En su discurso por el Nobel de Literatura, el autor no solo rindió homenaje a la ficción: también dedicó palabras profundas y memorables a Patricia Llosa, su esposa de entonces, a quien describió como el centro de su vida y su equilibrio emocional.
Por Redacción COSAS
Cuando Mario Vargas Llosa recibió el Premio Nobel de Literatura en 2010, pronunció en Estocolmo un discurso titulado Elogio de la lectura y la ficción. Fue una pieza brillante, en la que el escritor peruano reflexionó sobre su amor por la literatura y agradeció a los autores que más lo marcaron —de Flaubert a Sartre, de Cervantes a Faulkner—, pero también fue una oportunidad para mirar hacia adentro, hacia lo más íntimo.
“Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho, sus sombras nos sumirían en la oscuridad”, dijo al inicio, reconociendo la dimensión colectiva de su vocación. Luego, apartándose del terreno estrictamente literario, evocó a quienes fueron fundamentales en su formación y en su vida.

Una de las más recientes imágenes de Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa.
Recordó a su madre, Dora Llosa, fallecida en 1995; a su abuelo Pedro, “de gran nariz y calva reluciente”, que celebraba sus versos; y al tío Lucho, que lo animó desde joven a entregarse por completo a la escritura, en un tiempo en que vivir de las letras parecía una quimera. No mencionó a su padre, Ernesto Vargas, con quien tuvo una relación distante y conflictiva.
“Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro… y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir…”, dijo. “Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban… Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir”.
El momento más conmovedor del discurso llegó cuando se dirigió a quien entonces era su esposa, Patricia Llosa Urquidi, madre de sus tres hijos —Álvaro, Gonzalo y Morgana— y compañera de vida durante medio siglo. Se habían casado en 1965 y estuvieron juntos hasta 2015. A ella, Vargas Llosa le dedicó el fragmento más personal y entrañable de toda la ceremonia.
El maestro Mario Vargas Llosa, nuestro peruano 🇵🇪 universal, ha partido. Cuando recibió el premio Nobel, en el 2010. Nos dejó un discurso inolvidable dedicado a su esposa Patricia «Hasta cuando crees que me riñes, me elogias; Mario, para lo único que sirves es para escribir» QEPD pic.twitter.com/DDJnteIYSg
— Julio Merino (@juliocmerino) April 14, 2025
“El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir”, dijo, provocando una visible emoción en la homenajeada.
“Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir’”.
Ese día, ante los ojos del mundo, Mario Vargas Llosa aprovechó el momento más importante de su carrera para dejar constancia pública del amor silencioso y constante que lo había acompañado durante décadas.
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