Desde hace 18 años la Asociación de Hogares Nuevo Futuro Perú organiza la feria El Rastrillo, un evento benéfico para los niños abandonados. Este año se llevará a cabo, del 23 al 26 de agosto, con desfiles de moda, exhibiciones de autos y stands de simpáticos productos. Conozcamos a las mujeres que están detrás de esta ejemplar iniciativa.
Por Manuel Eráusquin.
Una sensibilidad social genuina y un férreo compromiso de las organizadoras de la feria El Rastrillo han hecho que este evento benéfico cumpla 18 años de saludable existencia. Un periodo de tiempo en el que han podido proporcionarle una mejor calidad de vida a decenas de niños huérfanos que hoy pueden vivir con la esperanza de tener un futuro alentador.
Cristina Matossian de Pardo, presidenta la Asociación de Hogares Nuevo Futuro Perú, institución que organiza El Rastrillo, deja traslucir su emotividad cuando le pregunto por los niños, por los cambios que han podido lograr en sus vidas. Antes de ahondar en el tema de los chicos, prefiere hacer una retrospectiva.
Ella es de nacionalidad española y hace 24 años que está casada con un peruano. Cuando llegó al Perú, tenía la motivación de trasladar a nuestro país las actividades benéficas de la institución Nuevo Futuro, que es de origen español. Su perseverancia consiguió que fundara la sucursal peruana. Pero el desafío de proporcionar un proyecto de ayuda social sostenible fue lo más complicado. “En ese momento no tenía muchas amigas en el Perú, allí es cuando Teresa Echecopar de De la Piedra me ayudó de manera determinante. Le conté los objetivos de esta idea y me dijo que no me preocupara, que ella se encargaba de organizar El Rastrillo en el Perú. Y así empezamos, con ese ímpetu y gracias a Teresa, pues sin ella no hubiese sido posible llevar a cabo este evento de motivaciones sociales”, relata Cristina Matossian de Pardo.
Recuerda y se emociona, sobre todo con los casos de niños con problemas físicos que fueron adoptados, porque cuando algunos de estos menores tienen algún tipo de discapacidad, se dificulta la adopción. Entonces menciona este escenario, que relata la historia de Juan Carlitos, un niño que padece una parálisis cerebral severa. Una condición física que no le va a permitir caminar nunca. “Este niño vino de un hogar de Ayacucho y lo tuvimos con nosotros dos años. Tuvo un intenso tratamiento de rehabilitación que logró que pudiera sentarse, pues antes no podía hacerlo. Fue adoptado por una pareja holandesa que vino al Perú para desarrollar un proyecto educativo. Conocieron a Juan Carlitos y fue un flechazo instantáneo. Cuando terminaron con su proyecto, solicitaron su adopción.
Él ahora vive en Holanda, ha aprendido el idioma de ese país y se ha vuelto muy independiente.
Le compraron una silla eléctrica y se moviliza solito por toda la casa. Vive una vida feliz y eso es maravilloso. Sus padres me dicen que no pensaban que lograría todo lo que ha conseguido. Eso demuestra que cuando hay amor no hay límites. Por eso es importante la feria de El Rastrillo, puesto que esos fondos están destinados a ofrecer esperanza y una mejor calidad de vida a estos niños”, explica. Con esta motivación, las organizadoras de El Rastrillo han logrado mantener a lo largo de todos estos años la expectativa del público.
La feria se ha convertido en un evento de gran atractivo por su variedad de opciones. Marita Gervasi de Custer, vicepresidenta de la «Asociación de Hogares Nuevo Futuro Perú», explica que el denominado cuarto de ofertas es una de las iniciativas más valoradas por los visitantes a la feria. “La idea con el cuarto de ofertas es que gente amiga, tiendas y diversas empresas nos donen artículos para venderlos a mitad de precio. Por ejemplo, las líneas aéreas nos entregan pasajes nacionales e internacionales; los restaurantes, vales de consumo; los hoteles, fines de semana; las joyerías nos dan relojes y joyas de todo tipo… En ese sentido, la gente viene muy interesada en las ofertas que puede encontrar y todos los años hay lindas sorpresas”, concluye.
Y dentro de estas múltiples alternativas, la oferta de la buena mesa no podía estar ausente. De hecho, es protagonista clave, con la participación de los restaurantes más importantes de Lima, como La Gloria, Amoramar o La Bonbonniere.
Los stands de venta también son espacios comerciales de mucha demanda.
María Luisa Alayza de Benavides, encargada de la coordinación de esta parte importante de la feria, cuenta que cada año hay una preocupación por variar en la línea de productos, para que el público se sienta seducido por las nuevas propuestas. “Se procura que siempre exista variedad en los artículos que se ofrecen. Este año vamos a ofrecer todo lo que es joyería en plata y oro, bijouterie, ropa de todo tipo… El universo es tan amplio, que pasar por El Rastrillo siempre será una visita muy prometedora y divertida”.
Así, de esta forma, El Rastrillo de Lima se prepara para afrontar un nuevo desafío: lograr que más niños encuentren un camino armonioso y feliz en la vida.