Conocida por todos como DD, Daniela Delgado se dedica a la artes visuales y a la moda. Sus proyectos buscan reinventar piezas que ya existen, con el fin de promover producciones más conscientes con el medio ambiente. Conversó con nosotros sobre cómo llegó a la moda y sus diversos proyectos.
Por Lucas Cornejo Pásara
Daniela Delgado (Lima, 1997) es fotógrafa, stylist y directora audiovisual egresada de Willem de Kooning Academy, en Holanda. Su obra ha sido influenciada por su paso por grandes ciudades como Róterdam, Ámsterdam, Lima y Nueva York, donde estudió Video Performance Experimental en la School of Visual Arts (2019). Es fundadora y directora creativa de la firma de styling y marca de ropa Doe Maar Normaal, proyecto que se rige por los valores del reciclaje material y la libertad de expresión, con la misión de redefinir la normalidad a través del vestir como arte y performance.
DD, como la conocen todos, me encuentra en un café. El domingo viaja a Miami y luego se instalará en México. Es la más alta del lugar, como siempre, pero igual llega en tacos. Habla sin parar. Va rapidísimo y en el spanglish que la caracteriza.
Una familia de medios
Al ser la primogénita y aún no tener primos por el lado de su mamá, Daniela nació siendo el centro de atención de la familia. “Siempre tuve el escenario para mí sola y estaba muy pendiente de las cámaras”. Además, al ser la única niña entre adultos, bebió de diversas influencias. Recuerda con mucho cariño cómo dirigía a su mamá para que la grabara con la filmadora. Su mamá, Rosario Cavero, diseñadora gráfica de profesión y productora de eventos, fue una enorme influencia. “Mi mamá es muy crafty, y hacíamos los proyectos del colegio juntas”. Era la alumna a la que le encanta esmerarse al máximo cuando se trata de tareas con papelógrafos y exposiciones. “Siempre hacía el póster enorme. Me encantaba dirigir a mis amigos y estaba metida en teatro y canto”, explica mientras sostiene su café sonriendo.
Sus primeros contactos con la moda y el disfraz los tuvo gracias a que su madrina, Lucía Cavero, es dueña de Michelle Bellau. “Mi tía no tenía hija mujer, y siempre me traía ropa de fuera. No era la típica ropa de niña, sino que eran prendas más atrevidas o extrañas”. Por otro lado, su padre manejaba un canal de televisión. Al ser nieta del hombre que trajo el primer teléfono móvil y pionero de la televisión en el Perú, el mundo de las comunicaciones siempre estuvo presente en su hogar. “Tuve mucha exposición desde pequeña. Mi relación con mi abuelo no fue muy cercana, pero su figura siempre estuvo presente; era un hombre muy poderoso. La crisis provocada por la intervención política en los medios afectó mucho a la familia, y generó una gran incertidumbre, por lo que tuvieron que adaptarse rápidamente a las nuevas circunstancias. Para vestirse como a ella le gustaba, comenzó a buscar alternativas, y se dedicó a saquear los clósets de su madre y abuela en busca de nuevas prendas. Hoy, DD cree que eso la volvió “recursera”, y esos años jugando se reflejan en su trabajo.
Cuando empezó a salir, notó que su forma de vestir no siempre era bien recibida. “Al principio, mi círculo no promovía tanto esa exploración creativa en la moda, sino el uniforme”, recuerda. Solo daría rienda suelta a su exploración al mudarse a Róterdam para estudiar. Su mejor amiga le recomendó una escuela con mucha libertad y que le era más asequible que ir a Nueva York, como siempre quiso. “Postulé sin esperar nada y me aceptaron. Me daba miedo irme y perder el vínculo con mis amigos del colegio. Pero, al final, decidí arriesgarme y cambiar mi vida. Dormí pensando en que estaría vestida de colores bicicleteando por Ámsterdam y viajando por el mundo”.
Ahí conocería a mucha gente vinculada con el arte. Pero lo más importante para ella fue aprender a observar y escuchar. “Quería aprender de la cultura holandesa: una actitud directa, no bullshit. Ahí nadie es tu amigo si no quiere. Mis amigos de allá a veces no entendían mi sentido del humor o mis expresiones, pero, a través de mi forma de vestir, lograba comunicar mi personalidad. Tu outfit no era algo superficial. No se trataba de marcas, sino de tener buen ojo y gusto propio. Me interesa la moda como creación, pero no le sigo el paso a lo que está de moda. Creo que vestirse trata más de encontrar lo que uno quiere ser”, explica.
Recuerda que pasaba mucho tiempo en la calle y que así descubrió los mercados de pulgas. Inmediatamente, se enamoró. Además, se dio cuenta de que era tonto gastar un montón de plata en tiendas de tendencia como Zara, cuando podía thriftear y encontrar cosas hermosas.
Una moda del reciclaje
DD se volvería una recolectora profesional en Holanda. Pero, al llevar una vida de mudanzas, se veía forzada a seleccionar los objetos que conservaba con gran cuidado. “No podía llenarme de cosas. Todo tenía que ser muy curado”. Hoy lo que queda es lo que pertenece a su espacio de Doe Maar Normaal, la marca de ropa que inauguró al llegar a Lima. Funciona de manera sostenible en el sentido de que sus piezas son prendas antiguas que Daniela reinventa y de las que se apropia. “Siempre ando comprando y vendiendo cosas nuevas. No me gusta conservar miles de prendas. Todo el mundo piensa que tengo muchísima ropa, pero no. Es muy poco lo que se queda.Normalmente, uso y luego dejo ir”.
Doe Maar Normaal
Su marca empezó como un proyecto de fotografía y reciclaje a través del thrifting. “Mi idea era reunir a personas que no necesariamente fueran modelos y hacer shootings”. El nombre viene de un dicho holandés que quiere decir “no pretendas”, en el sentido de ser uno mismo y no seguir a los demás. “Para mí, esa frase sonaba a que eso de ser normal no existe de una sola forma”, señala. El proyecto se volvió una marca cuando Daniela regresó a Lima cargada de muchísima ropa recolectada. “Llegué con mucha ropa e hice pop ups. A veces intervenía prendas y a veces no”. Ahora la colección es muy chiquita, y funciona más para sus trabajos de styling.
Las prendas de Doe muchas veces son ropa antigua intervenida por DD. “Me gusta la idea de con unos hilos convertir algo inusable en algo cool”. Cuando ella volvió al Perú, el upcycling recién se estaba poniendo de moda, y Daniela vio ahí un espacio al que aportar. Me cuenta que cuidar una gran cantidad de ropa es muy trabajoso. “Toma mucho tiempo y dedicación. Ahora que estoy más enfocada en mis proyectos artísticos, aplico todo lo que aprendí del upcycling”. Así, utiliza todos sus objetos para crear propuestas únicas de acuerdo a los proyectos de los artistas con los que trabaja.
Fast fashion
El fast fashion está en todos lados y es inevitable consumirlo. DD lo reconoce, pero cree que se puede consumir con cierta conciencia. “Hay que reconocer cuando realmente es algo que aprecias. No creo que haya que satanizar el fast fashion, pero me parece importante no buscar seguir la moda porque sí. Hay que pensar en reinventarse sin la necesidad de consumir lo nuevo. Existen muchas opciones. Lo que más me interesa en el mundo de la moda es la trasgresión: todos los diseñadores que hablan de archivo, del vestirse como un arte. Muchos compran porque es barato, pero creo que hay que pensárselo bien. Prefiero comprarme unas botas que me duren para siempre, por más que sean más caras. Es mejor que comprar unas baratas que satisfagan mi deseo de outfit de un fin de semana”.
Artista visual
La recolección de objetos y prendas crearían finalmente el espacio visual para que DD construya las imágenes que trabaja como artista. “Antes que diseñadora, soy artista visual. Creo escenas, ya sea en fotos o videos”. Ama documentar escenas que escapan a su control. Y cree que esa naturalidad la encuentra cuando trabaja en colaboración con otros personajes. No es de fijar parámetros, sino de construir en conjunto. Últimamente, ha colaborado con Macarena Puelles en fotos y trabajó videoclips con músicos como Rulolo, Maya Endo o los chicos de Santa Madero, entre otros. Además, se ocupa de hacer el styling en piezas de videoarte, como las que trabajó junto a Verónica Garrido Lecca.
De Holanda a México
Actualmente, DD está en proceso de mudanza a Ciudad de México, aunque me asegura que cuando dice que se va de Lima nunca es del todo cierto. “Para mí, es importantísimo producir acá. Me interesa mucho irme para traer cosas aquí. Vivir en Róterdam fue conocer un poco de todo el mundo. Siempre pensé en traerlo aquí”. Inicialmente, pensaba volver a Holanda, pero viajó a México y quedó encantada. “Me di cuenta de las posibilidades de crecer. Ciudad de México te da la posibilidad de trabajar con muchísimos artistas internacionales y tener producciones enormes. Holanda era como un capítulo más intelectual, que creo que retomaré luego”, concluye.
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