Entre cierres de compañías, huidas de inversiones y una profunda crisis económica, el empresario ayacuchano apuesta por una reacción. Sabe lo que es sobreponerse a una crisis y a miles de muertes: hace treinta años, vivió de cerca la cruenta etapa del terrorismo en Ayacucho. “Supimos construir el Perú. ¿Por qué no podemos hacerlo de nuevo?”, reflexiona, donde sigue de cerca lo sucedido en “su tierra”. Carlos Añaños responde a la crisis con Tiyapuy, emprendimiento de alimentos naturales del cual son accionistas productores altoandinos de papa, quinua y otros productos. Mientras afina detalles del lanzamiento, el líder del Patronato Pikimachay habla de oportunidades, de una crítica “justa pero insuficiente” para manejar la pandemia y de un afán político por desprestigiar al empresariado.

Por Diego Chirinos Cané Fotos Charly Simon

Carlos Añaños vive la pandemia del COVID-19 alejado de su tierra. A finales de enero visitó por última vez Ayacucho, sin saber que apenas dos meses después, luego de treinta años y de una forma distinta, el miedo y la muerte volverían a azotar tanto a su ciudad como al resto del Perú.

Hoy el miedo es diferente. “En la época del terrorismo vivíamos un toque de queda, vivíamos confinados, pero era una guerra. Ahora estamos encerrados, sin saber qué hacer ni qué decidir. Son momentos absolutamente distintos”, reflexiona sobre el recurrente símil empleado, durante los últimos meses, para hablar de los estragos de una pandemia que “ha sacado lo mejor y lo peor de los peruanos”.

Él prefiere centrarse en lo bueno. Por eso, empieza narrando cómo en Ayacucho diversas familias se reúnen para llevar víveres a hogares marcados por una prenda blanca en la fachada. Dicho distintivo es señal de que la pandemia ha afectado sus ingresos. Esa misma pandemia que, solo en cifras oficiales, ha costado hasta ahora la vida de casi 30.000 peruanos.

En medio de una creciente cifra de fallecidos y de una crisis económica que produjo la caída del 30,2% del PBI en el segundo trimestre, ¿por qué debemos confiar en que el país saldrá adelante?

Los números son desgarradores. Y yo llamaría a una reflexión a todos los peruanos. Aquí tenemos solo dos opciones: nos hundimos y empezamos a azotar sobre el fracaso del manejo de la pandemia, o salimos adelante. Más pronto que tarde, sueño que esto va a pasar. Esta lección del 30% de pérdida del PBI en el segundo trimestre, que tú me recuerdas, debería llevarnos a un pensamiento de la revalorización y la importancia de lo que es la empresa. Pareciera que muchos no entendemos de dónde sale el presupuesto nacional para pagar a políticos, médicos, maestros, para pagar nuestra burocracia, nuestro sistema educativo y nuestro modelo. En este momento, lo que tiene que unirnos a absolutamente todos, desde donde estemos, es buscar el único camino: salir adelante. Debemos tener ánimos, fuerza, y convertir la crisis en oportunidad.

Resalta el valor de la empresa. ¿Es importante que algunas de estas también hagan una autocrítica? Porque, así como hay comporta-mientos ejemplares, hay respuestas cuestionadas frente a la pandemia…

La autocrítica, o la crítica, claramente la haría a las empresas corruptas que nos han desgastado mucho en los últimos años. En medio de esta turbulencia, no creo que muchas empresas quieran despedir a la gente. Desgraciadamente, tenemos balances, cuentas, deudas, inversiones y, probablemente, algunos no han estado en una situación para soportar ciertas deudas. Todas las empresas están sufriendo. Por ejemplo, en el Perú nos sentimos orgullosos y dignos de nuestra gran gastronomía. Dime qué restaurante estará aplaudiendo de alegría hoy.

Ninguno.

Tenemos que entender, en medio de este contexto, y más bien tenemos que sumar y decir “¿cuál es el valor de ese desarrollo empresarial en el Perú?”. Y ese desarrollo empresarial lo que hace es que paguemos impuestos y que esos impuestos nos permitan curar y educar bien. Si eso lo rompemos, por solo pensar que hay que criticar, no creo que sea el camino. Creo que este momento es, más bien, de unión, de solidaridad, de entendimiento y de tolerancia. Y que, juntos, trabajemos para salir adelante.

Vizcarra Carlos Añaños

Tierra natal. “Si todos nos ponemos a trabajar sin ver el color político o el interés personal, podemos lograr cosas importantes”, dice Añaños (aquí con el presidente Martín Vizcarra durante la presentación del nuevo logo de la Marca Ayacucho, en enero del año pasado), sobre la labor del Patronato Pikimachay. El nombre del Patronato está inspirado en las cuevas de Pikimachay (arriba), un sitio arqueológico ubicado en la provincia de Huamanga.

¿Es un momento para que se vuel-van a acercar los sectores privado y público, que durante pasajes de esta crisis se mostraron distanciados?

Lo que pasa es que hay un sector de personas que está intentando desprestigiar al empresariado. Y eso lo único que nos indica es que estamos en una carrera electoral. Si nosotros entendiéramos cuál es la verdadera relevancia de la empresa, tendríamos que estar juntos; Estado, empresa e instituciones tendríamos que trabajar juntos por un Perú mejor. Hay áreas de oportunidad en el medio empresarial y absolutamente en todo, pero lo que no podemos hacer es dedicarnos a generar crispación, odio, polaridad y enfrentamiento entre los peruanos. Eso es lo más ruin que se puede hacer en una crisis humanitaria como la que vivimos. Estos momentos debieran ser de unión, de solidaridad, de enfrentar unidos y dar el pecho a este virus, y salir todos adelante. No estar generando odios, discordias por capitalizar un voto en las elecciones. Si muchos del gobierno o de las empresas del Estado se dieran cuenta de que alguien que invirtió generó trabajo, ese que tuvo trabajo consumió y, al consumir, generó impuestos, y de estos pagamos a nuestras instituciones del Estado, entenderíamos que debemos trabajar juntos para salir adelante.

¿Eso ha sentido últimamente?

Absolutamente. Pareciera que hay un grupo de personas –y no quiero mencionar a nadie– que lo único que hace es polarizar, generar enfrentamientos, crispación… Eso no nos lleva a nada. Si todos nos juntáramos para salir adelante, si hiciéramos una gran cruzada nacional donde estén las diversas instituciones del Estado (Ejecutivo, Congreso, Poder Judicial), la academia, la sociedad civil, las empresas (grandes, pequeñas, medianas), estoy seguro de que los resultados serían diferentes.

Emprender en pandemia

En esa búsqueda de sumar contra los nefastos efectos económicos de la pandemia, el también presidente del Patronato Pikimachay ratifica la apuesta por su tierra, Ayacucho, y por aquellos a quienes cataloga como “héroes”. Los héroes son productores altoandinos ayacuchanos, agricultores que labran, siembran y cosechan la tierra con sus manos, a más de 3500 metros sobre el nivel del mar.

Junto con ellos, Añaños está muy cerca de lanzar al mercado Tiyapuy, un modelo de negocio que busca ir más allá del tradicional concepto de ‘win-win’, para dar paso al ‘win-win al cuadrado’. “Ganas tú, gano yo, gana nuestro medio ambiente y ganan nuestros héroes de las tierras. Estamos haciendo una empresa donde el gran socio ya no es el empresario que le compra la papa barata al que forja las tierras, sino que los hemos hecho socios. Vamos a lanzar la primera empresa de chips del Perú, que permita poner en valor nuestras papas nativas, y las primeras pastas de quinua en el Perú, con alto contenido nutritivo”, adelanta, con entusiasmo.
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¿Esta empresa estará vinculada al Patronato Pikimachay o será independiente?

No, esto es independiente del Patronato. Esta es una empresa que estoy forjando personalmente. Estamos lanzando una marca que se llama Tiyapuy y, en los próximos quince días, la vamos a encontrar a nivel nacional. Hemos hecho un trabajo durísimo en este encierro. Hemos trabajado muchas horas y, en vez de azotarnos por esta situación que vivíamos en la pandemia, lo que hicimos fue ponernos a trabajar. Hoy somos un grupo de más de veinte personas; entre ellos, tres héroes. Edilberto Soto es el héroe que cuida más de 900 tipos de papa de diferentes colores, de diferentes variedades. Gustavo Jáuregui es nuestro héroe de la quinua y el héroe Aníbal Prado es el creador de las pastas antianémicas. Nos hemos juntado con todos ellos y estamos poniendo una megamarca para poner en valor no solo Ayacucho sino a nuestra gran biodiversidad. Y ese es el trabajo que tenemos que hacer los empresarios, es lo que nos toca en medio de estos momentos de crisis: ponernos a trabajar.

¿Los productos de esta marca solo se venderán en el Perú o contemplan llevarlos a otros países del mundo?

Contemplamos empezar a exportar; estamos haciendo un plan de exportaciones. Primero tenemos que producir y vender en el Perú. Queremos hacer un sistema a nivel nacional y luego, por supuesto, salir. Mi sueño será ver las papas ayacuchanas en el mundo: en Europa, en Estados Unidos, en Asia y en todas partes del mundo. Que empecemos a darles valor, a generar puestos de trabajo y, sobre todo, que empecemos a poner en valor nuestra gran biodiversidad, esa gran riqueza que tenemos nosotros los altoandinos. Es un producto 100% natural, regado con agua de lluvia, sembrado, forjado y cosechado a mano, y que pone en valor a los grandes héroes que son los que nos dan de comer todos los días.

Carlos Añaños empresarios empresariado 1

Nuevo emprendimiento. “Es la primera vez que hacemos a un agricultor socio de un desarrollo empresarial, y que ellos de verdad puedan ser beneficiados con productos que producen y que a la vez tengan un justiprecio”.

¿Qué rol se les da a estos héroes-socios? ¿Tienen capacidad de decisión?

Ellos son accionistas, decisores y forjadores de su destino. Ese es el nuevo modelo, por eso hablamos del ‘win-win al cuadrado’. El ‘win-win’ es “ganas tú, gano yo”; el ‘win-win al cuadrado’, lo que nos quiere decir es que ellos son socios protagonistas. Están en el Consejo, tienen acciones, participaciones y, sobre todo, controlan todos los procesos. Es la primera vez que hacemos a un agricultor socio de un desarrollo empresarial, y que ellos de verdad puedan ser beneficiados con productos que ellos producen y que a la vez tengan un justiprecio. En este momento no quiero hablar de precios, pero los socios hemos decidido que el pago de la papa sea a un precio mucho mayor del que está en el mercado. Creo que ese es el camino. Lo que hay que hacer es ayudar a que se desarrolle, a que se cuide, a que la gente empiece a sembrar nuestros campos, labrar nuestras tierras, producir nuestros productos y cuidar nuestro ambiente.

Así como con los ayacuchanos Edilberto, Aníbal y Gustavo, ¿convocarán a agricultores de otras partes del Perú?

Absolutamente, ya tenemos tres socios más. Tenemos al socio del café, al socio de los plátanos y al socio del camote. Nuestro sueño es que seamos muchos socios. En esta etapa estamos empezando en Ayacucho, justamente por esa gran riqueza y biodiversidad que tiene. Somos tres que hemos empezado, pero ya vienen los tres nuevos socios que empezarán en los próximos quince o veinte días a unirse. Con las dificultades de hacer empresa en medio del encierro, hemos construido dos industrias. Una está en Ayacucho, donde hacemos tres tipos de pasta.

¿Cuál ha sido el nivel de inversión en esta industria? Lo pregunto porque es un contexto en el cual muchas inversiones están, por el contrario, saliendo del Perú.

No sé si te debo dar ese monto (ríe). Hemos invertido ya por encima de un millón de dólares en este proceso. Es una inversión que la hice con el absoluto cariño de generar empresa y poner en valor nuestra gran agricultura, esa gran riqueza que tenemos. Estoy convencido de que los consumidores, cuando nos den su preferencia, empezarán a ver ese valor.

¿Cuándo tendremos en el mercado a los productos de Tiyapuy?

En las próximas tres semanas. En Ayacucho, ya empezamos a vender las pastas este fin de semana y espero que, en las dos semanas siguientes, podamos encontrarlos en todos los mercados del Perú.

Se puede hablar, entonces, de desarrollo empresarial en plena crisis.

No solo se puede hablar de eso. Es una responsabilidad de todos los empresarios empezar a hablar de optimismo. Sé que hay grandes oportunidades, que los momentos son duros y podemos criticar a quien tengamos que criticar, pero tenemos dos caminos: nos empezamos a azotar de fracaso o nos ponemos a trabajar. Hay que pasar de estar preocupados a estar ocupados.

El gobierno ante la crisis 

Añaños es muy cauto al hablar del manejo del gobierno ante la emergencia sanitaria. Habla de aciertos iniciales al mencionar medidas como las de la cuarentena generalizada, pero, a la vez, reconoce que “la realidad del país” desnudó la falta de resultados de largo plazo.La crítica puede resultar justificada. Lo que no concibe, tras seis meses de crisis, es quedarse en ella,criticar sin tomar acción, centrarse en el error sin aportar a un país que hoy necesita trascender frente a la adversidad.

¿Cómo calificaría el desempeño del Ministerio de la Producción frente a la pandemia?

Están haciendo lo que pueden, no quiero valorarlo. Probablemente los resultados no son los que muchos esperamos; podrían hacer muchísimo más. Si se rodean de equipos multidisciplinarios y empiezan a trabajar en conjunto con las diferentes organizaciones empresariales, creo que los resultados van a ser diferentes. Podría quedarme en la crítica, pero yo quiero quedarme en la construcción.

¿Percibe un exceso de crítica hacia el gobierno?

Y, quién sabe, hasta merecida, porque creo que ha habido algunos errores.
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La pregunta es quién lo ha manejado bien en el mundo. No hay un modelo para esta crisis. Desgraciadamente, se han cometido errores y hay que decirlo. Pero no puedes vivir solo azotando el punto angular del error. Ya, paremos, aportemos. Hoy el Perú necesita aportes, que sumes ideas, ya no que solo critiques. Porque hoy son dos frentes, uno que se defiende y otro que critica. ¿Adónde vamos a llegar así? Paremos ya de “tú eres del lado derecho”, “del lado izquierdo”, “del fondo”, “del costado”, que “rojito”, “naranjita”, “verde”; nada, señores. Es momento de unirse, de hacer una cruzada nacional y salir todos adelante.

Carlos Añaños y Carlos David empresarios Patronato Pikimachay

Dos generaciones. En una coyuntura compleja, Añaños busca transmitir optimismo a su hijo Carlos David. El mayor de cuatro hermanos (Valeria, Lorena y Rodrigo) acompaña a su padre en Marbella (España), desde donde este mira “con inquietud” la situación actual del Perú.

¿Qué rol cree que está cum-pliendo y cuál debería cumplir el empresariado en esta etapa de reactivación?

El único camino es seguir confiando. Creer en nuestro Perú, en nuestra biodiversidad, en nuestra gente, en nuestros valores y en un país diferente. Lo que hoy se necesita más que nunca es inversión.
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¿Y esa inversión de dónde va a salir? De la empresa privada. Si no hay empresa privada, no va a haber empleo. Si no hay empleo, no habrá salario. Si no hay salario, no habrá consumo. Si no hay consumo, no habrá impuesto. Y, si no hay impuesto, no habrá para curar ni educar. Pediría a todos los empresarios que sigamos apostando y creyendo. Sé que los momentos son duros, durísimos, lo entiendo. Pero el único camino es seguir creyendo en nuestro país y en nuestra gente.

En ese sentido, ¿cuáles son los principales logros cosechados por el Patronato Pikimachay a tres años de su creación?

El año 2016, en medio de un crecimiento todavía relevante, vimos que a Ayacucho llegaban 56.000 turistas; en 2019, estuvimos cerca de los 300.000 turistas. Esto es porque hemos transversalizado la gestión. Desde el Patronato, una organización sin fines de lucro y sin fin político, hablamos con las diversas instituciones: el Gobierno Regional, las autoridades locales, la academia, la Policía Nacional, Barrio Seguro, Serenazgo… Se han abierto cerca de cien restaurantes, se han generado miles de empleos. Eso demuestra que, si todos nos ponemos a trabajar sin ver el color político o el interés personal, podemos lograr cosas importantes. Logramos –de nuevo, en equipo– que Ayacucho sea nominada por la Unesco como ciudad creativa. Esto en base a la gran riqueza en artesanía que tiene. De las 19 artes tradicionales que existen en el país, 16 son originarias de Ayacucho. También subimos 17 escalones en seguridad ciudadana y llegamos a ser la cuarta ciudad más segura del país. Eso demuestra que, si trabajamos juntos, de manera desinteresada, vamos a lograr resultados positivos para el Perú.