Heredero de una familia de tiradores, Nicolás Pacheco nos cuenta cómo este deporte siempre estuvo presente en su vida, en una entrevista exclusiva para COSAS.
Por: María Sarca Antonio | Foto: Briam Espinoza y cortesía de Nicolás Pacheco
Nicolás Pacheco acaba de vivir por tercera vez la experiencia en los Juegos Olímpicos y su participación lo ubicó entre los seis primeros del mundo en el deporte del tiro. Nos recibe amablemente en la calidez de su casa, donde se siente abrazado por la tranquilidad y cariño de su hogar. Nicolás nos permitió conocer sus inicios en el deporte de tiro y sus otras pasiones.
Desde el primer momento de nuestra conversación notamos su gran capacidad de observación y concentración, una característica propia un tirador. Y no es para menos, pues lleva en este deporte más de 17 años, aunque en realidad fue parte de toda su vida. Nos cuenta que viene de una familia de cazadores. Su abuelo y bisabuelo son de Ilo, vivían en el campo y cazaban para su propio consumo. Esa tradición se la pasó a su papá, llegando a competir en el tiro al plato en algunas contiendas locales y nacionales.
«Desde muy joven, desde que tengo uso de razón, crecí metido en este mundo. El tiro siempre fue parte de mi vida», nos narra Nicolás. Su primer arma fue una carabina de aire con balines, no letal, y la obtuvo a los seis años. «Me encantaba usarla, mi papá solo me dejaba utilizarla en el campo y desde ahí empezó mi educación en el uso de las armas», recuerda. Su primera arma de fuego la obtuvo a los ocho años, fue una escopeta calibre 20, un regalo de su abuelo. «Mi papá aceptó que sea mía, pero no estaba listo para usarla», nos dice. La primera vez que la empleó fue a los doce años en el campo de tiro y aún la conserva con cariño.
Agradece a su familia por apoyarlo a empezar y mantenerse en este deporte, pues lo más costoso son los viajes por las competencias. También agradece a Dios y a la vida porque cree tener mucha suerte en su camino. Rememora el día en que fue por primera vez al campo de tiro, ahí estaba presente el entrenador de la selección peruana Luis Cabrera y lo vio con condiciones. Fue Cabrera quien le insistió a su padre para que se inicie en este deporte. «Quizás si no hubiera sido así, nunca hubiera empezado».
Es así, que a la corta edad de doce años nació su sueño. «Desde que empecé en este deporte quería una medalla olímpica, fue mi sueño», declara Nicolás. Su anhelo se hizo más fuerte con cada competición que ganaba. En Tokio 2020 casi entrar a la final, de no ser por la anulación polémica de un plato, y ahora, en París 2024, pudo ubicarse entre los 6 mejores del mundo.
Todos sus logros se lo debe a su preparación constante. Su entrenamiento se centra en la parte técnica, que se basa en repeticiones de tiro al plato, y en el trabajo psicológico, que le brinda herramientas útiles en el deporte. «Siempre he pensando que es importar implementar este aspecto junto a lo deportivo».
Nicolás nos cuenta acerca de su juventud. Nos relata que organizaba junto a sus amigos partidas de paintball y su posición era la de francotirador. Está de más decir que su equipo siempre ganaba en los encuentros. Ahora, a sus 29 años, lo observamos como a un deportista calificado y disciplinado. Sin embargo, nos cuenta que fue un joven que le costaba prestar atención, hasta a veces, nos revela que era un poco malcriado. «Creo que las armas en los jóvenes sirven para ayudarles a madurar y adquirir una responsabilidad enorme. En mi caso fue así y yo agradezco muchísimo porque no sé qué hubiera sido de mi vida sin este deporte», declara Pacheco.
Acerca de su paso por los Juegos Olímpicos 2024, Nicolás siente que ha mejorado muchísimo. A Tokio llegó con su mejor nivel y en París se sintió igual. Él llegó a estar al mismo nivel de sus competidores, pero cuando todos están parejos, un leve error te puede eliminar de la competencia. Nos confiesa que fallar el plato que lo dejó fuera de los 5 primeros fue uno de los momentos más dolorosos de su carrera. Él cerró sus redes sociales para centrarse en la competencia, pero cuando volvió y leyó los miles de mensajes de apoyo, se sintió reconfortado. Nunca imaginó tener la acogida y cariño que recibió. «En estos juegos sentí una energía muy potente, que no había sentido antes. Tengo un equipo detrás mío, mi familia, sobre todo, y tengo un país que vive intensamente las emociones. Lo dimos todo».
Más allá de su espíritu como tirador, Nicolás tiene otras pasiones. Él se considera un gran amante de los animales. En medio de nuestra conservación, sus mascotas, nos interrumpen reclamando su atención, pues ellos lo extrañaron en estas semanas que estuvo en París. Son muy cariñosos y él nos cuenta como salvó al último cachorro que se unió a su familia. Lo encontró en calle, pequeño y herido, le hacía falta una operación para salvar una de sus patitas. Nicolás no dudo en ayudarlo y se robó su corazón.
Aparte del tiro, otra de sus pasiones es el fútbol, la practica casi el mismo tiempo que el tiro. Cuando tuvo que decidir por cuál deporte continuar de manera profesional, se dio cuenta que tenía mayores aptitudes como tirador. Aunque ama el fútbol, últimamente ha dejado de practicarlo, porque una lesión puede significar un riesgo para el tiro.
Nicolás ama tanto el deporte, que siente que le falta tiempo para practicarlos todos. Nos reveló que su otra pasión es la pesca submarina. Este deporte es, para Nicolás, un complemento perfecto del tiro, dónde la sensación de estar debajo del mar le permite una desconexión del exterior. Cuando bucea, solo se concentra en técnicas de relajación y podría pasarse todo el día pescando. «Es como estar meditando muchas horas bajo el agua, apreciando la belleza del mundo submarino. La pesca submarina es mi escapatoria, es mi terapia», revela.
En este deporte extremo, Nicolás bucea sin respiración asistida, ejecutando la técnica de apnea, dónde se suspende voluntariamente la respiración. Incluso nos cuenta que tiene asma y lo descubrió ya siendo adulto en una ocasión que sintió que no podía ejecutar bien la apnea. A pesar de ello, no usa inhaladores, pues cree que por su aptitud deportiva tiene una muy buena capacidad pulmonar.
Cuando regresamos el tema de los Juegos Olímpicos, Pacheco felicita y agradece el logro del velerista Stefano Peschiera por regalarnos una medalla olímpica después de 32 años. Sin embargo, no puede evitar opinar que lo que logra cada deportista es a base de su esfuerzo, apoyo familiar y todo el equipo que está detrás. Incluso nos confía que por más que el tiro sea un deporte que le apasiona, no lucra con esta profesión. Él cree que el nivel de interés que el Estado le da al deporte, no es proporcional a los objetivos de los deportistas que aspiran a ganar una medalla olímpica.
Las últimas reflexiones que ofrece Pacheco, es que el deporte es un pilar en la formación de los jóvenes y merece una mayor importancia, igual que la salud y la educación. Nos invita a no perder ese ímpetu que nos ha traído estos Juegos, porque podemos llegar lejos. «La persona que soy hoy en día es gracias al deporte».
Suscríbase ahora para obtener 12 ediciones de Cosas y Casas por solo 185 soles. Además de envío a domicilio gratuito y acceso instantáneo gratuito a las ediciones digitales.