Navidad es época de magia. Decoración, regalos y cenas espectaculares no nos dejan olvidar que la magia siempre está en las personas y que no hay nada como pasarlo con los que quieres. Los regalos no son obligaciones, sino formas de buscar la alegría de los que amamos, y las cenas más que elaboradas comidas son espacios para compartir y disfrutar. Ese compartir muchas veces trasciende las familias y es ahí cuando ocurren sucesos como el que les cambió la vida a Lázaro Pérez, un profesor de atletismo, y a Eduardo Pastrana, bailarín conocido como «el papi».
La travesía empieza 8 años atrás. Lázaro había recibido una oferta de trabajo en Ecuador. Sus 32 años de experiencia como profesor de atletismo en el Centro de Alto Rendimiento de Cuba, alma mater de destacados atletas olímpicos, lo pusieron en la mira para enseñar en el país del sur. Todo marchó bien, hasta que su contrato terminó y por su edad, 75 años, se encontró con que no era posible renovarlo. Aunque seguía enseñando, la situación no era ideal, así que cuando un «amigo» le ofreció una posición en Perú, aceptó emocionado. «Lima será la sede de los Juegos Panamericanos y me dijeron que estaban buscando alguien con mi experiencia para ayudar al entrenamiento de atletas», cuenta Lázaro. «Me emocionó la idea de colaborar con un equipo que empezaba, darle ese impulso inicial», agrega.
Pasaron cinco meses y la oferta jamás se materializó. Lázaro envió papeles y CV antes de venir, pero le decían que el contrato demoraba. «Un día admitieron que no habría contrato y ofrecieron regresarme a Cuba. Lo que hicieron fue dejarme en la calle. Me vi con 10 centavos en el bolsillo«, cuenta como si no terminara de creerlo. La situación era extrema y algo por lo que jamás había tenido que pasar. Profesor apreciado en su país, y profesional de éxito, se vio obligado a vivir en la indigencia.
Su historia llamó la atención de una cadena de televisión y se hizo un reportaje. Ahí entra Eduardo Pastrana, a quien le hablaron del cubano varado en Lima. «Somos paisanos, y entre cubanos nos ayudamos donde estemos«, me dice sonriente. «Hice un llamado en las redes sociales para que me ayuden a encontrarlo», cuenta. Pensó que no tenía muchas posibilidades, pero sus seguidores lo ayudaron a localizar a Lázaro ese mismo día.
«Me acerqué y le dije que yo era cubano. Él me reconoció de la televisión», cuenta Eduardo sobre el primer encuentro. Desde entonces ambos hombres han pasado tiempo juntos, recordando y conversando, amigos además de compatriotas.
«Le compré el pasaje a Cuba y lo ayudé a solucionar los papeles con la embajada. Lázaro se va a pasar Navidad en casa«, dice Eduardo contento. La llegada de Lázaro será en definitiva la mejor sorpresa que su familia recibirá estas fiestas.
Fotos: Jimena Gallarday