Tiene una larga carrera en el modelaje y se graduó en Derecho por la Universidad de Edimburgo. Sin embargo, Bridget Osterling ha decidido dedicarse a su lado más artístico: el diseño de moda y joyas. Como ella cuenta, su vínculo con el arte existe desde que era una niña, y cree que esta relación se ve reflejada en Louve, su marca de ropa y joyería.

Por: Diego Ochoa Acosta | Fotos: Nicolás Garrido

Bridget sonríe automáticamente cuando le pregunto cómo definiría su personalidad a lo largo de su vida. Lo primero que se le viene a la mente es “muy rebelde y cero tímida. Siempre fui una niña sin miedo a decir lo que pensaba”. A pesar de ello, siempre fue una buena alumna. Desde sus primeros años en el Markham, amaba los debates en clase, pero también los cursos de arte. A los 11 años, su madre –Jessica Venegas, quien fue una gran modelo en nuestro país– vio potencial en ella, y la llevó a hacerse un book con un fotógrafo profesional. A los 13, ya se encontraba trabajando para grandes marcas y, de esta manera, comenzando una carrera en el mundo del modelaje.

Bridget se relaciona con la cámara con naturalidad. Desde chica trabajó como modelo.

Al finalizar el colegio, optó por irse a la Universidad de Edimburgo a estudiar Derecho. “Siento que fue un poco por influencia de mi papá, porque él es abogado, además de chef. Terminando el colegio, yo me preguntaba muy seguido: ‘¿Voy a estudiar Derecho o Arte?’. Y, finalmente, decidí hacer algo académico primero y de ahí algo creativo, porque la creatividad nunca se va a ir”, dice Bridget.

En el modelaje, has hecho desde grandes campañas hasta desfiles. ¿Tu carrera de modelo es algo que sigues priorizando?

Siempre vi al modelaje más como un pasatiempo, como algo en lo que era buena. Me gustaba y podía ganar dinero haciéndolo. De alguna manera, modelar te da cierta independencia siendo joven, y logras aprender a manejar tus propias cuentas, tus propios horarios, pero no era algo que realmente me llenara realmente. Me gusta posar, me gusta la moda, pero sentía que faltaba algo más donde pudiese plasmar un arte o algo creativo. Lo chévere del modelaje es que es parte de la moda, es parte de la industria; entonces, también me abrió demasiado las puertas a conocer cómo se trabaja en una sesión de fotos o ver la ropa de distintas personas, ver las técnicas, las telas, y saber cómo combinar ropa en el styling de la sesión de fotos. Aprendí demasiado. Siempre me encantó la dirección de arte, el styling y todo eso. El modelaje me abrió un montón las puertas a la industria de la moda acá en Perú.

¿Tuvo una parte negativa comenzar tan joven en el modelaje?

Muchas veces uno no tiene la personalidad o la autoestima formada al 100% a tan temprana edad. Al comienzo de mi carrera en el modelaje no tuve ningún problema, pero, aproximadamente a los 17 años, sí tuve un momento de autocrítica por el que creo que un montón de mujeres pasan, y es el querer vernos “de tal forma”. Siento que estas cosas nacen de heridas del pasado o de la infancia. Creo que la falta de amor a uno mismo hace que quieras verte de una forma distinta, lo cual no es saludable en lo absoluto. Tuve un par de años en los que no comía tan bien, pero luego esto cambió, porque comencé a investigar más del tema energético y lo importante que es cuidar tu mente y tu cuerpo, y cómo eso influye en tu vida en general. Todo eso cambió mi chip. Me di cuenta de que no estaba nutriendo bien mi cuerpo, no estaba haciendo ejercicio. Mejoré esos hábitos y dejé de dar tanta importancia a lo externo para priorizar lo interno. Es muy importante ser consciente de cómo estás tratando a tu cuerpo y cómo te hablas a ti misma.

Sobre el Derecho, explica: “Me di cuenta de que no quería hacer eso el resto de mi vida”.

Para nuestro encuentro, decidió usar las prendas y joyería que ella misma diseñó para Louve.

Siendo una persona bastante creativa, ¿cómo fue irte del país a estudiar Derecho?

Muy complejo. Tenía que leer quinientas páginas de un día a otro. Y era todo en blanco y negro y puras letras. No había ni un dibujo. Para mí, que soy una persona creativa, necesitaba al menos un dibujo. Igual me fue bien. Saqué buenas notas, a pesar de todo, pero no estaba feliz en eso. Me di cuenta de que no quería hacer eso por el resto de mi vida. De todas formas, quise acabar la carrera. Me gradué al tercer año y regresé con mi diploma. Recién ahí fue que empecé a hacer mi portafolio con la intención de entrar a una universidad de Diseño de Modas. Estuve unos meses haciéndolo, pero fue como un momento de gran incertidumbre en mi vida en lo que se refiere a mi futuro. Siento que también estaba buscando internamente lo que me iba a hacer más feliz. No quería meterme en algo que me causara estrés o infelicidad, como en la universidad. Entonces, ahí fue cuando decidí hacer un giro de nuevo a mis planes, me metí a practicar con diseñadores como Ana Guiulfo –que ha sido como una maestra para mí, y siempre ha estado demasiado dispuesta a guiarme en este mundo de la moda– y me matriculé en cursos para aprender a hacer patrones en los maniquíes, cursos de costura, de ilustración. Al comienzo fue complejo, porque mis papás no entendían muy bien lo que hacía y el hecho de que me estuviera metiendo a cursitos; pensaban algo como “qué está haciendo esta chica con su vida” [risas].

“Las piezas de mi marca son elegantes, únicas, auténticas y, a la vez, modernas, cómodas y atemporales”, dice Bridget.

A finales del año pasado lanzaste Louve, tu marca de ropa y joyas. Entiendo que es un proyecto que significa mucho para ti, ¿no?

Desde que tengo 15 años he querido hacer una marca de ropa. Cuando estaba llevando estos cursos relacionados con el diseño de modas, comencé a buscar el nombre. Ahí nació Louve,
que significa loba en francés. Es mi animal favorito. Me encanta que simbolice fuerza, independencia y sabiduría. Las piezas de mi marca son elegantes, únicas, auténticas y, a la vez, modernas, cómodas y atemporales. Eso es lo que yo reflejo a través de la ropa hoy en día. Me acuerdo de que mostré este proyecto a mi abuela y a mi papá en un almuerzo. Les enseñé el concepto e imágenes referenciales. Fue difícil, porque yo en ese momento sentía que mi familia había tirado un poco la toalla conmigo, que me veían un poco perdida, debido a que me costó encontrar lo que realmente quería hacer. Fue difícil para mí también, porque no sentía apoyo en ese momento. Sentí que solamente me quedaba sacar este proyecto adelante sola, remar en ese barquito. Pero, una vez que les demostré que podía hacerlo, gané todo su apoyo. He pasado dos años preparándome yo, y más de un año preparando Louve. Lancé una colección en diciembre, luego otra en marzo, y estoy lanzando otra ahora mismo.

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