Maccarena no conoció a Chabuca, pero ha vivido rodeada por su recuerdo nítido y cálido. Aquel que despierta en la gente y, sobre todo, en su abuela, Teresa Fuller, hija de la cantautora apurimeña y apasionada guardiana y promotora de su legado. “Me gusta el empeño que pone para que mi bisabuela siga viva. Gracias a ella (Teresa), muchos jóvenes conocen a Chabuca”, afirma.

Maccarena forma parte de la ONG Minkando, que educa a niños iqueños por intermedio del arte.

Maccarena forma parte de la ONG Minkando, que educa a niños iqueños por intermedio del arte.

Acompaña a su abuela en muchos homenajes y siempre se le pasa la misma fantasía por la cabeza: que Chabuca le dedica una canción. Un tema para Maccarena, así como para su abuela compuso una “Misa criolla” y villancicos. Hace muchos años, Teresa la dejó conducir un programa sobre la Navidad junto a los hijos del arquitecto Javier Luna, Carolina y José Ignacio; Maccarena recuerda que pusieron esos mismos villancicos y atesora la grabación de esa incursión en “Déjame que te cuente”, el espacio radial que conduce Teresa desde hace más de veinticinco años.

De todas las anécdotas e historias que le han contado sobre su bisabuela, recuerda especialmente que Chabuca componía en la madrugada porque tenía hijos que cuidar durante el día. Las creaciones favoritas de Maccarena son: “María Landó”, “Zeñó Manué”, “La flor de la canela” y “María Sueños”. Confiesa que de niña llevó clases de canto con Julie Freundt, pero su voz no mejoró.

Le gusta el rock en español de Maná, Pedro Suárez Vértiz y Los Enanitos Verdes.

Le gusta el rock en español de Maná, Pedro Suárez Vértiz y Los Enanitos Verdes.

Le pregunto cómo define la voz de su bisabuela: “Cantaba pausada, casi hablando, con una voz un poco ronca, que transmitía calma. Pero lo más bonito no era su voz, sino la poesía de sus canciones”.

Chabuca componía versos de amor nostálgico por una ciudad tradicional y por los paisajes del Perú escondido. Describía en sus letras el amor carnal pero también el cortés, así como el amor tierno y puro por sus hijos.

Maccarena también está llena de amor. Por eso, una vez al mes viaja a Ica para enseñar a través del juego y del arte a un grupo de niños. “Pertenezco a Minkando. Soy la coordinadora de desarrollo de la comunidad de Ica. Estamos dejando una huella positiva”. Se encarga de los niños de 2 a 5 años, y afirma que ellos comprenden mucho más que lo que cualquiera podría imaginarse. Lo que más le conmueve es la falta de amor y cuidado: “Muchos cumplen un rol de adultos –que incluye cocinar o trabajar–, que no les deja vivir lo que les corresponde”.

Maccarena

De chica escribía cuentos. Su escritora favorita era Ana Frank.

De niña, Maccarena soñaba con ser profesora o mamá. Le encantan los niños por la alegría que transmiten. Aunque no tuvo una formación en Educación, sino en Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima, ese sueño sigue palpitando en ella. Cuando visita la casa de su abuela Teresa, siente a Chabuca en sus cuadros, sus carteras, sus muebles, sus vestidos y pastilleros. Y está convencida de la importancia de preservar ese legado de amor por un país que también siente y sueña.

Texto: Ana Carolina Quiñonez
Fotos: Javier Falcón
Dirección de arte: Gonzalo Miñano
Estilismo: Sara Vílchez
Maquillaje y peinado: Olga Soncco
Producción: Andrea Zorrilla y Vanessa Robles
Agradecimientos: H&M, Strata, Prüne y Forever 21