A partir de su experiencia personal, Alberto Cohen impulsó Reaprende ONG, dedicada a la rehabilitación neurológica integral, y Escuela Blynk, un programa de formación digital que abre nuevas oportunidades de inclusión para personas con discapacidad visual. En entrevista exclusiva con COSAS, comparte su historia y el impacto de ambos proyectos.

Por: Alessia Carboni

Alberto Cohen, formado en la Universidad del Pacífico y en The Wharton School of the University of Pennsylvania, llevaba una vida plenamente activa y se desempeñaba como gerente comercial de una fábrica textil en el Perú cuando, el 7 de agosto de 2017, fue víctima de una agresión repentina e inmerecida. Al retirarse de una reunión con amigos, una persona desconocida lo atacó por la espalda, provocándole un grave traumatismo craneal que lo dejó inconsciente y marcó el inicio de un largo proceso de recuperación que transformó su vida por completo.

La formación analítica y de gestión que cultivó durante sus años de estudio fue clave para transformar su propio proceso de rehabilitación en proyectos sostenibles con impacto social.

Las consecuencias fueron severas: el traumatismo craneal lo dejó un día en coma y lo mantuvo tres semanas en cuidados intensivos. Al despertar, la dependencia era total: pasó seis meses en silla de ruedas y cinco meses sin poder hablar, acompañado de manera constante por sus padres y por su esposa, cuyo apoyo fue fundamental durante todo el proceso. “Me acompañaron en cada etapa; no habría podido salir adelante sin su ayuda”, recuerda Cohen.

Tres meses después del accidente, en 2017, tras permanecer varios meses postrado en cama en el Perú, viajó a Estados Unidos para iniciar su rehabilitación en el Shirley Ryan AbilityLab, uno de los centros especializados más reconocidos a nivel mundial, ubicado en Chicago. Allí siguió durante cuatro meses un programa intensivo que combinaba terapia física, ocupacional y de lenguaje, junto con acompañamiento psicológico. “Me recuperé muchísimo: empecé a hablar de nuevo, aunque con mucha dificultad, y a caminar con andador”, relata.

Cohen describe esa experiencia como “un privilegio” al que muy pocos peruanos pueden acceder debido a las barreras económicas. “Fue una oportunidad que tuve yo, pero sé que mucha gente no la puede tener en el Perú”, señala. Fue en ese momento cuando tomó real conciencia de la falta de acceso a terapias de calidad y a tecnología especializada que existe en el país. Esa brecha en el acceso a tratamientos de calidad fue el punto de partida de una misión personal.

El proceso de recuperación fue también profundamente mental y emocional. “Fue muy duro. Imagínate despertar un día y no poder hacer absolutamente nada: no hablar, no moverte, no caminar”, recuerda. Aceptar que hay capacidades que no volverían fue doloroso, pero también comprendió que otras sí podían recuperarse con el tiempo y mucho esfuerzo. Hoy puede hablar, caminar, correr y respirar con normalidad.

A su regreso, se reunió con Rosa Castañeda, su primera terapeuta física —a quien llama cariñosamente “Tota”—, y le planteó una idea clara: ayudar a que más personas en el país pudieran rehabilitarse sin que el factor económico fuera un obstáculo determinante.

Reaprende y su modelo de rehabilitación integral

Aún atravesando su propio proceso de recuperación, Cohen consultó a Tota si conocía a alguien que enfrentara dificultades económicas para continuar su rehabilitación. La respuesta llegó de inmediato. Iniciaron atendiendo a una sola persona: Cohen asumía los costos de movilidad, mientras Castañeda ofrecía las terapias de forma gratuita.

Aún atravesando su propio proceso de recuperación, Cohen preguntó a Castañeda si conocía a alguien que no pudiera continuar su rehabilitación por falta de recursos. Así comenzó Reaprende: con un solo paciente, al que Cohen apoyaba cubriendo gastos de movilidad, mientras Castañeda brindaba terapias de manera gratuita.

Reaprende combina terapia física, ocupacional, rehabilitación cognitiva y acompañamiento psicológico en un enfoque integral y personalizado.

El proyecto no tardó en expandirse. Cohen importó tecnología probada en Estados Unidos, como la grúa de techo, un dispositivo que suspende al paciente para permitirle caminar con seguridad y sin riesgo de caídas graves. “Fue la primera grúa de uso público en Perú; las demás estaban en residencias privadas”, detalla. Gracias a donaciones internacionales, una campaña en GoFundMe y una página web con donaciones recurrentes, el impacto creció.

Originalmente llamado LS Perú (Lesión Cerebral Perú), la iniciativa evolucionó a Reaprende, un nombre que encapsula su esencia. “Quienes sufrimos una lesión cerebral tenemos que reaprender actividades que antes hacíamos de forma natural, adaptándonos a nuestras limitaciones”, explica Cohen.

Hoy, Reaprende se posiciona como un referente en rehabilitación integral en el país. La terapia física aborda aspectos motores básicos —como caminar, subir escaleras, sentarse o pararse—; la terapia ocupacional fomenta la autonomía en rutinas cotidianas como vestirse, cocinar o escribir. El enfoque se completa con terapia de lenguaje para recuperar la comunicación, rehabilitación cognitiva para fortalecer la concentración y, esencialmente, acompañamiento psicológico para manejar la frustración y cultivar la resiliencia.

Desde su creación, Reaprende ha acompañado a 57 personas en procesos que fortalecen autonomía, autoestima y reinserción social.

Desde octubre de 2018, la ONG ha apoyado a 57 personas —niños, jóvenes y adultos— en trayectorias que trascienden la mera recuperación física, reconstruyendo autonomía, confianza y proyectos de vida. “La recuperación no es lineal; es un proceso de reaprendizaje constante, adaptado a cada limitación”, subraya Cohen.

Historias de transformación

Entre los casos atendidos está el de Erika, quien sufrió una lesión cerebral severa tras ser atacada con un hacha en la cabeza. “Estuvo casi muerta”, recuerda Cohen. Hoy es una mujer casi independiente que estudia Derecho y ha logrado avanzar significativamente en su proceso de recuperación

Renzo Calderón, atropellado hace siete años, llegó sin poder caminar ni hablar con claridad. Gracias al acompañamiento holístico de Reaprende —físico y emocional— mejoró su movilidad y logró reintegrarse socialmente. “El soporte psicológico fue fundamental”, destaca Cohen.

Una anécdota especialmente motivadora es la de Michael Solano. Tras un asalto que lo dejó mudo por un golpe en la cabeza, su sueño era recibir un saludo de los jugadores de Universitario de Deportes. Cohen le propuso un desafío: si lograba pronunciar su nombre, él haría realidad ese encuentro. Mediante terapias intensivas de lenguaje, Michael lo consiguió. El resultado fue un video con mensajes personalizados y una camiseta firmada, símbolo de una victoria que va más allá del fútbol.

La incorporación de tecnología como la grúa de techo permitió ampliar las posibilidades de rehabilitación segura para personas con daño neurológico severo.

De acuerdo con un informe interno de noviembre de 2025, elaborado por la organización, los beneficiarios de Reaprende han mostrado avances en movilidad, comunicación, autonomía y bienestar emocional, medidos a través de evaluaciones periódicas. “Son resultados conmovedores y positivos, que confirman que el cambio que impulsamos se está concretando”, afirma Cohen.

Escuela Blynk

Durante el desarrollo de la página web de Reaprende, Cohen se acercó por primera vez al mundo de la accesibilidad digital. “Ahí descubrí todo este universo”, cuenta. Con el tiempo, Cohen se especializó en accesibilidad digital y obtuvo la certificación internacional CPACC (Certified Professional in Accessibility Core Competencies), una formación que sustenta el enfoque técnico y profesional de Escuela Blynk y su apuesta por el diseño universal.

Esta disciplina busca garantizar que las personas con discapacidad puedan acceder y utilizar entornos digitales mediante herramientas como lectores de pantalla o navegación por teclado.

Su propia experiencia post-lesión fue reveladora: al no poder usar el mouse, dependía del teclado. “Una web accesible permite control total con el teclado, facilitando enormemente el uso”, explica. Esta conexión personal lo impulsó a cofundar la Escuela Blynk junto a un amigo con discapacidad visual, un proyecto que une diversidad e innovación tecnológica.

La accesibilidad digital se convirtió en un nuevo eje del trabajo de Cohen tras identificar barreras invisibles en el entorno tecnológico.

El proyecto nació tras identificar una necesidad concreta: en el Perú, la oferta de capacitación en tecnologías de apoyo para personas con discapacidad visual era limitada, costosa y centralizada en Lima. “Muchos no acceden porque no viven en la capital o carecen de apoyo familiar para el transporte”, lamentó.

Escuela Blynk, lanzado en mayo de 2024, responde a ese vacío con un programa remoto y gratuito que ofrece cursos certificados orientados a la autonomía digital y la empleabilidad. A través de sus programas, los estudiantes aprenden desde el uso básico de la computadora y la navegación web hasta herramientas como Word y Excel, con el objetivo de fortalecer su independencia y ampliar sus oportunidades laborales.

La escuela también trabaja con empresas y patrocinadores para facilitar la inserción laboral de sus egresados. Hasta la fecha, han capacitado a 35 personas y facilitado la inserción laboral de tres: dos en el Banco Scotiabank y una en la empresa de seguridad ISEG. Además, hay cuatro nuevos graduados listos para ingresar al mercado laboral.

Superando barreras 

El principal reto de Cohen ha sido la escasez de recursos, que enfrenta difundiendo resultados impactantes en redes sociales para generar confianza y donaciones. Su labor se ancla en la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para forjar nuevas conexiones neuronales.

En el Perú, más de 3,2 millones de personas viven con algún tipo de discapacidad, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Sin embargo, menos de medio millón está inscrito en el registro oficial del Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (Conadis), una brecha que no responde a la falta de beneficios, sino al temor de ser encasillado o definido por una condición.

La neuroplasticidad sustenta el enfoque de Reaprende, demostrando que el cerebro puede adaptarse y crear nuevas conexiones tras una lesión.

Reconocer una discapacidad no implica resignación, sino asumir una realidad para ejercer derechos, exigir igualdad de oportunidades y participar plenamente en la sociedad. Desde Reaprende, ese proceso se acompaña a través de la rehabilitación integral y el apoyo emocional; y desde Escuela Blynk, mediante una formación que permite a personas con discapacidad visual estudiar, trabajar y desenvolverse con autonomía en entornos digitales.

Relatos como el de Michael con su camiseta firmada o los progresos de personas como Erika y Renzo respaldan un modelo que combina avances físicos con bienestar emocional y social.

“Cada historia representa una vida que volvió a caminar, a reír y a creer”, afirma Cohen. Su trabajo no solo impacta a personas concretas, sino que aporta a la construcción de un país más inclusivo, donde la discapacidad no sea sinónimo de exclusión.

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