Jorge Baca Campodónico, Luis Valdivieso y Alfredo Thorne, titulares del MEF durante los mandatos de Alberto Fujimori, Alan García y Pedro Pablo Kuczynski, respectivamente, conversaron sobre el devenir del modelo económico peruano en los últimos veinticinco años. La mesa redonda convocada por COSAS constituye un importante testimonio de la interacción entre economía, mercado y política.
Por Equipo periodístico de COSAS Fotos de Sanyin Wu
En medio de una atmósfera política enrarecida por los escándalos de corrupción y del reclamo generalizado por reformar el Poder Judicial, resulta cuando menos inusual que tres importantes exfuncionarios, que en su momento trabajaron para regímenes distintos y tuvieron a su cargo la cartera más compleja y decisiva de todas, se reúnan en torno a una mesa para compartir ideas e intercambiar experiencias de una manera alturada y constructiva. Los tres nos explican qué fue lo que se hizo bien para mantener la senda de crecimiento durante las últimas dos décadas y, al mismo tiempo, nos adelantan cuáles creen que son los principales desafíos que el modelo enfrenta de cara al futuro. Además, quizás sin proponérselo, nos revelan algunos sabrosos detalles y anécdotas poco conocidas de sus respectivos ciclos en las altas esferas del poder.
La mesa redonda tuvo como moderador al reconocido analista político Juan Paredes Castro y, en representación de COSAS, participaron Elizabeth Dulanto de Miró Quesada y Mariana Pinillos. El historiador Mauricio Novoa y los periodistas Débora Dongo-Soria y Raúl Cachay condujeron el conversatorio, que estuvo precedido por conversaciones informales que tuvieron como tópico recurrente los recién aparecidos audios que desnudaban flagrantes actos de corrupción de jueces, fiscales y demás autoridades del Poder Judicial.
-¿Cómo definirían el modelo económico en pocas palabras?
AT: Para mí, el modelo económico es la combinación de políticas de corto plazo con una visión estratégica de largo plazo. ¿A qué me refiero con eso? A una política monetaria muy definida, orientada a anclar los precios y a generar los beneficios tangibles de una baja inflación para la población. Lo segundo es la política fiscal. Lo tercero es tener un plan de reformas estructurales. Y, en cuarto lugar, es importante definir una política social.
JBC: A lo dicho por Alfredo, quisiera agregar que una de las bases fundamentales del modelo económico ha sido la apertura hacia el exterior. La apertura comercial es otra clave del modelo. La reforma tributaria fue también muy importante. Y otra base del modelo ha sido la responsabilidad fiscal, que también fue esencial para la apertura del Perú al mundo.
LV: El modelo económico puede ser entendido a partir de tres puntos fundamentales: 1. Economía de mercado. 2. El rol del sector privado, que es crucial. 3 La inserción del país al sistema financiero y comercial internacional. Pero quizás lo más importante fue que en la Constitución de 1993 se plasma este modelo y se define el rol del Estado y el sector privado. Debemos defender el capítulo económico de esa Constitución, porque es finalmente lo que va a garantizar la permanencia del modelo.
-¿Ustedes creen que hemos tenido un buen modelo o, más bien, buenas gestiones?
AT: Pienso que ambas cosas van juntas. Lo más crítico del modelo es la administración de las políticas. Siempre habrá grupos de presión del otro lado que buscarán deshacer las políticas que estás planteando. La lucha es permanente. Cuando los grandes reformistas llegaron al MEF, esta institución prácticamente no existía, y quizás eso les permitió trabajar con un grado de libertad que hoy no tendrían. Esto es algo que seguramente también les ha pasado a Lucho y Jorge: cuando uno se sienta en el Consejo de Ministros, es el ministro de Economía contra los otro diecisiete. El MEF es el único ministerio de corte transversal. Es importante tener una visión de hacia dónde queremos ir y la capacidad de ejecución de un país moderno. Lo que sí se ha logrado en el modelo, que es algo que me parece muy importante, es que hoy existen temas “tabú”, como el déficit o la inflación. El MEF es el bastión de las reformas, pero es cierto que la institucionalidad no ha sido equitativa en los otros ministerios.
JBC: Cuando Jorge Camet me entregó el cargo, solo me dio un consejo: “Evita los autogoles”. Y eso tiene que ver con lo que decía Alfredo sobre las reuniones semanales del gabinete: parecía una lucha permanente de los demás ministros por marcar autogoles. No había una coordinación, no teníamos la misma visión. Esto también hizo que se generara esa institucionalidad en el MEF de la que hemos estado hablando. Lamentablemente, al mismo tiempo, la estructura que se fue creando en el MEF provocó una gran rigidez en el ministerio. No hay flexibilidad: querer gastar 10% más o cambiar el presupuesto es todo un parto.
LV: Nos hemos movido de una situación en la que había mucha discrecionalidad a otra en la que las reglas entran en conflicto con los equipos que quieren innovar, y ven las necesidades que no han sido anticipadas en el presupuesto. De hecho, la construcción del presupuesto es un proceso engañoso. La pregunta es cómo flexibilizar las cosas de una manera en la que no se caiga nuevamente en la total discrecionalidad. Hoy tenemos un sistema de reglas que reduce el rol del burócrata, pero al mismo tiempo tenemos burócratas que, a pesar de estar en un sistema de reglas, no lo respetan. Al principio todo era más fácil, porque éramos un grupo muy pequeñito.
¿Tuvieron un rol las élites económicas en todo este proceso de reformas?
JBC: En un principio, los organismos internacionales tenían una amplia experiencia sobre lo que era necesario hacer en el Perú. Había un cierto consenso sobre lo que se tenía que hacer. Yo llegué cuando ya se estaba empezando a salir de la reestructuración financiera que se dio a través del plan Brady, que también tuvo una significancia enorme y fue algo novedoso, que lamentablemente hoy no se reconoce. En el año en que estuve a cargo, la economía peruana recibió tres golpes terribles, con el fenómeno de El Niño, el default ruso y la crisis brasileña. El modelo económico nos permitió superar todo eso. Y en medio de todo, los gremios, como la Confiep o la Sociedad Nacional de Industrias, sí presentan una presión, que muchas veces es positiva y otras no.
LV: En la economía de mercado, todos tienen que defender sus intereses. Todo es una continua negociación. Las élites y los grupos de poder tienen que actuar en su propia defensa. Lo que ha habido aquí es una gran colaboración. Por ejemplo, al principio costó mucho conseguir la flexibilización del tipo de cambio. Eso afectaba a muchos grupos, como a los exportadores. Luego, cuando fui ministro, el rol del sector privado fue crucial en el desarrollo de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Defendieron sus intereses, pero se formó un consenso sobre lo que era bueno para el sector privado y, al mismo tiempo, bueno para el país. Y había una defensa conjunta de ese consenso.
AT: Coincido con Lucho y Jorge en que la relación con las élites y los gremios ha sido variable en el tiempo. Alguien alguna vez me dijo que en el Perú nos tiene que caer un terremoto para que realmente podamos hacer reformas. Y en ese sentido, Boloña, Jorge y los que estuvieron en ese momento tuvieron el beneficio de que no podías irte a ninguna parte: o hacías las reformas o el país era simplemente inviable. A mí lo que me preocupa es que nuestros gremios no son representativos. Tampoco los partidos o los sindicatos. ¿Cómo puede hacer el gobierno para llegar a la gente? Pienso que la tarea más difícil que se tiene ahora es, precisamente, popularizar las reformas porque, de otra manera, llega el populismo fácil. Esa es la dicotomía: reformas versus populismo. Hay una gran diferencia entre el poder político y los reformistas alrededor del MEF. Los tres exministros que estamos aquí quisiéramos reformas que generen bienestar a la población y que nos empujen y nos den sostenibilidad en el tiempo gracias a los cambios. Lo contrario son ‘reformitas’ chiquitas que solo benefician a los sectores de la población que tienen capacidad de presión política… Pregunto: ¿a qué porcentaje de empresas representa la Sociedad Nacional de Industrias? Cuando ves el mapa de las empresas en el Perú, el 99% son medianas, pequeñas o microempresas. La CGTP y los sindicatos ni siquiera representan al 5% de los trabajadores. Manejar las fuerzas políticas en torno a una reforma es una tarea titánica.
Causa común
“Ustedes se van a sorprender con las coincidencias que hay entre los tres”, dijo en algún momento de la tertulia Luis Valdivieso. Y la conversación posterior lo confirmó. “Entre los ministros de Economía hay consenso, pero no entre los demás sectores, y ese es uno de los grandes problemas que tenemos ahora. El país se ha polarizado, lo que ocasiona grandes problemas al momento de tomar decisiones”, afirma Baca, a modo de conclusión.
“Pienso que no hemos logrado desarrollar una fibra institucional que realmente apoye las reformas. No quiero minimizar la importancia de las reformas de la primera generación, pero las reformas de la segunda generación necesitan del apoyo social. No del Congreso o de los medios, sino el apoyo de la gente”, reflexiona Thorne. Valdivieso añade: “Si no hay reformas, el crecimiento potencial del Perú puede verse afectado. O hacemos reformas ahora que las cosas están mejorando, y es posiblemente el mejor escenario, o corremos el riesgo de estancarnos o retroceder”.
Las palabras finales son de quien fuera titular del MEF entre julio de 2016 y junio de 2017: “El que no avanza, retrocede. Un amigo me decía que el proceso de reformas es como subir en una escalera automática, pero en sentido contrario: si te quedas parado, vas para atrás”.
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