Pocos eventos en el mundo son tan glamorosos como el Royal Ascot, que reúne a lo más sofisticado de la élite británica, y en donde se dan cita miembros de la realeza con celebridades de todo el mundo. El certamen cumple 306 años en esta edición, en la que estuvo, como siempre desde que está en el cargo, la reina Elizabeth II, amante confesa de la hípica y poseedora de varios caballos que compiten año tras año.
En esta edición, el caballo perteneciente a la Casa Real, Maths Prize, no pudo otorgarle a la reina su Ascot número 24. El gran ganador de la competencia fue el caballo Big Orange, cabalgado por el jinete James Doyle, que se llevó la Gold Cup, la carrera más importante de todo el evento. En el primero de los cinco días, Elizabeth II llegó, como es habitual, en una carroza, esta vez vestida con un sastre y sombrero rosados, un color que ha utilizado en distintas ocasiones y que la crítica ha alabado por la alegría que transmitía, acorde al verano inglés.
De hecho, la alternativa que menos pagaba en las casas de apuestas británicas –porque sí, hasta eso se puede apostar– era que la reina se vistiera de rosado. El portavoz de William Hill, una de las casas de apuestas más importantes del mundo, señaló que: “Cerca del 80% de los apostadores se la jugaron por el rosado, por lo que su jornada de apuestas –que llega a su punto álgido una vez que empiezan las carreras– empezó con el pie derecho”, manifestó Rupert Adams.
Ladies Day, moda y extravagancia
Quizás el momento más esperado del Royal Ascot es el que combina a la perfección la alta moda y la hípica: se trata del Ladies Day, que, en esta ocasión, se llevó a cabo el jueves 22 de junio, el mismo día en que tuvo lugar la Gold Cup. Se dice que el Ladies Day, un evento que sucede en muchos eventos deportivos de esta índole, nació en Ascot, lo cual no tiene nada de sorprendente debido a la larga tradición que tiene este certamen. En este día especial para las mujeres, ellas suelen tener entrada libre a la mayoría de eventos e, incluso, pueden participar de algunas tradiciones que suelen estar reservadas solo para hombres.
El Royal Ascot, al que acudieron más de trescientas mil personas sumadas las cinco jornadas, repartió más de 7,5 millones de euros en premios, y permitió que, a pesar del turbulento presente político que vive el Reino Unido, la élite británica se mostrara tan unida como siempre.