Maria Fernanda tenía diecinueve años cuando sintió el verdadero miedo a morir. Ocurrió durante una fiesta en Miami, en un ambiente extremo, mientras tragaba pastillas como caramelos y padecía de deshidratación. Sintió que estaba a punto de sufrir un paro cardíaco, y convivió con esa sensación durante siete horas, con el corazón latiendo a mil por hora. Para que la paranoia no la absorbiera, intentó llenarse de pensamientos positivos y logró disminuir la ansiedad. Luego, cuando llegó a su casa, no dejó de llorar. Los días siguientes no comió nada y no logró dormir bien. “Sentía mi cuerpo tóxico; había consumido demasiados químicos, ansiolíticos, comía supermal y vivía deprimida”, confiesa.
Fue luego del episodio en Miami que decidió cambiar. Había viajado a esa ciudad para estudiar Diseño de Modas, pero al poco tiempo se dio cuenta de que esa carrera no colmaba sus expectativas. Por coincidencia, o como diría Maria Fernanda, “por intuición”, antes de realizar ese viaje se tatuó una frase en el brazo, debajo del hombro: “I don’t know where i’m going but i’m on my way”. Ese camino la llevó a Barcelona, donde profundizó sus conocimientos sobre nutrición holística y alineación de chakras, se volvió vegana y comenzó a practicar regímenes detox.
A medida que exploraba más su lado místico, sentía cómo su cuerpo y su mente iban limpiándose y sanando. Los pensamientos negativos y autodestructivos, y la idea de la muerte que la rondaba, comenzaban a desaparecer. “Fue un camino intenso, de tres años de sanación. Dejé de salir en las noches, viajé a Argentina, seguí cursos sobre tarot y esoterismo, y tuve muchos maestros”, comenta.
Hoy, puede decir que nunca se ha sentido mejor. Ha regresado a Lima, donde acaba de abrir el centro holístico Karuna Quantica en San Borja. A simple vista, parece una casa más, pero un letrero de madera con la palabra “Karuna” pintada sobre él demuestra que en ese lugar suceden cosas distintas. “Karuna” significa “amor compasivo” en sánscrito, y también es el nombre espiritual que ‘Mafer’ escogió para ella. El lugar está rodeado de naturaleza: una escalera conduce al taller que, rodeado de verde, solo provoca paz. No hay ruido y está decorado con inciensos, cuarzos, talismanes, velas y aceites que ‘Mafer’ utiliza durante sus sesiones. Los lunes y martes los dedica a hacer alineación de chakras, para regresar la energía a su estado natural y aportar “vitalidad, despejar la mente y eliminar el malestar emocional”. Los martes y miércoles realiza constelaciones familiares, y además ofrece clases personalizadas de yoga, limpieza de aura, lectura del tarot, meditación y canalización del mensaje angélico. Sus pacientes tienen entre veinte y cincuenta años. Dice que todos tenemos nuestro lado intuitivo y racional. “Solo debemos decidir cuál trabajamos más”.
Texto: Paloma Verano
Fotos: Paolo Rally
Asistente de fotografía: Mariana Devoto
Estilismo: Sara Vílchez
Maquillaje y peinado: Fabiola Baca
Agradecimientos: MM Mirella Mártire, Zara
Dirección y producción de video: Michelle Arteaga
Cámara de video: Jimena Gallarday y Javier Zea
Edición y post producción: Vania Escalante