“Tratamos de rescatar lo mejor de ambos mundos. Hacemos la cena de Navidad exactamente como en Perú, con panetón, chocolate y pavo, pero la combinamos con lo local, que son langostas y piernas de cangrejo”, cuenta Fanny Vera. Curioso agregado, nunca falta la papa a la huancaína.

Aunque tienen más familiares en Estados Unidos y, en estas fechas, no falta el ocasional viaje o visita, normalmente su Navidad es asunto de cuatro: ella, su esposo Luis Viacava y sus hijos Stefano y Fiorenza, de 19 y 13 años. La tradición principal es esperar las doce (conteo regresivo incluido) y luego colocar la figura del niño en el pesebre. Después rezan todos juntos y agradecen por el año que termina. Gracias a la nieve intensa de finales de diciembre, no siempre es posible salir de casa, pero cuando el clima lo permite toda la familia va a Misa de Gallo. La noche continúa con la cena, y acaba con Luis sacando su guitarra para cantar villancicos. El baile no falta y la Navidad termina en una pequeña fiesta.

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Fanny ha estado acompañada por la danza en cada etapa de su vida. De niña fue ‘burbujita’ de “Hola Yola”, y más adelante, un cambio de colegio la llevó al mundo del folklore. “Recuerdo ese día. Entré a la clase de baile esperando seguir con el merengue y la música de moda, pero me pusieron un pañuelo en la mano”, recuerda. Si al comienzo los pasos de marinera fueron “un reto que vencer”, tras dominarlos empezaron los concursos. Su mamá se convirtió en su brazo de derecho, mánager y encargada de hacer sus complicados trajes. Ganó varios concursos, hasta que cumplió el sueño máximo en 1995: ser campeona senior de Trujillo.

Hoy, Fanny es catedrática en Groton School, secundaria de alto nivel donde enseña español como segunda lengua. “Parte de la enseñanza del idioma es educar sobre la cultura. En los libros solo se hablaba de España y México. Por eso se me ocurrió incluir al Perú a través de la marinera”, explica Fanny. Empezó escribiendo artículos, que luego fueron publicados en textos de estudio y grabados en audio. Desde entonces, da una conferencia sobre marinera una vez al año en la Convención Nacional de Catedráticos de Lenguas Extranjeras (ACCFL por sus siglas en inglés), además de colaborar con profesores y alumnos en todo Estados Unidos. Gracias a este trabajo, ganó el Premio Orgullo Peruano 2011, en la categoría educación y cultura; y el Tumi USA Award, que reconoce a peruanos en Estados Unidos. El ser bicampeona de marinera, y una persona que investiga sobre el tema, hace que sea más fácil para ella despertar el interés en sus alumnos. “Lo que más los sorprende es encontrarse con algo tan cotidiano, como es el coqueteo, en una danza con tanta historia”, comenta Fanny, quien se esfuerza especialmente por educar a los niños que bailan marinera pero saben muy poco de su historia.

A pesar del contacto con el lado académico, Fanny había dejado de bailar. El Club Libertad de Trujillo celebraba su cincuenta aniversario en 2010, e invitó a sus campeones a un baile de exhibición. Fanny ensayó para esa noche, pero el deseo de competencia había despertado y no paró hasta volver a ser campeona en Trujillo, esta vez en la categoría máster en 2014. “Fue muy difícil, pues tenía que bailar con parejas distintas. Como en la vida misma, en la marinera es complicado mantener a alguien a distancia”, dice. La solución fue trabajar en su técnica. Los bailarines destacados atraen las mejores parejas donde sea que estén.

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La distancia puede complicar las cosas, pero como en el baile, la solución es hacer un esfuerzo extra. Igual ocurre en su relación con el Perú. Extraña, entonces vuelve cada año como líder de Global Education, programa de ayuda social con el que lleva seis años visitando niños de Cusco. Además de construir infraestructura, el equipo de alumnos y profesores de Groton College que viaja con ella dicta talleres de apoyo a los cursos escolares, desde matemática y química, a deporte y, por supuesto, marinera.

Otra manera de canalizar su cariño por el Perú fue a través de su participación en política en las elecciones pasadas. Con PPK como amigo de la familia, Fanny decidió colaborar en la difusión de un mensaje político en el que creía. Sin pertenecer al partido y sin ningún presupuesto, terminó capacitando a los coordinadores regionales a nivel mundial, además de dedicarse a reclutar personeros internacionales entre aquellos grupos de peruanos migrantes que había conocido gracias a la marinera. Finalmente, celebró el resultado en julio de este año, cuando asistió a la toma de mando invitada por el propio presidente Kuczynski.

En estas navidades, su mejor regalo se llama Lucas. Es un goldendoodle y representa uno de los momentos más bonitos que Fanny recuerda: ver a toda su familia celebrando.

Por Alejandra Nieto
Fotos de Ellen Harasimowicz