamá tuvo que hacer, el rol que tuvo que jugar en mi familia, y decidí que su historia no se repetiría conmigo. Por eso sigo soltera. Mírame, nunca me he casado, y nunca me casaré. Antes se nos conocía como solteronas, ahora somos mujeres liberadas. Honestamente, no creo ser material para el matrimonio, soy demasiado independiente. Y no creas que eso me hace sentir triste. Al contrario, estoy muy feliz con mi vida.

A pesar de no haberte casado, decidiste ser madre. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Duke está en sus últimos años de colegio, pero pronto se graduará. Y Dexter trabaja como salvavidas, es una gran nadadora y va a la universidad. Tiene una pareja desde hace dos años… Ya no se les llama novios. Mis hijos son los tesoros de mi existencia.

En “Looking for Mr.  Goodbar” (1977), bajo la dirección de Richard Brooks.

¿Qué nos puedes contar de tu madre?

Mi mamá era una mujer con grandes sueños que nunca tuvo la oportunidad de hacerlos realidad. Siempre me apoyó para que me sintiera segura, porque pienso que de niña no tuve mucha confianza en mí misma. Cuando inicié mi carrera me dio buenos consejos, me dijo que usara mis emociones para hacer más ricos a mis personajes; que si seguía mis metas, todo iba a salir bien. Estoy aquí gracias a ella. Siempre pienso que si mi mamá hubiera nacido cuando yo nací, habría tenido la oportunidad de alcanzar sus propias metas. Pero eran otros tiempos y ella era la madre de cuatro niños.

Se nota que la quieres mucho…

La amo. Recuerdo cuando fue elegida Mrs. Los Ángeles; yo tenía siete años y vivíamos en Highland Park. Una mañana llegó el jurado a revisar toda nuestra casa, porque tenía que demostrar que era una buena ama de casa y que su hogar estaba impecable. Su especialidad eran las tortas, y me acuerdo de cuántas preparó hasta conseguir la perfecta para el concurso.

ALWAYS FULLY STOCKED AT MY HOUSE. CHEERS TO 2018!

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En “Book Club” te enamoras de Andy García. En la vida real, ¿te ha sorprendido el amor?

Es una pregunta difícil, porque siempre fui yo la que tomaba la iniciativa cuando un hombre me interesaba. La sorpresa era cuando ellos también estaban interesados. Estar enamorada es una experiencia mágica, algo muy, muy poderoso.

¿Crees que te volverás a enamorar?

Lo dudo. No lo veo a la vuelta de la esquina, pero nunca se sabe. Hay que mantenerse abierta a la posibilidad.

¿Tenías esas mismas dudas cuando eras joven?

Por supuesto. Nunca fui demasiado competente en el amor. Siempre me sorprendía. Creo que los hombres tuvieron que acostumbrarse a alguien como yo antes de que les gustara. No lo sé… para mí el amor es un puzzle.

¿Piensas que en cierto modo quedaste marcada por las comedias de Woody Allen, que eso ha impedido que en ocasiones te tomen en serio como actriz dramática?

Buena pregunta. Si ocurrió, no me importa, porque me he divertido mucho con las comedias.

THIS IS THE DAY I ASKED EMMIE TO MARRY ME. WE’VE BEEN TOGETHER EVER SINCE!

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¿Crees que el movimiento #MeToo está cambiando las cosas en Hollywood?

Para mí lo más importante es el pago igualitario. Es lo que me interesa, porque las mujeres no reciben un pago justo comparado con los hombres, y eso pienso que cambiará.

¿En qué momento de tu vida dirías que te encuentras?

Diría que Diane Keaton se siente feliz de estar aquí, hoy. Prefiero vivir en el momento.

Has escrito dos libros de memorias. ¿Qué descubriste sobre ti misma escribiéndolos?

Descubrí que soy mucho más ambiciosa de lo que pensaba. Siempre me coloqué metas muy altas y me perdí de vivir muchas experiencias por esa ambición. Podría haberme relajado disfrutando momentos más pequeños, de intimidad, compartiendo más tiempo con las personas que amo, especialmente mi madre y mis hermanos. Aprendí que tenía que relajarme respecto a mis metas profesionales, porque también disfruto mis hobbies y el ser parte de una comunidad.