Conocido como Locoma, el artista de los malabares Gonzalo Coloma hoy intenta dominar el equilibrismo más complicado de su vida: compatibilizar la vida itinerante de circo con ser un papá dedicado.

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Ha salido de gira con compañías de la importancia del Cirque du Soleil, así como de manera particular llevando su show a diversas partes del mundo. Con Montreal como su centro de operaciones, ha viajado por Europa, Asia y América Latina, además de presentarse en diversas ciudades de Estados Unidos y Canadá. Artista de todo tipo de escenarios, tiene shows unipersonales, así como compañías formadas junto a colegas, como The Lol Brothers,Cie. De la Barbotte

Ingeniero convertido en malabarista, Gonzalo no le teme al cambio. Hace un año y un mes, llegó Esteban, y la vida de “Locoma”, el artista, tuvo que adaptarse a la del nuevo papá.

¿Cómo te cambió la vida ser papá?

Me la cambió en todo sentido, pero fue dar un giro especial en mi trabajo. Nunca tuve un horario fijo, iba por el mundo dando shows. Incluso cuando empecé, los daba en la calle, recorriendo ciudades. Me podía ir a Hong Kong de un día a otro, o dos meses de gira con alguna compañía. Pero ahora quiero estar presente, así que estoy rehaciendo mis horarios y descubriendo si es posible.

¿Cómo ha influenciado en tu trabajo?

Siento que veo la vida distinto, en general. Los shows suelen ser nocturnos, tengo más de 17 años de carrera, una vida actuando de noche y durmiendo de día. Ahora me levanto temprano. Esteban se levanta a las seis de la mañana. Mi chica y yo vamos por él y nos ponemos a jugar. Cuando estoy en casa me encargo de despertarlo y darle de comer, jugar con él y dejarlo en el nido. Cuando tengo que trabajar, mi chica, que tiene un trabajo regular de 8 a.m. a 4 p.m. se encarga por los dos. Es el mejor apoyo.

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Los bebés siguen horarios, ¿cómo eres con la rutina?

Para mí lo que siempre ha funcionado mejor es la rutina cero. Cada día es distinto, ir probando y construyendo. Sin embargo, el bebé tiene horarios y me toca adaptarme. Cuando estoy en casa me guío según su horario y el de mi chica. Cuando viajo, intento skypear con él apenas se despierta y antes de que se vaya a dormir. Lo mejor es cuando hay diferencia de horas, entonces puedo estar almorzando y viéndolo despertar; cuando no, me toca esforzarme y como sea estar despierto a la misma hora que él. Hoy hablé con él al final de mi ensayo, que ocurrió después del show y fue de cuatro a seis de la mañana.

¿Qué tipo de padre dirías que eres?

Soy un padre que deja hacer, que adora jugar, que quiere ver a su hijo reír. Trato de no usar la palabra “no” a menos que sea absolutamente necesario. Quiero que él tenga sus propias experiencias.

¿Llevas el circo a casa?

¡Por supuesto! A Esteban le hago malabares desde antes de que naciera. Ya tenemos un pequeño repertorio. Se trata de compartir lo que te hace feliz, de que él aprenda a hacer lo que disfrutas.

Eres un ingeniero convertido en artista de circo…

Siempre me gustaron los malabares. Me fui de Perú con ganas de aprender algo nuevo. Descubrí que los malabares podían ser un arte, vi los retos de la vida de circo. Ser ingeniero también tiene un lado creativo, pero llegué a Montreal para estudiar en la Escuela Nacional de Circo y terminé quedándome. Una vez que tienes un show lo repites mil veces en presentaciones, el reto es hacer siempre cambios, hacer nuevos shows, exigirte tanto física como intelectualmente. Si no, te aburres.

¿Qué quieres que te regalen por el Día del Padre?

Basta con ese amor que siento al verlo. Te cambia, y hasta levantándote a las 6 a.m. despiertas contento.