En honor al tenor más importante del mundo y a nuestra gastronomía, el festival de música de Peralada celebró por primera vez una noche peruana en el castillo del famoso viñedo del siglo XIV, en Girona, España. Conversamos con Juan Diego Flórez sobre su vida en familia y sus nuevos retos (y logros).
Por Isabel Miró Quesada
“Nessun dorma, nessun dorma…”. Con esta famosísima aria, el tenor peruano llevaba a las lágrimas a los cientos de asistentes del festival de Peralada, uno de los más prestigiosos eventos musicales de la agenda anual española, en el que participan los más importantes exponentes de la música y asisten, por igual, melómanos sibaritas, gourmands y figuras de la realeza.
Hace unos años, cuando brillaba en las mejores plazas del mundo como el perfecto tenor lírico ligero y era catalogado como “el siguiente Pavarotti”, no se hubiera esperado que Juan Diego incluyera esta joya lírica dentro de su repertorio. Su voz ha madurado. Su registro se ha ampliado y, con él, su repertorio.
Juan Diego llega a Peralada un día antes del concierto, para la ‘noche peruana’. En la cocina del restaurante de una estrella Michelin que el castillo alberga, los chefs Alfredo Aramburú y Aaron Chlimper preparan el menú de ocho pasos con insumos que han traído en varias maletas desde Lima. Empacados al vacío, han viajado la pulpa de lúcuma, el café Tunki, los ajíes y la quinua.
Es la cuarta vez que Juan Diego se presenta en el festival, pero la primera que se organiza un menú peruano.
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La curiosidad ha logrado reunir a tres de los cuatro hermanos Souchet dueños del viñedo, pertenecientes a una de las familias –y grupos económicos– más importantes de España.
Mientras disfrutamos del menú, la pregunta es inevitable: “Y tú, Juan Diego, ¿sabes también cocinar?”. “Yo sí”, responde. “Mi primer negocio fue vender tortitas que preparaba cuando era chico y vivía por la avenida Arequipa”.
Tuiteaste que una de tus grandes ambiciones en la vida era cantar con Chabuca Granda. Ahora que lo has hecho, ¿qué sigue?
Poder hacer algo para el Bicentenario con Sinfonía por el Perú, con la orquesta, tal vez en algún lugar emblemático del país; que se transmita en todo el mundo… Y quisiéramos hacer un disco de música peruana.
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Pero también me gustaría hacer un disco dedicado a Chabuca Granda.
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Son sueños que tengo. Y de estos sueños hay miles.
Qué emocionante es cuando los peruanos nos damos cuenta de que podemos alcanzar estándares internacionales, como se hizo en las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Panamericanos. ¿Cómo lo has sentido?
Creo que igual a como lo has sentido tú. Todo redondo: hubo una excelente organización y un alto nivel artístico. Me emocionó poder interpretar esta pieza que era un dos en uno con Chabuca Granda. El próximo año se cumplen 100 de su nacimiento. María Dolores Pradera llevó su música a la fama aquí en España. Es una figura grande no solo para los peruanos, sino para todos los hispanoamericanos.
Con una agenda que va hasta el año 2021, ¿cómo te organizas para pasar tiempo en familia?
Viajo mucho, pero siempre me doy un tiempo para estar en casa. Los niños están en una edad linda. Leandro (de 8 años) quiere ser cocinero, aunque con su hermana juegan al circo y montan sus shows para su mamá y para mí. También tenemos tardes musicales en familia. Lucía toca el violín, al igual que su mamá.
¿Cómo ves el futuro de la música en el Perú?
Te puedo hablar de mi experiencia a través de mi fundación Sinfonía por el Perú. Para diciembre, serán diez mil los chicos que la conforman; entre ellos, muchos se van a dedicar a la música, y muchos no (hay jóvenes que ya están estudiando en la universidad, pero que fueron parte del movimiento).
¿Y hay un espacio laboral para quienes quieran dedicarse a la música?
Pienso que se crea, que justamente lo estamos creando con estos mismos niños, que son pobres, que son de zonas vulnerables, pero que han crecido desde los 6 años con Tchaikovsky, Mahler, Mozart, y que se convierten en los profesores de los más pequeños. Se genera una dinámica circular que hace posible que esto siga creciendo y que sea sostenible.