Conoce a Lionel Vigil, el peruano dedicado a ayudar a los pequeños agricultores a cosechar la lluvia e incrementar su actividad agrícola.
Por Redacción COSAS
Lionel Vigil es un peruano licenciado en ciencias de la salud y director regional para América Latina de la ONG de desarrollo internacional World Neighbors. El combina su conocimiento local de las comunidades agrícolas de Perú, con el conocimiento del desarrollo para recolectar agua de lluvia y abordar su seguridad a medida de cambia el clima en los Andes.
«Los pequeños agricultores de los Andes siempre han enfrentado El Niño, las sequías, las heladas y ahora el cambio climático», declaró para la revista Forbes y agregó «la recolección de agua de lluvia implica la construcción de pequeñas presas o quochas para retener el agua y prevenir la erosión del suelo, lo que tiende a complementar la modificación de las tierras de cultivo en terrazas y los sistemas agropastorales integrados».
Vigil indica que la recolección de lluvia en estas comunidades implica cerca de 60mil metros cúbicos de agua de quochas usualmente construidas al pie de una montaña y que para ello, los agricultores identifican los canales naturales para construir ahí sus presas de entre 3 a 4 metros, utilizando materiales como piedras y arcillas.
Cabe resaltar que el Perú es un país con alto riesgo de estrés hídrico a raíz del cambio climático, motivo por el cual los agricultores de Apurímac y Ayacucho estás aprovechando la oportunidad para aumentar la productividad agrícola y generar ingresos para sus hogares.
La influencia de su infancia y su labor actual
Lionel recuerda que cuando era niño, solía pasar sus vacaciones visitando la granja de sus abuelos en El Sauce, el pueblo donde nació e indica que, a diferencia de la ciudad, «en ese pueblo las familias no compraban alimentos, sino que los producían. Arroz, frijoles, plátanos, maíz y verduras, eran producidos por ellos. Además, también criaban vacas, ovejas, caballos, entre otros animales».
Por otro lado, también señaló que productos como el café, el algodón y el cacao se usaban como cultivos comerciales y eran pescados en el lago local y que toda esa experiencia le hizo notar el potencial que tenían los pequeños agricultores de las zonas rurales.
«Llegué a comprender que a pesar de sus desventajas frente al mundo cadena de suministro, los agricultores familiares a pequeña escala son resistentes y sus esfuerzos aseguran alimentos, generan ingresos y reducen el hambre y la pobreza en los países en desarrollo», indicó.
Sin duda, una labor digna de admirar.
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