Es una especie de Meryl Streep en versión francesa: una de las mejores actrices de su país y quizás del mundo. A los 63 años –que no representa–, Isabelle Huppert ha protagonizado películas en colaboración con algunos de los mejores directores de Francia y del resto del planeta, como Jean-Luc Godard, Michael Haneke, Otto Preminger, Claude Chabrol y Raúl Ruiz, entre muchos otros.

Hija de un empresario húngaro-estadounidense y una profesora de inglés francesa, Isabelle decidió que se convertiría en actriz a los 13 años. En 1972, debutó en el cine con Faustine et le bel été, de Nina Companéez. En 1982, contrajo matrimonio con Ronald Chammah, con quien tiene tres hijos: Lolita, Lorenzo y Angelo.

El 8 de enero, luego de ganar su primer Globo de Oro, en el after party de HBO.

Conversamos con la actriz en Los Ángeles antes del estreno de su última película, Elle, dirigida por Paul Verhoeven. Allí interpreta a Michèle, ejecutiva de una compañía de videojuegos, hija de un asesino en serie encarcelado y de una mujer obsesionada con el sexo, casada con un escritor fracasado, madre de un hijo inútil y sobreviviente de una violación que tuvo como único testigo a su gato.

Diminuta, con su característica melena color miel rojiza y sus expresivos ojos verdes, Isabelle es magnética tanto en persona como en la pantalla. 

En “La pianiste” (2001), de Michael Haneke.

Muchas actrices estadounidenses rechazaron el rol de “Elle”, pero tú lo aceptaste…
Me lo comentó Paul.

Fuiste muy valiente al aceptar…
No lo veo así. Mi trabajo consiste en llevar al público la vida de otras personas para que las entiendan. Me instalo en la mente del personaje que interpreto. Eso es todo. No es un rol que me asuste, quizás porque, cuando trabajo, me sumerjo totalmente en el personaje. No pienso, solo soy. Tampoco tengo problemas con la amoralidad de la historia; casi todas las buenas películas y los buenos libros tienen una cierta dosis de amoralidad que te hace sentir incómodo, pero es excitante.

A menudo interpretas a mujeres fuertes y más bien frías. ¿Dirías que esa es tu marca de fábrica?
No veo así a mis personajes. Por ejemplo, en “Elle”, tuve que buscar un punto medio entre una víctima y una vengadora, porque no me gusta terminar haciendo caricaturas predecibles. Tampoco me gusta interpretar víctimas, personajes que no quieren serlo. Es mucho más real hacer algo intermedio, cercano a la verdad y al comportamiento humano. Me guío más por mi intuición y mi imaginación que por la definición de una mujer “fuerte y fría”.

En “Villa Amalia” (2009), de Benoît Jacquot.

¿Conversaste con mujeres que sufrieron violaciones durante tu preparación para Elle?
No. Esta historia es solo ficción, y creo que la actuación es imaginación. Nunca hago investigación. Lo importante es un buen guion, un buen personaje, un buen tema y, sobre todo, un buen director con el que tenga química.

El cine es mi hogar

¿Cómo te definirías?
Hay personas que son muy fuertes y están muy orgullosas de lo que hacen, pero esa no es mi actitud. Soy una persona intermedia: fuerte por un lado y débil por el otro. Por eso soy actriz. No estoy totalmente orgullosa de lo que hago, pero me siento feliz de hacer algo que sé hacer. Creo que es un gran privilegio: me da fuerza y confianza, aunque no soy de aquellos que conquistan las cosas fácilmente.

Isabelle en 1984, luego de estrenar dos películas que fueron éxitos de taquilla en Francia: “Coup de foudre” y “La femme
de mon pote”.

¿Consideraste alguna vez la idea de radicar en Hollywood?
Mi hogar es el cine, por lo que estoy feliz en cualquier lugar donde haga películas. He filmado en muchas partes del mundo, aunque muy pocas cintas en Hollywood. La única película que rodé en Los Ángeles fue I Heart Huckabees.

¿Por qué crees que te has transformado en un ícono del cine?
Pienso que se debe a la variedad y la versatilidad de las personas con las que he trabajado, lo que ha hecho que mi camino sea muy interesante. Para mí, ser actriz es ser un poco extranjera, explorando a otras personas a través del universo del director. Ese sentimiento de ser extranjera se duplica cuando trabajo en el exterior. 

Con el director Paul Verhoeven, en el Festival de Cannes 2016.

¿Te gusta el teatro?
Me encanta. Ahora me estoy preparando para estrenar una obra en Canadá y otra en Nueva York, la misma que presenté el año pasado en el Teatro Odeón, “Phaedra’s Love”, puesta en escena por el gran director polaco Krzysztof Warlikowski.

Por Yenny Nun

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