El torero peruano compartió una jornada de tentadero con el actor británico, quien quedó fascinado tras presenciar su actuación en la plaza de toros de Sevilla.
Por Daniel Crespo Pizarro
La historia comenzó con una película. Tardes de soledad, documental dirigido por Albert Serra, capturó la atención del actor británico Jeremy Irons, ganador del Oscar, y del productor David Puttnam, conocido por obras maestras como La misión y Carros de fuego. Fascinados por la autenticidad y el misterio del universo taurino retratado en la cinta, ambos decidieron ver al protagonista de aquella obra en acción: Andrés Roca Rey, figura central del toreo contemporáneo.
No fue una elección al azar. Roca Rey es reconocido por una entrega inquebrantable en el ruedo, un arte que no admite imposturas. Irons asistió con Puttnam a la corrida en la Feria de Abril en Sevilla, donde el peruano firmó una tarde memorable, cortó dos orejas y acarició la Puerta del Príncipe. La experiencia fue arrolladora. Tras la faena, no se contentaron con aplaudir desde el tendido: quisieron conocer al hombre detrás del traje de luces.
Esa misma noche, subieron a su habitación de hotel. El torero, aún con la intensidad del ruedo en la piel, los recibió. Fue una conversación íntima, densa, cargada de preguntas y silencios. Irons, que ha encarnado a personajes complejos y profundos, encontró en Roca Rey a un artista que se entrega sin red, sin doble, cuya vida y arte se funden en una misma línea.

Imágenes compartidas por el torero peruano en su cuenta de Instagram junto al actor.
Una conexión entre mundos creativos
La afinidad no quedó en esa primera charla. Al día siguiente, Andrés Roca Rey los invitó a su finca La Consentida, en Gerena. Subieron a la furgoneta del matador —el mismo vehículo que aparece en el documental—, y recrearon entre risas escenas vistas en pantalla, comentando los rituales, los gestos, los códigos no escritos de la cuadrilla.
Ya en el campo, Irons pisó la arena, observó un tentadero y, en un gesto simbólico, se atrevió a tomar el capote. No fue un acto teatral, sino una forma de sentir —aunque sea por un instante— el peso del miedo, de la tradición, de la responsabilidad artística que implica enfrentarse a un toro. Fue un momento silencioso, compartido, que trascendió el espectáculo.

«Fue un placer estar contigo en casa querido Jeremy! Qué día más bonito», escribió el peruano en su publicación.
Durante la jornada, hablaron sobre el arte, el miedo, la autenticidad. Irons, crítico con una cultura actual que —según él— se ha abaratado en busca de gratificación instantánea, encontró en Roca Rey una excepción: un artista que se juega todo en cada acto. El torero, por su parte, se mostró generoso, compartiendo detalles de su preparación, su filosofía y su vínculo con el animal.
En su cuenta de Instagram, Roca Rey resumió la experiencia con una frase sencilla: “Fue un placer estar contigo en casa, querido Jeremy; ¡qué día más bonito!”.
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