Fuerte, indomable y segura de sí misma. Pero, sobre todo, perseverante. Gianna Velarde será la primera mujer peruana en participar en la categoría de motos en el Rally Dakar 2019. El cáncer fue la primera batalla que ganó. Ahora las dunas del desierto del Perú serán su mayor desafío. Esta es su historia.
Por Kimberly Bocchi
Gianna Velarde nació en Lima el 28 de marzo de 1994, y ya desde muy pequeña le encantaban los deportes. Practicaba muay thai, jugaba a fútbol, montaba bicicleta y siempre iba al gimnasio. Llevaba una vida muy sana. Y, sin embargo, a los catorce años, cuando atravesaba los típicos problemas de una adolescente, algo cambió el rumbo de su vida: le detectaron cáncer a lo ganglios, estadio III, una etapa muy avanzada.
Se enfrentó durante un año a dieciséis quimioterapias y treinta y dos radioterapias. Su cuerpo de deportista empezó a cambiar. Algunas veces estaba más delgada, otras engordaba, su piel era cada vez más pálida y su pelo largo se estaba cayendo. “Una de las cosas que más destruye el cáncer es la autoestima”, confiesa Gianna.
Pero un día, su padre, Francis Velarde, quien no resistía ver a su hija en el hospital, le hizo el mejor regalo de su vida. La llevó a montar una moto Orion 150. “Fue raro, no sabía lo que me esperaba”, recuerda ella. Se puso el casco encima de su peluca y, sin dudarlo, aceleró. “Me empecé a sentir fuerte y capaz de hacer lo que me proponga”, cuenta.
Gianna se cayó en un hueco entre la arena, pero logró salir feliz con una valiosa enseñanza: “La moto es como la vida. Por más veces que te caigas, tienes que aprender de tus errores sabiendo por qué te caíste para que vuelvas a montar y sigas avanzando», afirma. Nunca pensó que una moto sería su armadura más resistente para vencer, después de un año, al cáncer.
Esta experiencia fue el punto de inflexión. «Empecé a vivir mi vida sin pensar en la muerte», recuerda. Gianna llegaba al hospital y se ponía a hacer abdominales. Después de cada quimioterapia, iba al gimnasio al día siguiente. Hoy, orgullosa, puede decir que nunca dejó que la enfermedad la derrote.
Una lucha constante
Su siguiente batalla fue enfrentarse a los comentarios machistas: “Es un deporte para hombres”. Su propia madre fue la primera que se lo dijo.
Es rápida en los rally, aunque en ocasiones se atasca por falta de fuerza. Le sucedió en una carrera en la selva, donde un chico, al verse perjudicado él también, le gritó: «Oye, Gianna, deja que te ayude». Ella le respondió que no. «No me gusta que me ayuden», asegura. «Durante la carrera soy una más. No porque sea una mujer tengo que ceder a lo que ellos me digan. Sé que puedo hacerlo. Me voy a demorar, pero lo voy a lograr».
En 2016 arrancó su primera carrera en Tarapoto en medio de la caída de un aguacero. Llegó a la meta embarrada, pero allí estaba su papá, esperándola con un abrazo.
Gianna ha incursionado en competencias similares al Dakar, como la primera fecha del campeonato Nacional de Cross Country y el Dakar Series Desafíos del Inca, una de las pruebas de preparación previas al Rally Dakar 2019.
Hace un año se puso como meta llegar al Dakar 2020. Hoy es la número 130 de la lista de la categoría de motos de este Dakar 2019 y está marcando un hito al ser la primera mujer peruana en competir. «Siempre la vi como una carrera para deportistas de élite. Pero al enterarme de que sería en Perú, sentí que la oportunidad me estaba tocando la puerta», cuenta.
«Definitivamente, lo más difícil en mi carrera de motociclista fue aprender a sobreponerme a las críticas. Hasta me han dicho que es un insulto que yo este en el Dakar», recuerda la motociclista.
Gianna asegura que no le da miedo el desierto. Siente que lo conoce a la perfección. En cambio, confiesa que lo que le atemoriza un poco es estar sola. Solo ella y su adorada moto anaranjada KMT 4500cc. «Voy a tener que saber cómo administrar mi propia energía y los recursos para poder llegar a la meta. No tienes copiloto, solo puedes hablarle a tu moto y al de arriba».
Pase lo que pase en la competición, Gianna seguirá inspirando vidas. «Después del Dakar me gustaría contar mi experiencia para que, sin tener que vivirlo, la gente aprenda algo que seguro que le va a ser muy útil: todo es posible, solo hay que quererlo y saber que, si nos caemos, aún tenemos la oportunidad de levantarnos».