¿Cómo interpretar y entender las ofertas políticas que inundaron este proceso electoral? ¿En qué descansa la fortaleza política de los candidatos y cuáles serían sus puntos débiles? ¿Cómo explicar el accionar de los organismos electorales que en esta campaña tuvieron un protagonismo inusitado y determinante?
Carlos Meléndez, politólogo y profesor universitario, acaba de lanzar la segunda edición de su libro “Anticandidatos”, un texto que reúne ensayos de diversos autores que acercan respuestas a estas preguntas, buscando desentrañar no solo el perfil de los candidatos sino también la forma cómo presentaron sus propuestas políticas.
¿Cuál es la diferencia sustancial entre esta elección y la de 2011?
Creo que son más claras las continuidades. La diferencia, quizá, radique en que antes tenías un outsider militar y ahora tienes una candidatura de izquierda más ideologizada, como la de Verónika Mendoza, que está amenazando con pasar a la segunda vuelta. Pero en el resto del panorama creo que tienes lo mismo: el fujimorismo y el antifujimorismo estructurando la división política en el Perú.
A favor o en contra.
Exacto. Más allá de las preferencias, hay una división política que nace en 1992. Entonces, todos esos ataques de “terruco”, “revoltoso”, “senderista”, en realidad son una suerte de flashbacks al momento fundacional de la actual política peruana, que son los años noventa.
El 5 de abril también fue la partida de defunción de los partidos políticos. Usted mismo sostenía la idea de un país “sin sistema de partidos políticos”, y en la nueva edición de “Anticandidatos” se habla de una nueva clase de partidos. ¿Qué pasó en estos cinco años para que el escenario cambiara?
El único partido político que ha existido siempre ha sido el fujimorismo, y lo que estamos viendo es el proceso inicial de su institucionalización. Ahora, es importante esta diferenciación: el APRA, el PPC y Acción Popular subsisten como partidos políticos del siglo XX. Los nuevos que han aparecido, en realidad, utilizan sustitutos partidarios. César Acuña y Alianza Para el Progreso se apoyan en la universidad, la empresa y hasta el club de fútbol. Chim Pum Callao se apoya mucho en las redes clientelares y del hampa que hay en esa provincia. Es decir, no surgen como partidos del siglo XX en su forma tradicional, con estructuras, niveles, comités en todos los departamentos y con un nivel de interacción con sindicatos, gremios, etc. En el siglo XXI, los partidos se forman sobre la base de identidades, como es el caso del fujimorismo; o sustitutos partidarios, como es el caso de Alianza Para el Progreso. La relación con el ciudadano es directa. El Frente Amplio haría mal en pensar que ha formado un partido político. Creo que va camino a constituirlo, pero tiene un componente importante que no tienen otros partidos en el Perú, que es la ideología.
¿Y estos partidos están libres del transfuguismo y del silencio que acompañan a las agrupaciones políticas nacionales fuera de etapas electorales?
Nuestros partidos son amorfos, pero creo que estamos avanzando lentamente ¿En qué sentido? El fujimorismo tiene una cohesión, el Frente Amplio también. Lo que pasa es que son los outsiders los que ayudan a una fragmentación del Congreso. Un outsider casi nunca tiene una bancada leal. Esta vez, sin embargo, no tenemos outsiders en la recta final de la campaña: Keiko Fujimori y Verónika Mendoza han sido parlamentarias, Pedro Pablo Kuczynski tiene muchos años en política y ha logrado cuajar un equipo, Acción Popular es un partido político. Lo cual es una buena noticia para la cohesión parlamentaria. No digo que va a haber una mejor calidad, pero sí menos tránsfugas en el próximo Legislativo.
Keiko Fujimori está fija en la segunda vuelta. ¿Este es el momento de maduración política del fujimorismo que encarna ella?
El fujimorismo ha crecido diez puntos en esta elección. Hace cinco años rondaba el 20%, hoy supera el 30%. Eso te habla del gran trabajo de Keiko Fujimori, como para responderles a aquellos que dicen que no trabaja. Miren cómo ha construido un partido político. El tema es que todavía no logra institucionalizarlo. No tiene los cuadros suficientes como para darle forma orgánica a ese apoyo. Es decir, no tenemos una institucionalización del fujimorismo con un discurso democrático claro. Una cosa es la moderación, pero todavía no ha explicado cuáles serán los caminos y los ejes democráticos que va a seguir. Si llega al gobierno tendría una gran ventaja para institucionalizar su partido político.
¿Por qué alguien como Verónika Mendoza arremete con tanta profundidad en la última recta de la campaña?
Lo que sucede es que este modelo ha generado perdedores, y estos tienen una consistencia ideológica y un rechazo al modelo económico. Este sector va a endosar sus votos a quien mejor represente esa crítica al modelo. Verónika Mendoza debió ser la candidata presidencial del nacionalismo. El problema es que esta agrupación se desdibujó. Comenzó siendo una candidatura de izquierda y terminó siendo un aliado de los poderes fácticos. Al ver que el nacionalismo migró, Mendoza se abrió camino.
¿Usted cree que Mendoza tiene mayor resistencia y aire para llegar a una segunda vuelta que PPK?
La definición de la segunda vuelta va a ser muy apretada. Kuczynski ha logrado recapturar algunos de los votos que Julio Guzmán le arrebató y eso es interesante, porque llega muy bien a los jóvenes. Y es que hay un sector del electorado peruano que sí defiende el statu quo, que defiende esta cuestión aspiracional. Los que votan por PPK son los believers en el sistema, los que creen que el actual modelo económico no debería cambiarse y que al utilizar las mismas reglas de mercado pueden ascender socialmente. Los que están con Mendoza, en cambio, creen que para ascender hay que hacer cambios en el Estado y en la economía.
Es interesante, porque todo indica que estamos ingresando al denominado “bono demográfico”, con una población predominantemente joven. ¿Hacia ellos apuntan estos candidatos?
Sí. El voto juvenil es el que va a decidir esta elección más que en otras oportunidades. Lo que hemos visto en los últimos años en el Perú es la activación del actor juvenil. En la marcha “pulpín”, en la marcha por la “ley Cotillo”, en el tema de la reforma universitaria, ves un actor juvenil movilizándose, hay un interés de los jóvenes por la política que no estábamos notando. Son jóvenes que están tratando de politizar temas que les preocupan, como la educación universitaria y el acceso al mercado laboral.
De cara a la segunda vuelta, ¿cree que el antifujimorismo será tan relevante como en elecciones anteriores?
Eso dependerá de cómo Keiko Fujimori se maneje. Con el gesto de (la Universidad de) Harvard, el antivoto fujimorista bajó a 34%. Ahora está casi en 50%, pero ella puede manejarlo. Una campaña de segunda vuelta es un partido aparte. Hasta el momento, Keiko ha jugado de local, ahora le toca jugar de visitante.
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Por Carlos Hidalgo Foto de Víctor Idrogro