Luego de un tiempo abocada a la maternidad y a fundar su segunda marca en España, Sassa de Osma vuelve a conversar con COSAS en una íntima sesión realizada en las afueras de Madrid. Siete años después de su boda con el príncipe Christian de Hannover –que reunió en Lima a buena parte de la realeza europea más glamorosa, como no se había visto en décadas ni se ha visto después–, la princesa porta múltiples títulos nobiliarios. Se presenta como abogada de formación, empresaria en expansión y madre de tres hijos, con una identidad que abraza tanto sus raíces peruanas como a su presente europeo.
Por Isabel Miró Quesada
“Curiosa”, dice Sassa cuando le preguntamos cómo se definiría en una palabra, y se ríe sorprendida por la pregunta. “Siempre he sentido una necesidad innata de observar, de hacer preguntas, de entender cómo funcionan las cosas y por qué las personas somos como somos”.
Ese impulso la ha mantenido en constante evolución, y también la ha alejado y traído de regreso al Perú en más de una ocasión. Serena y pausada, su presencia transmite la misma armonía que refleja en su estilo discreto, porque “la verdadera elegancia está en saber quién eres, sin disfrazarte para agradar”, resalta.
En 2013, a los 23 años, protagonizó su primera editorial con COSAS, y cinco años después volvió a la portada con su histórico matrimonio con Christian de Hannover, en la Basílica y Convento de San Pedro: el único evento de las últimas décadas que trajo a buena parte de la monarquía mundial a esta ciudad.

“Hay una resiliencia silenciosa en muchas mujeres que no siempre se ve, pero transforma para siempre la forma en que miramos la vida”, dice sobre su experiencia como madre. (Jersey cuello chimenea, Kuna. Pantalón con estampado paisley, Antik Batik, y bolso Lina Gabuteau)
Nos reencontramos con ella, ahora convertida en Su Alteza Real, princesa de Hannover, de Gran Bretaña e Irlanda; duquesa de Brunswick Lüneburg, y con una extensa lista nobiliaria que queda reservada al uso de la estricta etiqueta de los eventos reales a los que esporádicamente asiste.
Pocas figuras logran conciliar con tanta naturalidad mundos aparentemente opuestos: la aristocracia europea y la identidad latinoamericana. Aunque, como es evidente, lo más importante en este periodo ha sido dar la bienvenida a sus tres hijos. “La maternidad es mucho más compleja, más demandante y también más reveladora de lo que imaginaba. Hay días de puro caos y cansancio, claro, pero también hay una belleza enorme en lo cotidiano”.
En entrevista desde Puerta de Hierro, alejada del bullicio céntrico de Madrid, hace un balance de su vida en pareja tras diecisiete años de estar juntos. Habla con entusiasmo sobre su nombramiento como embajadora de la vicuña, el rol fundamental de los artesanos en los procesos creativos de la moda, y la importante muestra del Museo Pedro de Osma que pronto se inaugura en Madrid.

“Nunca construí mi identidad a partir de un título, pero sé que en el Perú mi historia no es común y, para muchos, tiene un valor simbólico”, afirma Sassa. (Jersey de cuello chimenea, Kuna. Pantalón con estampado paisley, Antik Batik. Bolso, Lina Gabuteau)
Si tuvieras que definir tu rol dentro de la sociedad, ¿cuál sería?
Intento ser un puente. Entre culturas, generaciones, lenguajes… Me ha tocado vivir en contextos muy distintos, y eso me ha enseñado a traducir sensibilidades sin imponerlas, a conectar mundos con respeto, con estética y sin ruido. Me interesa más generar conversación que dar respuestas que parecieran verdades únicas. En un tiempo donde todo parece polarizarse, valoro profundamente los matices, y me gustaría pensar que desde mi lugar –por pequeño que sea– puedo aportar a eso.
¿Cómo manejas tu presencia en redes sociales, en un momento donde la privacidad es considerada casi un lujo?
Con bastante conciencia. No las uso para mostrarlo todo, sino para compartir lo que me representa. Me importa que lo que publico tenga coherencia visual, intención y una estética afín a mi forma de ver el mundo. Pero también está esa idea inquietante de que cuanto más te expones más vales. Yo no creo en eso. Hay cosas que elijo guardar: mis hijos, mis momentos íntimos. El misterio también comunica, y a veces, más que cualquier imagen.
A menudo se destaca tu sentido de la moda. ¿Qué es la elegancia para ti en un mundo donde se va perdiendo el estilo propio?
Para mí, la elegancia no tiene que ver con lo que llevas puesto, sino con cómo te comportas, te expresas y miras el mundo. Es una mezcla de discreción, autenticidad y equilibrio. Y si soy sincera, creo que hay algo que no se explica del todo. Algunas mujeres simplemente tienen eso: una forma natural de estar, una armonía en los gestos, en la postura, en los silencios. En la ropa, la elegancia suele huir del ruido. No busca validación en logotipos ni apela a lo obvio. Es más interesante lo que sugiere que lo que muestra.

Junto a Christian de Hannover, hoy disfrutan de lo simple: “Una caminata, una comida en casa y una escapada de fin de semana”. Pantalón paisley, Philippa 1970. (Chaleco en baby alpaca, Kuna. Camisa de gasa con lazo, T.ba. Cartera, Gabuteau. Pendientes y anillos, Suárez. Botas, Guess)
¿Cómo percibes el modo en que España mira a Latinoamérica? ¿Qué te preocupa o te inspira de ese vínculo?
Siento que entre España y América Latina hay un vínculo natural, una cercanía que se da por el idioma, por una historia compartida y por una afinidad cultural que se percibe en lo cotidiano. En mi experiencia, los latinoamericanos somos recibidos con afecto, y hay un interés sincero por conocer más de nuestras raíces, costumbres y expresiones. Además, noto una curiosidad creciente por lo que está pasando en nuestra región: en la moda, en el arte, en la gastronomía, en la literatura. Me inspira ver cómo muchas voces latinoamericanas están ganando espacio y reconocimiento, y cómo se va construyendo un diálogo cada vez más enriquecedor, donde ambas partes se ven con respeto y admiración mutua.
Hoy vives entre dos culturas. ¿Qué ha sido lo más desafiante –y lo más enriquecedor– de construir una vida entre Europa y América Latina?
Ha sido desafiante adaptarme a dos maneras muy distintas de vivir: Europa es más estructurada; América Latina, más espontánea. Aun así, vivir entre ambos mundos es un privilegio. Me da perspectiva, me enriquece y me recuerda siempre quién soy y de dónde vengo.
Encuentra la entrevista completa a Sassa de Osma, en la edición impresa de COSAS 750, ya a la venta.
Comunicación & PR: Don’t Panic
Fotografía: Álvaro Medina (@amedinasierra)
Estilista: Blanca Unzueta
Maquillaje y Peluquería – Piti Pastor (Ana Prado Management)
Coordinación: Adriana Hidalgo Alva (@adrianahidalgoalva)
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