Su riqueza, romances y escándalos los colocaron en el spotlight de la alta sociedad. Repasamos la historia de algunos de los clanes más notables del Reino Unido, cuyos apellidos han adornado la crónica rosa en las últimas décadas.

Los Rothschild

Desde mediados del siglo XVIII, los Rothschild han sido sinónimo de riqueza extrema, y en la actualidad aún conservan su título como una de las familias más poderosas de Europa. Si bien su fama y fortuna responden a una temprana incursión en el mundo de las finanzas, el clan de origen judeoalemán destaca también por sus aportes desinteresados a diversas causas caritativas. Fue en el siglo XIX que, desde Frankfurt, Mayer Amschel Rothschild envió a sus cinco hijos a las principales ciudades del Viejo Mundo. El objetivo: expandir su imperio bancario en Nápoles, Viena, París y Londres. Pero fue el tercer hijo del patriarca, Nathan Mayer Rothschild –en su momento, el hombre más rico del mundo–, quien fundó NM Rothschild & Sons en Londres, compañía multinacional que todavía es administrada por la familia.

Caricatura de Mayer Amschel Rothschild publicada en la revista inglesa “Vanity Fair” en mayo de 1871.

En Francia y Austria, los bancos Rothschild impulsaron redes de ferrocarriles, mientras que en el Reino Unido, el grupo bancario se convirtió en el principal proveedor de lingotes de oro para el Banco de Inglaterra, y, durante la fiebre del oro del siglo XIX, el organismo se estableció en California y Australia. A su vez, a través de la adquisición de minas en España, la familia disfrutó de un amplio monopolio en la explotación del mercurio, utilizado para la refinación de metales preciosos. A partir de 1850, incrementaron su riqueza adquiriendo activos de todo tipo, desde lujosas residencias hasta piezas únicas de joyería. Sus grandes mansiones, como los castillos de Mentmore y Ferrières, fueron construidas en la década de 1850, y suntuosamente decoradas con obras de arte, la afición estrella de la familia desde sus inicios. Las numerosas propiedades de los Rothschild se revalorizaron con el paso del tiempo, al ser consideradas patrimonio histórico. Aunque algunas de estas casas han sido donadas a la caridad y a organizaciones culturales, la mayoría sigue en posesión del clan.

Aunque en la actualidad pertenece a la National Trust, la finca Waddesdon Manor, ubicada en Buckinghamshire, Inglaterra, continúa bajo la administración de sus propietarios originales, los Rothschild.

La relación entre los Rothschild y el Estado siempre ha sido estrecha, por eso, pese a su origen humilde, han logrado entrar en los diferentes círculos de la realeza europea con relativa facilidad. Es así que algunos de sus descendientes han obtenido títulos nobiliarios a partir de matrimonios con miembros de la nobleza, y otros simplemente han entablado amistad con reyes y príncipes.

Pero los Rothschild se caracterizan por ser muy discretos. Una de las grandes damas de la familia afirmó que solo se debería aparecer en los periódicos en tres ocasiones: nacimientos, compromisos y defunciones, lo que hace que el más extravagante de los Rothschild destaque incluso más. Ese es el caso de Nat Rothschild, el playboy de fama internacional, heredero del cuarto barón Rothschild, exmiembro del club Bullingdon y exesposo de la difunta modelo Annabelle Neilson. Igual de interesante es la hermana de Nat, la efervescente Hannah Rothschild, quien recientemente renunció a la presidencia de la National Gallery de Londres, y ha escrito varios libros y rodado algunas películas, entre los que se cuenta la cinta que explora la fascinante vida de su tía abuela Pannonica Rothschild. Tras su divorcio del diplomático francés, el Barón de Koenigswarter, en 1951, Pannonica se mudó a Nueva York, donde se hizo conocida como ‘la baronesa bebop’, por su patrocinio a músicos de jazz, a quienes de vez en cuando prestaba su Rolls Royce.

Izquierda: David de Rothschild a su llegada a Sídney, tras 128 días recorriendo el Pacífico como parte de una campaña ecológica. Derecha: Pannonica Rothschild y el pianista y compositor de jazz Thelonious Monk.

Otros Rothschild notables en nuestros días son James, un financista casado con Nicky Hilton, con quien conforma una de las parejas más populares del jet set neoyorquino; y Sir Evelyn de Rothschild y su esposa Lynn, quienes se conocieron a través del político estadounidense Henry Kissinger y pasaron su luna de miel en la Casa Blanca. La hija del matrimonio, Jessica de Rothschild, fue una célebre columnista de la revista “Tatler” a inicios del milenio, y actualmente es considerada una de las mujeres más elegantes de la sociedad británica. Su hijo, David Mayer de Rothschild, heredó su atractivo, pero decidió labrar su propio camino lejos de las comodidades del hogar, como ecologista y aventurero. En 2010, navegó desde San Francisco hasta Sídney en una embarcación hecha de 12.500 botellas de plástico recicladas, hazaña que lo convirtió en una de las personas más jóvenes en haber llegado a ambos polos.

Los Wellesley

Fue, sin duda, la boda de la alta sociedad del año. A la cena previa al enlace nupcial, celebrada en medio del esplendor árabe del Palacio de la Alhambra, en Granada (España), acudieron miembros de las principales casas reales de Europa. Desde Camilla Parker Bowles hasta el emérito rey Juan Carlos. Un grupo tan ilustre de aristócratas solo podía reunirse a petición de un Wellesley. En efecto, el 28 de mayo de 2016, la hija del duque de Wellington, Lady Charlotte, se unía en matrimonio con el magnate colombiano Alejandro Santo Domingo, y con su conveniente boda, la novia, delicadamente ataviada de Emilia Wickstead, ganaba un importante lugar entre las mujeres más ricas del mundo.

Retrato de Arthur Wellesley, primer duque de Wellington.

No obstante, no es que ella pasara algún apuro económico por entonces. Su padre, el noveno duque de Wellington, es un exitoso hombre de negocios y miembro de la Cámara de los Lores, y su madre, nada menos que la princesa Antonia von Preussen, bisnieta del último káiser, Wilhelm II. Entre tanto, su hermana, Lady Jane Wellesley, además de ser uno de los rostros más célebres de las páginas sociales en los setenta, fue vinculada sentimentalmente con el príncipe Charles cuando este apenas tenía veintidós años. La pareja protagonizó febriles titulares y rumores de compromiso. Aunque la unión de estas dos grandes dinastías nunca se dio, otros Wellesley sí lograron sellar su amor por todo lo alto. El heredero del ducado, el apuesto conde de Mornington, Arthur Wellesley, se casó con la modelo Jemma Kidd; mientras que su prima, Sofía Wellesley, se casó con James Blunt, quien, antes de alcanzar fama como cantante, era oficial del regimiento Life Guards de la antigua unidad británica de caballería.

Dicha cercanía a la guardia real no resulta nueva para los Wellesley, quienes siempre han sido una familia militar prominente. Basta mencionar al jefe de la casa, Arthur Wellesley, el general y estadista británico nacido en Irlanda que ostentó por primera vez el título nobiliario de duque de Wellington en 1814, tras derrotar a Napoleón Bonaparte. Curiosamente, el actual duque es el primero en no haber servido en el ejército, aunque su hijo menor, Lord Fred Wellesley, mantiene viva la tradición como parte de la caballería real. Otros duques –a menudo llamados Arthur– fueron bien conocidos por ser la inspiración detrás de Lord Rochester, personaje principal de la novela “Jane Eyre” (segundo duque), ser miembro de grupos antisemitas de derecha en la década de 1930 (quinto duque) y por su extrema gordura (tercer duque).

A los Wellesley pertenece Stratfield Saye House, un palacio de color arena y más de tres mil hectáreas de extensión, ubicado en Hampshire. Además, son dueños de una finca de cerca de novecientas hectáreas en Granada, cedidas por España al primer duque de Wellington por derrotar a las fuerzas de ocupación francesas en la Guerra de la Península. Sin embargo, la más grande de todas sus propiedades es Apsley House, repleta de obras de Goya y Velázquez, donde se encuentra el desnudo heroico de Napoleón Bonaparte, escultura de Antonio Canova.

Los Getty

La historia de los Getty incluye, además de opulencia, una alta dosis de rivalidad familiar, adulterio, drogas y muerte. Sin embargo, la generación más joven y brillante hoy en día es un grupo de rubios muy bien educados y adinerados. La reina de la alta costura Sabine, casada con el hijo de Mark Getty, Joseph, lidera el clan, como diseñadora de joyas y periodista. Por su parte, su cuñado Julius, es actualmente un notable galerista, cercano a los Von Bismarck. August Getty, primo hermano de este, es un modisto de veinticinco años con sede en Los Ángeles, y un paso más allá está Izzy Getty, cantante, modelo, artista visual y personalidad en la alta esfera social estadounidense.

Jean Paul Getty en el comedor de la mansión tudor de Sutton Place, en 1960.

Todos ellos –salvo Sabine– descendieron del patriarca de la familia, Jean Paul Getty, un empresario petrolero que se convirtió en el hombre más rico de Estados Unidos y que llegó a casarse hasta en cinco oportunidades. Acumuló una vasta colección de arte y compró la casa señorial Sutton Place a los duques de Sutherland. Ahí organizó una gran gala de inauguración que pasó a la historia como la fiesta del siglo. Trascendió también su fama como mujeriego –se sabe que aún a los ochenta años mantenía un harén en su residencia inglesa– y tacaño. Cuando su nieto, Jean Paul Getty III, fue secuestrado a los dieciséis años por la organización criminal ‘Ndrangheta en Italia, el acaudalado hombre de negocios inicialmente se negó a pagar el rescate. Cuando los secuestradores enviaron la oreja derecha cortada de su nieto a un periódico italiano, Getty cambió de opinión.

Al morir, dejó la mayor parte de su fortuna al Museo Jean Paul Getty en Malibú, lo que desencadenó una serie de demandas de los miembros de la familia que impugnaban la última voluntad del patriarca. Más tarde, ellos serían quienes tomarían el protagonismo. Quizá el más popular sería Jean Paul Getty II, quien dejó a su esposa Gail por la hippie femme fatale Talitha Pol, con quien se hundió en la adicción a la heroína. Ella murió de una sobredosis en 1971, a los treinta años, y él se convirtió en un hombre solitario, hasta que Margaret Thatcher le infundió ánimos cuando lo visitó en una clínica de Londres para agradecerle por una donación de cincuenta millones de libras a la National Gallery. En 1986, compró Wormsley Park, una propiedad de más de mil hectáreas en Buckinghamshire donde estableció un hermoso campo de cricket, después de haber sido introducido en el deporte por Mick Jagger. Actualmente, es la residencia oficial de la familia y sede del festival anual de Garsington Opera.

Jean Paul Getty cenando con su abogada Robina Lund en la gala benéfica de Lord’s Tavener, en noviembre de 1961.

Sus cinco hijos incluyen a Mark, creador de Getty Images y expresidente de la National Gallery. El hijo mayor de Jean Paul II, otrora víctima de secuestro, quedó paralítico a causa de un derrame cerebral y murió a los cincuenta y cuatro años. Su heredero Balthazar es un actor que, si bien no ha logrado consagrarse en la escena mundial por sus dotes artísticas, continúa la tradición familiar como todo un casanova: famosa es su aventura con Sienna Miller.

A propósito de la actriz y modelo, la glamorosa madre de Izzy Getty, Pia, es una de las hermanas Miller y figura clave en la alta esfera social de Manhattan en los años noventa. Las otras dos hermanas Miller se casaron con el príncipe Pavlos de Grecia y el Príncipe Alexander von Furstenberg, convirtiendo a Izzy y sus hermanos en primos de la realeza europea.