La mirada de Tim Atkin en el vino es determinante. Con reportes especializados en países como España, Chile, Argentina, Francia y Sudáfrica, el periodista británico visitó el Perú y degustó sus vinos, y arroja luces sobre la oportunidad para la industria y el camino a seguir.
Por Melina Bertocchi (@palabradevino)
Cera de abeja, masa madre, increíble mineralidad, notas salinas, membrillo. Son algunos de los descriptores aromáticos que usó el Master of Wine británico, Tim Atkin para describir su top 50 de los vinos peruanos que degustó cuando estuvo en el país hace apenas dos meses. Colorido desde sus camisas; así lo es también en su carácter y en su manera de conectar con el vino. El video que subió en sus redes mientras bailaba música afro peruana en Chincha fue trend topic durante varios días.
Con estudios en Economía; Tim es periodista y también fotógrafo. Pero lejos está de la idea que uno puede tener de un típico Master of Wine serio e impostado. Sin embargo, esto no resta rigor alguno a sus apreciaciones. En sus notas de cata no hay lugar para la duda. Siempre va al fondo; pues cata con conocimiento de zona, de suelo y de personas.
La primera vez que coincidimos fue en Mendoza, durante un seminario de terroir organizado por la gente de la bodega Doña Paula. Tim era el invitado de honor, encargado de exponer sobre los tipos de suelo y la influencia que tiene en el vino. Tim es divertido y auténtico. Tiene muy buena memoria, y una importante sensibilidad que es determinante para conectar con el vino.
Cuando nos encontramos durante su paso por Lima para compartir un pisco sour y un capitán, le pregunté qué pensaba hasta entonces de los vinos peruanos. Me dijo que estaba muy bien impresionado. “Llegué sin expectativas y fue mejor de lo que esperaba. Creí que al estar tan cerca del Ecuador quizás los vinos tendrían menos definición, pero me sorprendí”, asegura. “Mis puntajes y mis descripciones del vino son lo que son. Siempre digo lo que pienso”, ratificó cuando lo llamé para hacerle algunas preguntas luego de que publicó su reporte sobre los vinos peruanos.
Su visita a Perú era un pendiente desde hace varios años. Y la bodega Tacama hizo un importante y loable esfuerzo e invitó a Tim a pasar unos días en el país para que descubra y pruebe lo que está ocurriendo en la escena del vino peruano desde hace varios años. “La gente de Tacama me invitó muy amablemente a Perú; y de manera desinteresada me apoyaron y me facilitaron el contacto con las otras bodegas para poder probar la mayor cantidad de vinos posible. Así, Tim aterrizó y siguió directamente hasta Ica donde visitó Tacama, Queirolo; luego subió hasta Pisco donde estuvo en Murga; y en Chincha con Tabernero. Al llegar a Lima, tuvo una jornada de degustación con Perú Vino, donde en algunas horas, cató decenas de etiquetas de diversos productores. “Todas las regiones productoras de vino son únicas. Yo conocía muy poco antes de visitar Perú. Había leído sobre las viñas de Lima y la historia en general; y claro, sabía mucho sobre la gastronomía”, confirma. Fue a cenar a Central, Mérito y Maido, y contaba el número de pisco sours que tomó durante su viaje – 7 -, eso sí, secos.
“Los viñedos en altura tienen gran potencial”, asegura Tim sobre el futuro del vino peruano. De hecho, el viñedo Apu en Curahuasi, a poco más de 2800 metros sobre el nivel del mar, obtuvo altos puntajes por dos de sus vinos. El Cabernet Sauvignon, con 94 puntos; y el Tannat con 92. “Ica está establecido como centro de la industria, en parte por un tema histórico, donde influye la cercanía a la costa. Es importante buscar zonas frescas con temperaturas más amables”, reflexiona Tim. Y habla del rol determinante de las variedades criollas. “La conexión histórica con las variedades pisqueras, logra vinos muy interesantes”. En el caso de las clásicas como Malbec, Cabernet Sauvignon o Chardonnay es difícil competir a nivel mundial, pero no así con las criollas como Albilla y Quebranta”, comenta. “Esos vinos tienen una ventaja para la gastronomía. Si la gente se interesa en la gastronomía, eso va de la mano con el vino”.
¿Qué tal hacer pruebas? ¿Intentar? ¿Qué diferencia se puede lograr? Interrogantes válidas que solo abren un mundo de posibilidades a las que el Perú ya se ha ido acercando.
Los top 50
En su lista de 50 vinos peruanos, destacan los productores clásicos como Tacama y Queirolo; además de Tabernero; y los proyectos de viticultores pequeños con enfoque en las variedades criollas o pisqueras, como Murga y Pepe Moquillaza; así como Viña de los Campos, Mídolo, Majes tradición, Alberto di Laura, Viejo Molino.
De los diez primeros vinos blancos que figuran en su top 50, ocho de ellos son de variedades criollas. Entre estos resaltan el Mimo Velo de Flor 2018, un blend de Albilla y moscatel de Alejandría; así como el blend de Italia-Albilla 2021 de la Bodega Murga.
También destaca el Hanan Sauvignon Blanc 2022 de Tacama; un blanco imponente que expresa elegancia e intensidad; y el Intipalka Sauvignon Blanc Reserva 2020; un upgrade del ya clásico Sauvignon, donde se suma un porcentaje de paso por barrica.
Cuando le pregunté por su sensibilidad acerca de estos vinos vinificados de manera bastante natural y con muy poca intervención; y de estas variedades que incluso para los peruanos son a veces difíciles de entender; Tim dice: “Normalmente no son mi tipo de vinos favoritos. Pero encuentro que en el caso de Perú tienen mucha autenticidad. Hay un camino por recorrer en ese sentido”. Y destacó la importancia de que se trabajen con poca intervención y con levaduras indígenas para sacar lo mejor de ellas.
Tim es un viajero incansable. Luego de visitar Perú, pasó por Chile, y volvió a Europa a trabajar en su reporte de Rioja. Y luego siguió a Uruguay para hacer el reporte de ese país. ¿Cuándo descansas?, le pregunto. “En cinco minutos”, me dice. Esta primera visita al Perú nos abre las posibilidades y el panorama de a dónde puede llegar el vino peruano. Lo que falta, sí; y sobre todo lo que hemos recorrido. El camino de lo auténtico, de la investigación, de conectar con el lugar, con el origen, con el suelo; de respetar las variedades, la historia, lo que el vino tiene que decir; y todo lo que falta por contar. La oportunidad de unir saber, origen; y la emoción a través del vino. Para esto, el tiempo, la paciencia y la reflexión son ingredientes clave.
Si quieren conocer la lista completa de los 50 vinos peruanos que puntuó Tim Atkin, ingresen en su página web, www.timatkin.com y descarguen el reporte de Perú.
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