Vive rodeado de joyas, pero el regalo que más valora son cartas o tarjetas de sus hijos. «Las guardo todas. Lo que más feliz me hace es que se tomen un momento para escribirme lo que sienten», cuenta Aldo Noriega. Su historia de éxito es ya una de las leyendas de la industria local: inició con 200 dólares la empresa que comanda hoy. Esta, sin embargo, es otra faceta del empresario: la de orgulloso padre de cuatro hijos.
¿Es difícil separar negocio y familia?
Yo lo tengo bastante claro, y mis hijos también. El trabajo es sagrado, pero también lo es la familia y ambas se respetan de igual forma. Trabajando con procedimientos y formas se llevan tranquilas las relaciones. Ahora estoy trabajando con Franco, mi segundo hijo, de quién estoy sumamente orgulloso.
¿Existe alguna presión por trabajar en la empresa familiar?
Ninguna. Cada uno toma su rumbo y yo me dedico a apoyarlos, que es mi deber como papá. A Franco le interesa el negocio y decidió trabajar conmigo. Andrea, mi hija mayor, está yéndose a Chicago a hacer una maestría en administración y finanzas. Van a ser dos años duros con ella lejos, pero le gusta la parte de asesoría financiera, y mí me gusta verla hacer lo que la apasiona. Mi tercera hija, Flavia, está estudiando marketing en la universidad. Finalmente, Gaia, que tiene 9 años, de momento solo quiere Disney.
¿Fue muy complicado ser padre y empezar un negocio?
Empecé este negocio desde cero y había que ganarle al día. Hubo mucho amor al hacer las cosas y esfuerzo por lograr la excelencia, pero también mucho sacrificio. Mis tres hijos mayores quizás me han visto un poco más ausente, no les he podido dar todo el tiempo que hubiera querido, pero siento que lo hemos compensado en los últimos años. Somos muy unidos.
¿Qué les suele gustar hacer juntos?
Nos gusta mucho viajar. Franco y yo disfrutamos de la cacería y de la pesca. A mí me gusta mucho la música, yo canto y también lo hacen Flavia y Gaia. Otra actividad en familia son las noches de Netflix.
Ahora que tienes más tiempo, ¿es diferente con Gaia?
La disfrutamos todos, sus hermanos también son muy engreidores. A Gaia le gusta ayudarme a preparar la parrilla. A los dos nos gustan los tomatitos con aceite de oliva, sal, pimienta, orégano y un chorrito de limón. Ella me los prepara y comemos juntos viendo películas. Ahora comparto momentos con todos mis hijos, a veces juntos a veces con cada uno según sus intereses.
Me comentabas que sueles ir de pesca o caza con Franco.
Viajamos mucho por trabajo. A veces cuando una feria dura cinco días, nosotros nos tomamos cinco más para ir a comer a restaurantes ricos, visitar lugares. Él es más sibarita que yo, le encantan los buenos vinos. Recuerdo nuestra primera pesca. Íbamos en bote y él sacó una cabrilla de buen tamaño. Lo recuerdo gritando, ¡y yo gritaba más! Fue muy emocionante. Tengo una relación especial con cada uno de mis hijos. Por ejemplo, Andrea, a quien le digo mi gatita, me llamó hoy para almorzar. Ella es así, espontánea. Es un espíritu libre. Siempre ha querido viajar mucho, ha hecho intercambios a la India, a Paris. Ahora se va a Chicago. Igual nunca me acostumbro, siempre la extraño.
¿Cambió tu forma de trabajar cuando ella nació?
Cambió mi vida entera. Recuerdo cuando nos informaron a mi esposa y a mí que seríamos padres. Yo era un muchacho, tenía 26 ó 27 años. Fue una mezcla de felicidad y angustia. Lo que sentí no fue miedo, fue pánico puro. Es la responsabilidad máxima, pero también es la felicidad perfecta. Tus hijos se vuelven el motor de todo lo que haces.
¿Qué tipo de papá dirías que eres?
Soy un papá consentidor y bromista. Soy cariñoso. Mis hijos y yo nos vacilamos. Mi segundo nombre es Antonio, me bromean llamándome Antoinette. Soy un papá libre, con quien se puede conversar. Hay cosas en las que soy estricto, porque con los valores no se negocia, pero en lo demás soy sobre todo cariñoso.
¿Qué consejo le darías a los padres primerizos?
El ejemplo es lo más importante que un padre debe transmitir. Yo he querido siempre darles a mis hijos un ejemplo de respeto por el trabajo. También les diría que se avienten a ser padres, que sean felices y amen a sus hijos. Sean hombres o mujeres, díganles siempre cuánto los aman. Invito a los papás a ser cariñosos.
Por Alejandra Nieto