Uno de los lazos fuertes entre María y Pietro es el café, y, sobre todo, la búsqueda de la bebida perfecta: natural, pura y con personalidad, servida por manos que conocen y aman los granos de café. Hasta que decidieron abandonar la búsqueda para producirla ellos mismos en Tazza. Se trata del primer café de especialidad en ese lado de la ciudad. “Se distingue de un café normal porque se le da mucha importancia a todo el proceso: la siembra, la cosecha, la selección del grano y el tostado, que es importantísimo”, dice María.
Más que una cafetería bonita, Tazza es una experiencia. Trabajan con granos provenientes de Junín y Oxapampa. “El de Junín se caracteriza por su sabor intenso y es ideal para hacer espresso y americano, mientras que el sabor balanceado del de Oxapampa es perfecto para un capuccino o macchiato”, nos explica. Además, es preparado por baristas: “La calidad de la bebida depende en un 50% del grano y en otro 50% de la mano del barista. Tiene que ser preparado por alguien que sabe”, afirma. El café es la estrella y la decoración lo refleja con tazas de distintos tamaños, colores y formas. Ellas embellecen los anaqueles que conviven con pequeñas plantas y pizarras negras con los nombres de los sánguches, ensaladas, postres y bebidas que conforman la carta. Cada detalle está pensando por María –quien estudió Diseño de Servicios en la Universidad de Stanford– para ponerle una pausa al estrés y a la agitación de la vida laboral.
En una de las paredes hay un caligrama con la forma de una taza de café, que empieza con esta línea: “Esto es un prototipo”. María me cuenta con humildad que Tazza es su primer restaurante, que no es ninguna experta, pero que sabe nutrirse del contacto con los clientes que, en el caso de Tazza, al ser recurrentes, se convierten en algo así como una familia. “Hay una sabiduría valiosa en ir conociendo a tu cliente a profundidad”. Cuando abrieron, la carta ofrecía bocadillos lights hechos con pan pita, pero rápidamente se dieron cuenta de que la gente buscaba sánguches más contundentes. “El prototipo se va afinando”, dice.
María cocina desde siempre. En la universidad la llamaban ‘Mama Su’, porque le gustaba cocinar para sus amigos. Aprendió de la mejor: su abuela Elsa Martínez, y entre sus especialidades están el osobucco, el curry y el roastbeef. En esos años descubrió la cultura del café y también que era posible vivir de tu propio emprendimiento: “Vivir en Silicon Valley me ha servido para no ponerme límites. Ves a mucha gente muy joven alcanzando cosas muy grandes. De mi promoción de la universidad es el fundador de Snapchat”. Tazza es la materialización de su sueño.
Texto: Ana Carolina Quiñonez
Fotos: Rafo Iparraguirre
Video: Jimena Gallarday