Valentina Saba tiene 27 años y es parte del elenco principal de «Cuadrilátero», la película peruana que sigue en cartelera mientras suma reconocimientos en festivales internacionales en Suiza y España. Además, acaba de participar en una producción internacional para Hallmark. Hoy vive un momento clave en su carrera… y en su vida: acaba de casarse y está aprendiendo a disfrutar de cada paso del camino.

Por: Diego Ochoa Acosta

Valentina Saba estudió actuación desde los 17 años en la PUCP, poco después de terminar el colegio Humboldt con la decisión clara de dedicarse al arte. Ha construido su carrera paso a paso y hoy protagoniza «Cuadrilátero», una cinta con más de 10 premios internacionales como el del Festival de Fribourg en Suiza o el del Jagran Film Festival en la India que, pese a su poca promoción local, sigue en cartelera.

La actriz se formó en la PUCP y decidió dedicarse al arte al salir del colegio Humboldt.

Valentina ganó popularidad siendo parte de teleseries como Maricucha o Niña de azúcar. A raíz de esto miles de seguidores comenzaron a llegar a sus redes sociales. “Hay gente muy linda que me sigue porque han podido conocerme en mis proyectos como actriz, pero la creación de contenido nunca ha sido una prioridad para mí”, afirma. Para ella, la actuación siempre ha sido lo primordial.

La entrevista ocurre mientras regresa de hacer castings en Bogotá, Colombia, y se alista para tomar un vuelo rumbo a Panamá, donde va a certificarse como buzo. Está casada desde el año pasado y siempre tiene la agenda llena: entre proyectos, viajes y nuevas aficiones, no se detiene. En esta conversación, nos cuenta cómo se filmó Cuadrilátero y lo que significó protagonizar el filme, defiende el cine peruano y responde a las críticas hacia producciones como ‘Locos de amor: mi primer amor’. “Debemos apoyarnos en lugar de ponernos trabas”, asegura.

Valentina Saba tiene 27 años y es parte del elenco principal de la película Cuadrilátero, la cinta ha sido reconocida en festivales de Suiza, India y España

Tú estudiaste en la PUCP, pero has estado también en proyectos con gran audiencia como los de América Televisión. ¿Cómo manejaste esa exposición?
Fue muy bonito y, a la vez, un reto. Al inicio pensaba que había llegado tarde a esto, que me hubiera encantado actuar desde niña. Pero haciendo retrospectiva, creo que si me hubiera pasado de pequeña, no sé si lo habría sabido manejar. Me costó adaptarme a la exposición. El cariño de la gente es hermoso, pero también hay una confusión entre el personaje y la persona. En “Maricucha”, por ejemplo, hacía de antagonista. La gente me gritaba cosas como “¡maldita!” o “¡con él no te metas!”. Me daba risa, pero también era extraño. Luego, en la segunda temporada, mi personaje cambió, se volvió más gracioso, y la gente también cambió su trato: “¡Qué linda eres!”. Ahí entiendes el poder que tiene un rol.

¿Te ha costado romper con la imagen que deja un personaje?
Mucho. Maricucha, por ejemplo, estaba siempre súper producida. Y yo en mi día a día ando en buzo, con el cabello recogido, sin maquillarme. Entonces hay una diferencia enorme entre lo que ven en pantalla y quién soy en realidad. Me ha tocado hacer un trabajo interno fuerte para no dejar que esa imagen externa me defina. Al final, es enriquecedor: hay personas que llegaron a mi red social por el personaje y se quedaron porque descubrieron quién soy yo realmente.

Tu nueva película, Cuadrilátero, ha sido muy comentada. ¿Cuándo la grabaron y cómo fue el proceso de rodaje?

La filmamos hace tres años, en dos etapas. Utilizamos un estudio en Surco que representaba el segundo piso de una casa, especialmente un pasadizo que es central en la película. También grabamos en una casa real en Cieneguilla, que Daniel, el director, eligió porque estaba hundida entre cerros. Quería que el entorno transmitiera una sensación de opresión, como si algo fuera a suceder en cualquier momento.

La película fue rodada hace tres años y permanece en cartelera a pesar de la poca promoción.

¿Cómo fue tu proceso de audición y cómo recibiste el proyecto?

Realice un self-tape con tres escenas con diálogo, que curiosamente son casi las únicas en las que hablo en toda la película, ya que es muy física y con poco texto. Después me llamaron a un callback presencial, donde Daniel planteó una serie de escenas de acción: gritos, empujones, persecuciones. Luego del casting, hicimos un largo proceso de ensayos, algo que la gente suele asociar solo al teatro, pero que en cine también es fundamental. Daniel tenía una visión muy clara y trabajamos cada personaje con base en un “avatar animal”. En mi caso, Lucía (mi personaje) fue construida a partir de los impulsos y comportamientos de un felino. Cómo protege su espacio, cómo caza, qué le molesta… Todo eso se tradujo a mi corporalidad y aportó muchísimo al personaje.

El lenguaje visual de la película también es muy particular. ¿Cómo fue trabajar con ese estilo?

Fue increíble, porque el equipo técnico también tenía una propuesta muy definida. El director de fotografía trabajó con luces y planos muy marcados, muchas veces en ángulos inusuales, que daban esta sensación de misterio. La dirección de arte, de hecho, fue premiada en un festival, y me parece justo, porque Cuadrilátero es una película que vive gracias al trabajo conjunto de todas las áreas.

La película ha sido reconocida en festivales internacionales. ¿Cómo ha sido para ti ver ese contraste con la recepción en Perú?

Sabíamos que iba a ser un proyecto desafiante para el público peruano, que suele consumir un tipo de contenido más tradicional. Pero el reconocimiento internacional nos dio mucha confianza. Yo estuve presente en el estreno en Suiza y fue impresionante ver cómo reaccionaba el público. Cuadrilátero se ha mostrado en Suiza, Chicago, Chile, la India… Públicos completamente distintos, pero en todos esos lugares la película provocaba conversación, debate. Como dice Daniel: el director escribe la película, los actores la interpretan, pero es el público quien realmente la completa.

¿Y cómo va la experiencia de estar en cartelera en Perú?

Seguimos en cartelera, aunque los horarios han ido cambiando. Empezamos a las 7 p.m., luego nos movieron a las 3, y ahora estamos a las 5. No es fácil, pero con que incluso dos personas vayan y salgan tocadas por la historia, sentimos que el trabajo ha valido la pena.

 

¿Cómo has recibido las críticas, tanto positivas como negativas, considerando que tu película se estrena junto a Locos de Amor: Mi Primer Amor, que ha sido duramente criticada?

Es un privilegio ver que el cine peruano está creciendo. Ahora mismo hay dos películas nacionales en cartelera que apuestan por propuestas distintas, con mensajes potentes. Me parece fundamental que entre peruanos nos apoyemos, en lugar de ponernos trabas. Cuadrilátero, en particular, ha sido un regalo para mí como actriz. Muchos colegas que la han visto han dicho: “¡Qué maravilla ser parte de algo así!”. Y sí, ha habido quienes dicen que es una película rara, pero siempre viene con un “pero” positivo. Mi mamá decía: “Si te deja algo, ya cumplió su función”.

También has trabajado recientemente en una película de Hallmark. ¿Cómo fue esa experiencia internacional?

Fue una experiencia increíble. La grabamos en diciembre, con un elenco internacional y una compañera peruana, Michelle Roselló. Me llegó el casting y, aunque era mi primera audición en inglés, lo hice como parte de mi entrenamiento. No esperaba quedar, pero quedé. En ese momento estaba grabando la novela Nina de Azúcar en Lima, así que fue una locura coordinar los tiempos. Literalmente salía del set, volaba al Cusco, grababa en el Valle Sagrado desde las 5 a.m., regresaba de madrugada y a las pocas horas volvía a grabar novela en Lima. Fue un aprendizaje enorme y un orgullo ver que se elige a Perú como escenario para contar historias de amor que llegarán a todo el mundo.

A pesar de su popularidad en redes, Valentina prefiere enfocarse en su carrera actoral.

A pesar de su popularidad en redes, Valentina prefiere enfocarse en su carrera actoral.

¿Y notaste alguna diferencia al trabajar en una producción extranjera, pero grabada en Perú?

Definitivamente. En televisión local grabamos con poco margen de tiempo, incluso a veces no sabemos qué va a pasar con nuestros personajes hasta el mismo día. En cambio, el cine tiene un ritmo más pausado y planificado. Ambas experiencias me encantan: me gusta la adrenalina de la TV y también la profundidad que te permite el cine. Además, hay muchísimo talento técnico en Perú, que muchas veces no se ve. En Cuadrilátero éramos alrededor de 100 personas trabajando por día. La gente no siempre se imagina cuántas manos hay detrás de una sola escena.

¿Sientes que ha sido difícil conseguir oportunidades como actriz en Perú?

Ha sido un camino retador, pero muy gratificante. Siempre está la idea de que si te dedicas al arte “te vas a morir de hambre”, y eso puede contaminar un poco la visión con la que uno entra. Hay más “no” que “sí” en este camino, pero cuando llega un “sí” que te llena, vale todo. Mi familia no viene del mundo artístico, así que también fue ir abriendo camino. Agradezco mucho a mis profesores, como Urpi Gibbons, Alejandra Guerra, Alfonso Santisteban, Bertha Pancorvo, entre otros. Siempre estoy tomando talleres, preparándome, incluso si no hay una oportunidad inmediata. Hay que estar lista para cuando llegue.

¿Crees que ser mujer hace más difícil tener continuidad en el mundo de la actuación?

Sí. Vivimos en una sociedad que todavía no nos trata como iguales. Hay mucha presión sobre la imagen, sobre cómo debe verse una mujer a cierta edad. Trabajamos con nuestro cuerpo, y es nuestro instrumento. Hay que cuidarlo, no por presión externa, sino porque es nuestro canal de comunicación. También es lindo ver cómo en este trabajo coincidimos con personas de todas las edades, desde niños hasta actores mayores, y eso enriquece mucho el entorno.

En paralelo a su carrera en el cine nacional, acaba de grabar su primera película con Hallmark.

¿Has enfrentado situaciones incómodas relacionadas con tu cuerpo en audiciones o castings?

Personalmente no me ha pasado, pero sí sé de compañeras que han recibido comentarios inapropiados o exigencias sobre su apariencia. Es algo que lamentablemente aún existe, pero creo que cada vez hay más conciencia y más espacios seguros para las actrices. Es importante que las mujeres se sientan protegidas y valoradas dentro del set.

¿Qué ha sido lo más difícil de sobrellevar en tu carrera como actriz?
La incertidumbre entre proyectos. Termina uno y no sabes cuándo llegará el siguiente, ni cuándo aparecerá una nueva audición o una respuesta afirmativa. Hay que aprender a transitar esos momentos, que también son productivos: te sigues formando, buscas nuevas oportunidades, haces talleres. Yo, por ejemplo, encontré la cerámica. Es una actividad que me apasiona y que solo puedo hacer en esos espacios entre rodajes. Antes, cuando no tenía otras pasiones, me invadía la ansiedad. Ahora cierro los ciclos con calma y dejo que lo nuevo llegue.

¿Eres de las personas que comparte su vida privada en redes?
Depende del momento. Hay épocas en las que subo historias todos los días y comparto de todo, y otras en las que no publico nada. No es algo calculado, simplemente respondo a cómo me siento. Subí algunas fotos de mi matrimonio, por ejemplo, porque me nacía hacerlo. Pero luego me dijeron que había compartido muy poco, y yo sentía que había publicado muchísimo. Al final, siempre habrá críticas por compartir demasiado o por no compartir nada. Lo importante es hacer lo que uno sienta.

Te casaste recientemente, y lo hiciste bastante joven. ¿Es complicado equilibrar tu relación de pareja con la actuación, especialmente con escenas más intensas?
Él me conoció siendo actriz, sabiendo cuánto amo mi carrera. Así que desde el inicio lo entendió y lo respetó. Obviamente, como pareja, tiene derecho a decidir si quiere ver una escena fuerte o no. No es un espectador cualquiera, es alguien cercano a mí. Recuerdo una obra de teatro en la que tenía una escena de beso bastante intensa con un amigo. Él fue al estreno, le encantó la función, aunque dijo que no sabía si la volvería a ver. Pero semanas después regresó de sorpresa. Es cuestión de entender este mundo, de abrirse y, si hay amor y respeto, se puede compartir todo eso también.

La actriz se encuentra emocionada por el estreno de la película estadounidense, filmada en Perú, «Machu Picchu Proposal», de Hallmark.

Tu carrera está en un muy buen momento: televisión nacional, una película premiada en el extranjero, y un rol en una producción en inglés para Hallmark. ¿Te sientes satisfecha?
Estoy muy feliz con lo que he logrado y agradecida por cada proyecto que se cruza en mi camino. Pero también tengo muchísimos sueños. Me encantaría seguir creciendo, internacionalizar mi carrera, rodar fuera. Siento que voy construyendo paso a paso, con esfuerzo y paciencia. Cada escalón es motivo de orgullo, pero aún me queda mucho por explorar, por aprender, por crear junto a colegas que admiro. Esta es una carrera de largo aliento, y eso me encanta.

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