Hay una verdad que es casi absoluta: en una película, un héroe es sólo tan bueno como su enemigo. Por eso, para Casino Royale, el primer filme que Daniel Craig protagonizaría en la piel de James Bond, la producción eligió para el papel de antagonista a un talentoso danés de cuarenta años. En el rol de Le Chiffre, Mads Mikkelsen no sólo no aparentó contar con apenas una década de experiencia en el mundo de la actuación, sino que además se ganó de inmediato un lugar en las listas de los mejores villanos que ha tenido la franquicia del agente 007. Eso ocurrió en 2006 y representó el despegue de su fama internacional, aunque esto no viniera con un detalle esencial para cualquier estrella de cine: que la gente sepa pronunciar su nombre.

Empecemos por ahí. El actor, que ha sabido ganarse el amor del público y el respeto de la crítica a base de talento y buenas elecciones, ha tenido que aclarar un par de veces que, pese a la escritura, su nombre no se pronuncia necesariamente así. De hecho, para poder comenzar a hablar correctamente de él, hay que comenzar a leer “Mass” donde dice “Mads”. Y también hay que tener claro que, pese a que en la pantalla siempre ha personificado a villanos y hombres rudos, Mikkelsen es una persona bastante risueña. Para comprobarlo puede bastar con ver una de las primeras entrevistas que dio a propósito de Casino Royale. En esta conversación con una periodista de un medio canadiense bromea sobre lo divertido que puede ser torturar a James Bond y cómo él le ganaría a Daniel Craig si participasen en un concurso de “sexyness”.

El caníbal más querido

Es imposible, además, comentar su carrera en el cine sin hablar de un fenómeno televisivo. Si bien pronto aparecerá en grandes películas del universo de Marvel y Star Wars, el presente cinematográfico de Mads Mikkelsen le debe mucho a una serie de la cadena NBC. En Hannibal el danés asumió el reto de reinterpretar al elegante caníbal que ya había inmortalizado Anthony Hopkins. El programa no demoró en convertirse en un hito que confirmó el gran momento de las producciones televisivas y él se volvió de inmediato en un objeto de deseo para la industria cinematográfica. Por eso no sorprende que el año acabe con su rostros en dos de los estrenos más importantes de la temporada: Dr. Strange (3 de noviembre) y Rogue One: A Star Wars Story (16 de diciembre).

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Con sus apariciones en estas películas, donde interpretará al antagonista Kaecilius y al ingeniero Galen Erso respectivamente, sus fanáticos podrán tener una precisa dosis de él mientras se aclara la situación de la serie que dio origen a los fannibals. El programa, que fue cancelado en 2015 por la NBC, está hoy en las manos de Amazon, que posee sus derechos hasta mediados de 2017. Mads ha confesado, para alegría de sus seguidores, que él se reuniría encantado con su equipo siempre y cuando sea Bryan Fuller, el creador del proyecto, el que se ponga al mando.

Más vale tarde

Todo el suceso que ha causado su llegada a Hollywood ha provocado que muchos comiencen a estudiar la filmografía de este actor que ha ganado una Palma de Oro de Cannes  y que ha sido nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia. Si bien esta retrospectiva se puede cruzar con grandes títulos como Pusher, The Hunt o A Royal Affair, hay algo que apena a sus seguidores: los títulos no son tanto como se podría esperar de un intérprete de cincuenta años.

Si alguien hizo cálculos al inicio de este texto, ya desde entonces pudo darse cuenta que la carrera actoral de Mads Mikkelsen tiene recién veinte años. ¿Por qué? Porque, como ha confesado en algunas entrevistass, él ni siquiera soñó con dedicarse a la actuación. Por mucho tiempo, aunque bastantes se sorprendan, este actor de apariencia ruda y peligrosa se dedicó a la gimnasia y la danza. Como se puede comprobar en este video (él es el del extremo izquierdo).

Lo bueno, claro está, es que Mads quiere mantener el ritmo laboral que tiene hasta ahora. Así que, ya sea con películas independientes o blockbusters, su historial va a seguir enriqueciéndose. Solamente no hay que olvidarlo: se pronuncia “Mass”.

Por Omar Mejía Yóplac