El fundador de Microsoft anunció que cerrará su fundación en 2045 tras donar toda el dinero que ha acumulado hasta la fecha. Señaló que la administración de Donald Trump y el control de Elon Musk sobre la USAID están desmantelando programas que salvan millones de vidas.
Por Redacción COSAS
A sus 69 años, Bill Gates ha tomado una de las decisiones más trascendentales de su vida: donará toda su fortuna restante —unos US$200.000 millones— antes de morir. El anuncio lo hizo durante una entrevista con el Financial Times, en el marco del 25.º aniversario de la Fundación Bill & Melinda Gates. Pero no fue solo un mensaje filantrópico. Fue también una advertencia.
Gates anunció que la fundación que creó junto a su exesposa cerrará en 2045, o incluso antes, cuando se agoten todos sus fondos. Esta decisión no nace del cansancio, sino de la urgencia: “Lo que ha costado décadas construir puede desaparecer en meses si dejamos que la política y el ego reemplacen la cooperación global”, afirmó. En ese contexto, se mostró especialmente alarmado por el retroceso que vive la cooperación internacional bajo el segundo mandato del presidente Donald Trump y la creciente influencia de Elon Musk en agencias clave como la USAID.
“La imagen del hombre más rico del mundo matando a los niños más pobres del mundo no es bonita.” Con esas palabras, Gates se refirió directamente a Musk, quien desde la reestructuración del gobierno federal lidera el llamado “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE), una entidad que absorbió la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y que ahora aplica recortes drásticos a sus programas históricos.

Bill Gates señaló que la administración de Donald Trump y el control de Elon Musk sobre la USAID están desmantelando programas que salvan millones de vidas. (Foto: Chris Unger/Zuffa LLC)
Gates denuncia una “tragedia en cámara lenta”
Una de las principales preocupaciones de Gates es el colapso del PEPFAR (Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA), un programa que desde 2003 ha salvado más de 25 millones de vidas, en su mayoría en África. Según Gates, los fondos han sido congelados o desviados bajo el argumento de “eficiencia presupuestal” y “lucha contra el despilfarro”, pero en la práctica, están provocando una “tragedia en cámara lenta”.
También cuestionó el nuevo enfoque de la cooperación estadounidense, centrado en promover “alianzas público-privadas con rentabilidad” en lugar de enfocarse en resultados humanitarios. “Hay vacunas listas que podrían eliminar enfermedades olvidadas, pero no se financian porque no son rentables. ¿Desde cuándo salvar vidas necesita retorno de inversión?”, dijo Gates.
El fundador de Microsoft también mostró preocupación por el uso político de la inteligencia artificial y la ciencia en general. A su juicio, la desconfianza institucional y la polarización están debilitando décadas de trabajo en salud global, cambio climático y educación.
Pese a las críticas, Gates mantiene el foco en la acción. La Fundación Gates, que ha sido una de las más influyentes del mundo, acelerará su gasto hasta agotar por completo su capital en los próximos 20 años. Esto incluye inversiones masivas en proyectos como la erradicación de la malaria, el acceso universal a vacunas y el desarrollo de tecnologías educativas para países en desarrollo.

Gates reconoce que su inversión privada no puede compensar el vacío que han dejado los recortes de Usaid en el mundo, cuyo presupuesto de US$44.000 millones en 2024.
“El modelo de fundaciones eternas no es útil en un mundo donde cada década cuenta. Prefiero ver ese dinero salvar vidas ahora que esperar a que se convierta en monumento”, explicó.
También expresó su esperanza de que otros filántropos —particularmente en China, India, Brasil y los países del Golfo— asuman un papel más activo. Según sus cálculos, si el 10 % de las grandes fortunas del mundo destinara un tercio de su riqueza a causas urgentes, sería posible evitar millones de muertes y ofrecer oportunidades reales a generaciones enteras.
Gates, que ha sido blanco de conspiraciones y ataques políticos en los últimos años, no mostró signos de querer volver al centro del debate público. “No me interesa ganar discusiones. Me interesa que los niños no mueran por enfermedades evitables”, concluyó.
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