Tras su elección como el nuevo presidente de Canatur (la Cámara Nacional de Turismo), el CEO de Inkaterra, Joe Koechlin, se explaya sobre los logros y obstáculos de su labor ecologista, así como sobre la importancia del turismo en la generación de empleo y una identidad nacional.
Por Sergio Herrera
«Construimos el primer albergue literalmente con hacha y machete”, recuerda. “Ni siquiera teníamos una motosierra. No había dependencia del mundo exterior. La gente local ha sido siempre nuestro baluarte”, explica José Enrique Koechlin von Stein, rememorando los inicios de Inkaterra, la prestigiosa cadena peruana de hoteles ecoturísticos.
Desde que emprendió la construcción del primer hotel en la selva de Tambopata (Madre de Dios), él siente que ha vivido los mismos problemas que la gente local. Como CEO de la compañía, “Joe” Koechlin ha dedicado más de cincuenta años de su vida a difundir el cuidado de la naturaleza peruana y sus habitantes. Y desde hace muchos años, Inkaterra ha crecido hasta posicionarse como una empresa “holística”: no solo promueve el turismo, sino que también alienta la investigación científica como base para la conservación de la diversidad biológica y el bienestar de las comunidades locales.
Hoy en día, Koechlin es un ícono de la industria turística nacional. Presidió durante veinte años la Sociedad de Hoteles del Perú. En paralelo, fue vicepresidente de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) durante la gestión de Carlos Canales (2018- 2022), hoy alcalde electo de Miraflores. Hasta que finalmente, el pasado 31 de octubre, tras un proceso electoral, Koechlin se convirtió en el nuevo presidente de Canatur para el periodo 2022-2024. Y asume el cargo en un contexto en que la reactivación del turismo se ve amenazada por la inestabilidad política y la ausencia de propuestas frescas.
Conquista y obstáculos del ecoturismo
A Koechlin le esperan dos años de nuevos desafíos, pero tiene una consigna clara: el orden. “Con tratar de lidiar con los asuntos pendientes ya es bastante trabajo”. Uno de aquellos es la recuperación ambiental de los principales destinos turísticos del país. Actualmente, la COP 27 y el G7 establecen el “carbono neutro” como una meta fundamental. Según el Parlamento Europeo, dicho estado consiste en que se emita la misma cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera de la que se retira por distintas vías.
Cabe destacar que desde 2021 la ONU considera a Machu Picchu el primer destino turístico “carbono neutral” del mundo. Junto al consorcio de bebidas AJE, Koechlin fue uno de los artífices de este logro, pues contribuyó a instalar una planta de purificación de aceite y glicerina en el Machu Picchu Pueblo Hotel de Inkaterra. De esta forma, se evitaba la contaminación del río Vilcanota con residuos orgánicos. “Lo que se ha realizado en Machu Picchu debe también ser el resultado en otros destinos turísticos del Perú. Porque el manejo de la basura es una vergüenza nacional”, señala Koechlin.
Sin embargo, la presión empresarial y estatal siempre puede aparecer como obstáculo para los objetivos ecologistas. Por ejemplo, desde hace una década, Koechlin tenía pensado construir la primera reserva marina del Perú en Cabo Blanco (Piura). Inkaterra Asociación, la ONG ambientalista de la cadena, presentó el estudio técnico que justificaba el proyecto. National Geographic, la International Gamefish Association (la entidad máxima de la pesca deportiva internacional) y la Universidad de Miami validaron la viabilidad del estudio. “Incluso, tuvimos la validación de la universidad española que realizó la recuperación del atún en el Mediterráneo”, añade Koechlin.
La visión empresarial de Koechlin
“A través nuestro, más de cuatro mil personas han sido capacitadas y hoy viven del turismo”. Y es que al margen de los diversos cargos administrativos que ha ocupado, Koechlin se define a sí mismo como un “gremialista en el sentido del bien común”. Una visión que apunta al turismo como un medio para proveer empleo y medios de mantenimiento. Para lograr este objetivo, cree que uno de los grandes activos debe ser el paisaje. “Es la admisión de componentes de vida. Desde 1978, elaboramos inventarios de modo que el paisaje pueda mantenerse en el tiempo”, argumenta.
Los resultados hablan por sí mismos. Además de vistas impresionantes para los huéspedes, las áreas de Inkaterra registran la presencia de novecientas tres especies de aves y trescientos setenta y dos especies de orquídeas nativas (la colección más grande en su hábitat, de acuerdo a la American Orchid Society).
Por si fuera poco, investigadores asociados han logrado descubrir veintinueve especies nuevas para la ciencia en Inkaterra. Si bien entre enero y setiembre de 2022, 1,3 millones de turistas internacionales llegaron al Perú, esta es una cifra que contrasta con otros casos. Por ejemplo, Colombia recibió 1,5 millones de extranjeros entre enero y junio de este año. Koechlin asegura que la clave es una buena gestión organizacional. “Colombia ha hecho un buen trabajo de estructuración y presentación de su oferta turística, además de brindar una mayor sensación de seguridad que el Perú”, teoriza.
Aunque considera que hay facilidad de diálogo con el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, Koechlin sostiene que el Gobierno y el Estado son ineficientes al momento de alcanzar acuerdos con la sociedad civil que permitan soluciones novedosas para el turismo. “No es cuestión de un solo hombre, sino de la administración en general”, dice. “No tenemos facilidad en las realizaciones y queda mucho por hacer”, lamenta.
Pone como ejemplo la introducción de las tiendas tax free en destinos turísticos, lo que exoneraría del pago de impuestos a los turistas nacionales. Sería, además, un incentivo para que los peruanos elijan destinos locales para sus próximas vacaciones. Y además, para alimentar un sentimiento de la peruanidad que todavía brilla por su ausencia.
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