La frase del Evangelio se presta para repasar las gestiones de quienes han ocupado la Alcaldía de Lima. Hoy es oportuno recordar qué es lo que está en juego en este proceso y a aquellas obras sin las cuales resultaría aún más complicado vivir en la tres veces coronada villa.
Por Débora Dongo-Soria S. / Foto principal: Municipalidad de Lima
Cada cuatro años nos toca elegir a la autoridad que define gran parte de nuestra calidad de vida cotidiana. En Lima, desde que empezamos a elegir al alcalde, en 1963, han ocupado el sillón de Nicolás de Ribera –apodado ‘El Viejo’ por su larga presencia en la capital– quince personas, seis de ellas designadas durante el paréntesis que implicó para la democracia el gobierno militar, y uno que ejerció interinamente (Marco Parra), cuando Luis Castañeda dejó el cargo para postular a la presidencia de la República en 2011.
El domingo 7 de octubre, veintitrés millones de peruanos elegiremos a 12.966 autoridades regionales, municipales y distritales entre 113.665 candidatos, según el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Esta vez se han presentado 7601 candidatos más que en las elecciones de 2014. Solo en Lima Metropolitana postulan 8842 candidatos –veinte a la alcaldía de la ciudad–, la mayor cantidad de postulantes a nivel nacional. Sin duda, resultan cargos muy atractivos.
“Se podría revisar el número de regidores y concejales en función a la población, pero eso no va a reducir la corrupción”, considera el abogado Julio Castiglioni, experto en derecho electoral. Explica que eso pasa por un mayor control del Ejecutivo y la Contraloría para fiscalizar el uso del dinero y el costo real de las obras.
Esta campaña se ha visto opacada por el ruido político derivado de los audios que revelan actos de corrupción en el Poder Judicial. Pero no por eso estas elecciones son menos importantes; al contrario. El Poder Judicial ha reportado unos 2200 casos de candidaturas con sentencias y el JNE ha detectado casi cinco mil incidencias relacionadas con la veracidad de los datos consignados en las hojas de vida de los candidatos.
A pesar de los cuestionamientos a algunas autoridades, hay quienes dejaron una huella indeleble en la ciudad. Esta perversa dicotomía pudo haber inspirado una frase que da vueltas en la cabeza del elector para justificar su decisión ante las urnas: “Roba pero hace obra”.
Los visionarios
El primer alcalde de Lima elegido por voto popular fue Luis Bedoya Reyes, líder histórico del Partido Popular Cristiano (PPC). Ejerció el cargo durante dos periodos consecutivos, entre 1964 y 1969. Su mayor obra fue la construcción de la Vía Expresa del Paseo de la República, llamada el ‘zanjón’. Bedoya recogió la idea de Ernesto Aramburú, arquitecto y ex alcalde de Miraflores, quien planteaba construir una vía expresa en la ruta del ferrocarril Lima-Chorrillos, que casi no se usaba.
El plan original era unir el centro de la capital con los balnearios del sur. “Lancé la propuesta de hacer ahí la Vía Expresa y me criticaron. Decían que iba a dividir la ciudad en dos; por un lado estarían La Victoria y Surquillo, y en el otro lado lo que llamaban la ‘pituquería’ de Miraflores y Barranco”, contó Bedoya al diario “El Comercio” en 2014.
Pese a las críticas, y a algunas dificultades para conseguir el financiamiento, el ‘zanjón’ se inauguró el 1 de julio de 1967, durante el primer gobierno de Fernando Belaunde. Lima tenía menos de tres millones de habitantes. “Esta es una obra para muchos años y vale mucho más que los millones que ha costado por lo que significa para el porvenir de la ciudad”, enfatizó el entonces presidente el día de la inauguración.
Al término de la gestión de Bedoya, el gobierno militar de Juan Velasco designó a Eduardo ‘Chachi’ Dibós Chappuis como alcalde de Lima. Ingeniero del MIT y corredor de autos, ‘Chachi’ dio continuidad a las obras de su antecesor. Su mayor legado fue impulsar la construcción del circuito de playas de la Costa Verde –que también ideó Ernesto Aramburú– e invirtió en conectar el ‘zanjón’ con las playas a través de la bajada de Armendáriz. Así, Lima empezó a mirar al mar y ganó otra vía rápida.
Vamos al centro
Eduardo Orrego dio mucha importancia a recuperar el Centro Histórico de Lima. Por ejemplo, reunió a los ambulantes en el hoy conocido Polvos Azules y convirtió el jirón de la Unión en un paseo peatonal. Tras su inauguración, el 20 de noviembre de 1982, el diario “La Crónica” publicó: “Lima ahora tiene su jirón hermoso con treinta y ocho jardines, libre de ambulantes y del tránsito vehicular, con iluminación de primera que le da nueva vida y atracción multicolor”.
En sus dos periodos como alcalde (1996-2002), Alberto Andrade siguió la misma línea. En 1997, cuando estaba a punto de empezar el operativo para sacar a los ambulantes del Mercado Central y Mesa Redonda, se dio una contraorden para no proseguir con el desalojo. Pero eso no lo detuvo en su afán de ordenar la ciudad. Él mismo encabezó la acción con su famosa frase: “Vamos todos, adelante, me siguen. Adelante, carajo”.
Los únicos
El primer alcalde de Lima de izquierda fue Alfonso Barrantes, gran amigo de la cantante Paloma San Basilio. El popular ‘Frejolito’, muy cercano a la gente, fue reconocido por crear el programa El Vaso de Leche para repartir desayunos a los niños de zonas pobres.
La única mujer elegida democráticamente fue Susana Villarán (Ana Fernandini fue designada para el periodo entre 1963 y 1964). También fue la primera alcaldesa de Lima en ser sometida a una revocatoria, que finalmente no prosperó. Entre las iniciativas que no fracasaron , Villarán inició la reforma del transporte con el Corredor Azul que une las avenidas Tacna, Garcilaso y Arequipa.
Todos vuelven
De los ocho alcaldes de Lima elegidos democráticamente, Luis Castañeda Lossio ha sido el que ha estado más tiempo en el cargo: doce años en tres mandatos. Tras prohibirse la reelección, en esta contienda presenta a su hijo, quien también lleva su nombre. Al padre se lo identifica, sobre todo, con el Metropolitano, pese a que como candidato, en 2002, no creía que Lima debía tener un sistema de buses. Esa era, más bien, la propuesta de su contrincante, Alberto Andrade (Lima Bus), para su tercer mandato. Hoy, el Metropolitano es capaz de trasladar a setecientas mil personas al día.
Ricardo Belmont, quien fue alcalde durante dos períodos, de 1990 a 1995, se vuelve a presentar este año y figura en los primeros puestos de las preferencias electorales. ‘El Hermanón’ es recordado por el Trébol de la avenida Javier Prado. Quien sea que termine convirtiéndose en alcalde de Lima para el periodo 2019-2022 tendrá el gran reto de reordenar la ciudad, opina el abogado Julio Castiglioni.
La historia los juzgará por sus obras –sin duda muy necesarias en la ciudad–, pero no solo por las de cemento.