Tatiana Espinosa, directora de la ONG Arbio, recibió en Katmandú, Nepal, el premio Jane Goodall por su albor en la protección de casi 1000 hectáreas de bosque amazónico. Conoce su historia de esta peruana que lucha cada día por la conservación de la Amazonía.
Espinosa lleva más de una década cuidando los bosques de la región Madre de Dios.
Espinosa, su historia personal
Desde que tenía diez años, Tatiana Espinosa sintió una predilección natural por la naturaleza y los insectos. A medida que crecía este gusto se fortalecía, por lo que ingresó a la Universidad Agraria para estudiar biología, aunque un tiempo después se trasladaría a la carrera ingeniería forestal. En 2003, viajó a Madre de Dios, donde realizó su tesis acerca el impacto de los castañales sobre la fauna silvestre: tras esta experiencia, su conexión con la naturaleza terminó por forjarse por completo.
Fue recién en 2006 cuando, junto con una colega, solicitó al gobierno peruano una concesión de 916 hectáreas de bosques. Ese mismo año, partió a Costa Rica para realizar una maestría sobre manejo y conservación de bosques tropicales: fue así que nació la ONG que preside junto con sus hermanas -Gianella y Rocío Espinosa-, Asociación para la Resiliencia para el Bosque Amazónico (Arbio Perú).
Reconocimiento a la trayectoria
Desde 2012, Tatiana Espinosa asumió la administración de la Arbio, en la cuenca del río Las Piedras, en Madre de Dios, con el fin de preservar las especies de árboles más grandes de la Amazonía, como el shihuahuaco, uno de los árboles más buscados por los madereros ilegales. Por ello, junto con sus hermanas, desarrolló una web de microfinanciamiento para no depender de patrocinador exclusivo: «Desarrollamos una página web con la intención de que quienes se sumaban a nuestra causa pudiesen elegir una hectárea para apadrinar», dijo Espinosa en una entrevista el año pasado. «Sabíamos que teníamos que hacer algo para que no se pierda el bosque que estaba amenazado por la carretera Interoceánica».
Desde el lanzamiento de la web, hasta la fecha, lograron que se apadrinen más de 500 hectáreas de las 916 que poseen en total(en la que cada persona colabora con $33 anuales y tiene el seguimiento de la hectárea adoptada). En la actualidad, los investigadores que trabajan en Arbio, han comenzado a hacer estudios de «crecimiento y edad» del shihuahuaco para determinar sus años de existencia.
Por ello, gracias a estos trabajos que se vienen realizando, en marzo de este año, Sean Wilmore, presidente de la International Ranger Federation, afirmó que Espinosa recibiría el premio Jane Goodall. Esta distinción destaca su protección a más de mil hectáreas y al monitoreo de aves, mamíferos, anfibios y reptiles de la zona.
Premio Jane Godall en manos peruanas
En Katmandú, la capital Nepal, el pasado 13 de noviembre, luego de recibir esta distinción, Espinosa reflexionó sobre distintos aspectos sobre su labor. “Nosotros, los guardaparques, somos sus manos en la tierra”. Asimismo, reflexionó sobre el esfuerzo que demandan sus tareas. «No es suficiente, sino solo parte de una responsabilidad mayor en la que debe participar la comunidad, el Gobierno y el sector privado”, explicó.
Finalmente, Espinosa reconoció la labor realizada por sus colegas en el Perú y el mundo: “Quiero recalcar que, a pesar del importante rol que cumplimos, nuestra función no es debidamente valorada ni reconocida como lo que es, como lo que somos: los verdaderos héroes del planeta”, expresó.