Carlos Ciurlizza escribe, dirige y actúa en Sebastián, cinta filmada en Ferreñafe que viene cosechando buenas reseñas y premios en el extranjero, como el de Mejor Guion en el Festival de Cine LGTB Outfest de Los Ángeles. Esta es la primera película que dirige y la primera en la que actúa Eva Ayllón, junto a un elenco de fantásticas mujeres: Myriam Reátegui, Katerina D’Onofrio, Haydeé Cáceres y Angelita Velásquez. Algunos dirán que es una película gay. Para nosotros, es una forma de reconocerse a sí mismo.
Tienes una carrera de actuación en Los Ángeles, ¿cómo decides dirigir “Sebastián”?
Comencé a escribir empujado por la necesidad de querer ver mejores papeles para mí. Tengo un muy buen agente en Los Ángeles, estudié en Sanford Meisner, una buena escuela, estaba preparado y enfocado, pero siempre me ofrecían papeles de pandillero, de inmigrante, y era un poco frustrante. Cuando escribí Sebastián supe que iba a actuarlo, pero me di cuenta de que no era tan fácil conseguir un director y no es barato. En algún momento pensé codirigirlo, pero ese plan no resultó, así que decidí lanzarme a lo desconocido y dirigir.
¿Tuviste alguna preparación en dirección?
No estudié para escribir guiones ni para dirigir. Recuerdo que cuando fuimos a Cannes con el corto Ready to Talk (producida y actuada por él), todos los cineastas contaban a qué escuela habían ido y yo sentí que no pertenecía ahí porque no había estudiado, pero después me di cuenta de que al no haber ido a esas escuelas tradicionales no sé las reglas, y creo que eso es bueno porque hago lo que me dice el instinto.
Pero sí hay referencias reconocibles en Sebastián, como Almodóvar, por ejemplo. ¿Cuáles son tus héroes cinematográficos?
Tengo muy presente Todo sobre mi madre. Me encanta que Almodóvar no tenga miedo de volarse todo lo que tiene que volarse y hacer que sus actores hablen mucho. Xavier Dolan también me inspira. La protagonista de su película Laurence Anyways es una mujer que tiene mucho dolor, pero lo enfrenta, e influyó mucho en mí para crear el personaje de Lucía (Katerina D’onofrio), en no hacerla víctima. Dolan tenía 23 años cuando filmó eso que a mí ,a los 30 años, me daba mucho pudor. También me encanta lo que hizo Stephen Daldry con Las horas; y Ang Lee, con esa capacidad para contar historias increíbles en cualquier lugar del mundo y en cualquier género, como en Sense and Sensibility, Brokeback Mountain o Life of Pi. Creo que si tuviera el 10% de su carrera, podría morir tranquilo.
Hablemos de influencias peruanas. ¿Llegaste a ver “Contracorriente”?
Cuando la vi en Los Ángeles se me cayó la quijada. Tenía lo que quería ver en una película nacional y que no veía. El realismo mágico que había conseguido y el amor entre protagonistas. Soy fan de Javier (Fuentes León). También me gusta mucho Rosario García Montero con Las malas intenciones, y la sensibilidad de Claudia Llosa y de Adrián Saba. Antes que cineasta, soy un fan. Hago la cola y pago mi entrada. Acabo de ver La última noticia y Locos de amor. No me siento a decir esto es bueno y esto es malo.
No eres esnob…
Pero por dónde, si yo soy de Chiclayo
En la película diriges, actúas y escribes, ¿cómo fue dirigir por primera vez?
Me sentí inseguro porque no conocía la terminología técnica. Carmen Rosa, mi directora de foto, se dio cuenta de eso y me preguntaba dónde había visto al actor en escena cuando la escribía, y cuando le respondía, ya sabía cómo filmarlo.
Uno de los puntos más fuertes de la película son las actuaciones. ¿Qué tiene que tener un actor para cautivarte?
Soy fan del cine, pero de la actuación soy un embobado. Mi programa favorito es “Inside the Actors Studio”. Cuando un actor entra a audicionar yo quiero que le vaya increíble. Quiero que su libertad y su poder conecten con la historia. Eso pasó con Katerina. Vi a varias chicas para ese papel, y Katerina justo estaba haciendo una obra de teatro y tenía un tatuaje, pelo rojo y era muy pálida. Yo buscaba una trigueña, pero sentí que todas las que hicieron el casting gritaban la escena y Katerina, no. La susurró y se comió la cámara. Supe que era Lucía. Supongo que lo que más me llama la atención son los actores que sorprenden, que no tienen miedo de ir donde tienen que ir.
“Sebastián” se ha presentado en festivales de Busan, Guadalajara y Los Ángeles, ¿cómo lo manejas?
Me siento muy sorprendido y agradecido. Cuando terminamos la película y nos quedamos sin dinero para hacer la posproducción, soñaba con ir a festivales, pero pensaba que mostraríamos la película a la familia y ya. Felizmente no fue así y empezamos a viajar. El programador del Festival de Busan me contó que había visto la película tres veces. En Guadalajara me dijeron que “Sebastián” no estaba en la categoría gay, sino en la categoría oficial compitiendo con las mejores películas de Latinoamérica. Fui el director más joven de la sección. He vivido doce años en Los Ángeles, pero en el Outfest viví un Los Ángeles que nunca había vivido. Almuerzos en el sindicato de directores, sesiones de pitching, donde te preguntan por tu próximo proyecto. Outfest no solo muestra tu película, trata de ayudarte para que te quedes en el negocio. Es un festival de familia. Han nutrido a los cineastas LGTB más fuertes que hay. Cuando Outfest te pone un sello, los otros festivales te buscan.
¿El cine puede ser una manera de hacer justicia?
Mi familia está llena de abogados. Mi mamá, mi hermano y mi hermana son abogados. Y sí, considero necesario buscar justicia para la comunidad gay. El matrimonio igualitario no se puede detener. Las leyes solo pueden ir hasta cierto punto, pero el arte tiene un poder que trasciende barreras. Hay mucha gente que no va a una marcha pero que va al cine o al teatro o a una exposición de pintura. Ves una película donde el protagonista es homosexual y te das cuenta de que ese personaje comete errores, se enamora, le rompen el corazón, es decir, que heterosexuales y homosexuales somos exactamente lo mismo. Creo que el cine ayuda a hacernos más tolerantes.
¿“Sebastián” trata sobre reconciliarse con uno mismo?
Sí, y sobre dejar de huir. Hay una escena donde el protagonista se para y le dice a su amigo: “No soy cobarde porque me gustan los hombres, soy cobarde porque permito que la sociedad me maltrate”. La cobardía está en permitir que te hagan bullying. La valentía está en plantarte y decir: “Sé lo que soy, no voy a huir, no voy a engañar. Soy homosexual y no tengo miedo. Más bien, estoy orgulloso. Es una comunidad llena de muchos empresarios, científicos y artistas que aportan mucho a la sociedad”.
Otro de los grandes temas de la película es aprender a ser padre.
Me atrae mucho la relación entre padres e hijos. Nuestra película no tiene explosiones y bombas al estilo de los Avengers, pero lo que se dicen padres e hijos puede detonar más fuerte en ti que cualquier bomba.
Leí que hace cuatro años anunciaste que eras gay. ¿Por qué recién a los 29?
Muchos me han dicho que me fui a Los Ángeles para salir del clóset. Yo me fui a estudiar. Mi obsesión era ser actor. Estudié Administración, pero no era lo que quería. Llegué a Los Ángeles y estaba totalmente enfocado en aprender. Un profesor de la escuela me dijo: “Hasta que no te aceptes nunca vas a ser el artista que quieres ser”. Me hice el zonzo en el momento, pero me quedé pensando en que tenía razón. Incluso tenía miedo de decir en la oscuridad de mi cuarto: “Soy gay”. Cuando se lo dije a mi familia algo se destapó y salió la avalancha. Escribí dos guiones de largometrajes en un año. Me dieron un papel protagónico en una obra en un teatro conocido de Los Ángeles. El decir quién eres y aceptarte te hace sentir que no tienes límites. Estar en esa situación te tiene como un niño aterrado así seas adulto. La aceptación cuesta mucho, sobre todo si has crecido en una sociedad que te dice que lo que eres está mal y podrido, o es anormal, por eso ese terror es tan profundo.
Por Ana Carolina Quiñonez